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VIAJE EN EL TIEMPO

la paradoja de la inconformidad

 

Edna Montes

 

Si pudieras volver en el tiempo a un momento específico de tu vida… ¿Cambiarías algo?

Suena como una pregunta gastada, un lugar común que lo mismo se toca en una fiesta, un café con los amigos o un foro de internet. Independientemente de la respuesta, el simple cuestionamiento tiene un poder enorme. Lo mismo nos lleva a los peores momentos de nuestra vida que a aquellos que morimos por repetir. Es muy probable que nuestra capacidad de ser duros con nosotros mismos así como esa nostalgia que nos impide dejar el pasado atrás sean la causa por la cual nunca nos cansamos de las historias sobre el viaje en el tiempo.

Si bien la Ciencia Ficción inauguró la trama con La máquina del tiempo de HG Wells en 1895, la idea ya existía en historias fantásticas previas. Quizá nada representa mejor la cualidad especulativa de la Ciencia Ficción como género que la idea de viajar al futuro. De cierto modo, todas las ucronías y distopías que están tan de moda son hijas del viaje en el tiempo. El escritor de Ciencia Ficción se adelanta a las cadenas lineales de tiempo e imagina todo lo que seremos o pudimos haber sido. El  viaje en el tiempo, como diría mi amado Doctor, se trata de la emoción que dan las posibilidades.

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Si para las viejas civilizaciones el tiempo era un dios cruel y absoluto, para nosotros es el enemigo a vencer. Aunque, desde la debacle que pisar una mariposa causa en “El ruido de un trueno” de Ray Bradbury hasta la divertidas meteduras de pata de los protagonistas de Por no mencionar el perro de Connie Willis, se demuestra que tal vez el enemigo primigenio de la humanidad es su propia torpeza.

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El dilema del viaje en el tiempo también se centra en lo peligrosa que puede llegar a ser esa tecnología. Tenemos a  los grandes capitales buscando la forma de lucrar con él, la persona que egoístamente desea arreglar los errores cometidos en el pasado e incluso a los robots del futuro dispuestos a volver en el tiempo para destruir al hombre que los amenaza antes de que nazca. La cantidad de intereses que complican la trama dejan en claro una cosa: la decisión de cualquiera de ellos afectará a toda la realidad conocida.

Para las generaciones que crecimos viendo Quantum Leap, La magnífica aventura de Bill & Ted, Terminator o Volver al futuro, el viaje en el tiempo ya es parte de nuestra mitología personal. Conceptos como “paradoja” están claros en nuestra mente, hasta sabemos qué deberíamos o no hacer en caso de viajar. Se trata de un montón de referencias e historia cautelares que nos enseñan cómo evitar dar al traste con el presente que conocemos. Las consecuencias desastrosas de jugar con el tiempo nos quedan muy claras.

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También están esas historias en las que el tiempo recupera su potestad de amo y señor; se resiste a ser cambiado azotando una y otra vez a nuestros héroes en turno. Un buen ejemplo de eso es La mujer del viajero en el tiempo, donde la autora Audrey Niffenegger confronta a su protagonista con la posibilidad de regresar a los mejores y peores momentos de su vida sin ser capaz de cambiar nada. También tenemos los temidos “puntos fijados” que ni siquiera el épico Doctor en Doctor Who consigue cambiar.

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Justamente la serie británica, con más de 50 años de transmisión en su haber, nos demuestra que el viaje en el tiempo no pierde vigencia. Es más, crea infinitas posibilidades e historias entrañables a las cuales nos es imposible renunciar. Este es uno de los elementos más queridos y respetados de la literatura de género. Nuestra eterna inconformidad la alimenta como a una gran hoguera, siempre pensamos en todo lo que pudo ser mejor. Quizá se deba a que, de cierto modo, dominar al tiempo es ganarle la partida a la muerte. Si vencemos el flujo lineal que nos condena al final de nuestros días, tal vez consigamos esa trascendencia tan contraria a nuestra frágil e inconforme naturaleza humana.

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ednaEdna “Scarlett” Montes
Lectora, escritora y friki irredenta. Egresada de Miskatonic con tarjeta de cliente frecuente en Arkham. Tiene tantos fandoms que ya hasta perdió la cuenta. Divaga mientras espera que Cthulhu despierte de su sueño en R’lyeh o al fin le entreguen su TARDIS; lo que ocurra primero.

@Edna_Montes