ÉRASE MÁS DE UNA VEZ: LA REESCRITURA DEL CUENTO DE HADAS
de “Barba Azul” a “The Bloody Chamber”*
Jessica Aguilar
Érase una vez… Érase otra y otra y otra y otras veces más. Los cuentos de hadas, aunque usualmente se sitúen en pasados remotos, perviven hasta la actualidad por su posibilidad de repetición en múltiples ocasiones. Cada emisión de una historia permite transmitirla generacionalmente, pero ésta nunca se conserva intacta. En primer lugar, no existe un origen puro que contenga la “esencia” o el significado definitivo de la narración; por otro lado, ninguna iteración es igual a las demás, pues siempre ocurren tanto en espacialidades como en temporalidades distintas. En consecuencia, los cuentos populares nunca se cierran completamente, se encuentran en constante movimiento, se reconfiguran e incluso ofrecen perspectivas críticas sobre sí mismos, como en “The Bloody Chamber”. Esta obra de Angela Carter, publicada en 1979, reescribe el relato folklórico “Barba Azul” con distintos matices y con reconstrucciones de dinámicas de género anteriormente aceptadas. Por lo tanto, la reinterpretación del cuento de hadas funciona como herramienta para desnaturalizar las características culturalmente vinculadas a la categoría “mujer”. En este texto compararé la construcción de los personajes femeninos en la versión de Carter con la de Charles Perrault, quien recopiló diversos textos de la tradición oral.
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Al origen, repetición
La oralidad opera estratégica y cronológicamente como punto de partida en cuanto al análisis de los cuentos de hadas. Sin embargo, esta delimitación provisional no señala un origen único ajeno a la contaminación de otros textos transmitidos a través de distintos medios. En lugar de establecer un génesis fijo, el soporte oral implica la iteración de historias con características similares para constituirlas como narraciones populares. Éstas mantienen un acontecimiento en común, aunque sus elementos varían según la versión.
Los cambios entre textos permiten reescribir lo canónico e institucionalizado para cuestionarlo a partir de sus propios recursos, pues la relación crítica con los discursos resignifica sus usos para reorientarlos y problematizarlos constantemente. Por ello, las reinterpretaciones contemporáneas de los cuentos de hadas se constituyen como un ejercicio de resignificación que evidencia tanto la falta de origen como los mecanismos de la repetición. De tal modo, “The Bloody Chamber” reestructura la identidad femenina presentada en “Barba Azul”.
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La mujer en el castillo de Barba Azul
La versión de “Barba Azul” escrita por Charles Perrault presenta al personaje homónimo al título del cuento, un acaudalado hombre aborrecido y catalogado como monstruoso por su insólito vello facial. Él, después de contraer matrimonio, lleva a su joven esposa al castillo que cohabitarán. Sin embargo, durante la luna de miel, el marido se retira repentinamente de su hogar por un supuesto asunto urgente de negocios. Para compensar la súbita partida, Barba Azul cede todas las llaves del lugar a su cónyuge, le otorga un vasto acceso al opulento hogar con una sola restricción: “[b]ut as for this little one here, it is the key to the closet at the end of the great hall on the ground floor. Open them all; go into each and every one of them, except that little closet, which I forbid you, and forbid it in such a manner that, if you happen to open it, you may expect my just anger and resentment» (Perrault). La curiosa recién casada abre el clóset prohibido, donde encuentra cadáveres que “were all the wives whom Blue Beard had married and murdered, one after another” (Perrault). El homicida regresa prematuramente a casa, descubre la transgresión e intenta asesinar a quien la cometió, pero sucumbe ante los heroicos hermanos salvadores de la joven.
Al final del relato se incluye la siguiente moraleja: “Curiosity, in spite of its appeal, often leads to deep regret. To the displeasure of many a maiden, its enjoyment is short lived. Once satisfied, it ceases to exist, and always costs dearly” (Perrault). Este comentario final, dispuesto como herramienta pedagógica, responsabiliza a la cónyuge de la ejecución intentada por el marido. La culpa se deposita sobre la mujer, por lo que el foco no se pone sobre el asesinato, sino sobre la desobediencia. La protagonista se configura como un contraejemplo conductual y define el ideal de mujer a partir de lo que no debe hacer.
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La mujer fuera de la cámara sangrienta
La historia se repite una vez más, pero nunca permanece igual a sus antecesoras, ni siquiera a sus sucesoras. Uno de los cambios corresponde a la extensión, pues “The Bloody Chamber” posee un mayor número de páginas en relación con el texto de Perrault, lo cual muestra con mayor detenimiento la seducción, la fetichización, el aislamiento, el engaño y la violencia mediante las que el marqués intenta afirmar su jerarquía patriarcal. A lo anterior se suma un cambio de voz, pues la versión de Carter se narra desde la experiencia de la misma protagonista, lo cual la dota de una mayor agencia. Asimismo, este personaje se comporta osadamente, alentada por una figura maternal sumamente intrépida y fuerte, pues cuando la protagonista decide explorar la cámara sangrienta, la valentía con la que se conduce le remite a su madre: “Until that moment, this spoiled child did not know she had inherited nerves and a will from the mother who had defied the yellow outlaws of Indo-China; My mother’s spirit drove me on, into that dreadful place, in a cold ecstasy to know the very worst” (Carter 16). La narradora replica el comportamiento materno ante circunstancias amenazadoras, por lo tanto, configura una identidad femenina que subvierte la subordinación al género masculino.
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Conclusiones
La historia se repite, pero nunca de la misma manera. Además, ésta no tiene un origen fijo ni espontáneo, ya que otros textos intervinieron en su conformación y aún la contaminan. Esta capacidad de iteración posibilita la reescritura, la cual cuestiona valores naturalizados, los problematiza, los reconfigura y deja posibilidades abiertas a futuro para que todo este movimiento vuelva a suceder. Nada permanece estático. La reinterpretación cuentística de Angela Carter amplía el espectro de lo femenino; sin embargo, no universaliza este término ni lo cierra totalmente. Esta narración, así como sus predecesoras, queda abierta al cambio mediante la iteración. En consecuencia, las posibilidades de representación también permiten potenciales modificaciones y cuestionamientos. Ante tal susceptibilidad, los términos no se limitan de manera definitiva ni se naturalizan, pues se critican las violentas exclusiones restrictivas que los conforman. Nuevamente, nada queda fijado. Érase una vez… Érase otra y otra y otra y otras veces… Será otra vez.
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*Texto adaptado de un trabajo final para la materia Teoría literaria. El primer texto incluye citas de Jacques Derrida y Judith Butler, cuyo pensamiento aún influye fuertemente esta versión.
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Obras citadas
Carter, Angela: “The Bloody Chamber”.
Perrault, Charles: “Blue Beard”. University of Pittsburg, October 7, 2003, https://sites.pitt.edu/~dash/perrault03.html.
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Jessica Morales Aguilar
Estudiante de Lengua y literaturas hispánicas en la UNAM.
Le interesan tanto la literatura como el cine de terror.
El gótico representa una de sus grandes aficiones, de sus grandes amores.
Si encontrara un fantasma, probablemente éste huiría de ella.
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