HITOKIRI BATTOSAI
EL QUE HACE LLOVER LA SANGRE
La mujer perro
Esta terrible y triste historia se sitúa en un tiempo y lugar que movió las entrañas de todo Japón. Lo más triste es que ahora no hay lomitos, snif, snif. Pero es una excelente película que no debes perderte.
La leyenda sucede en Kioto, la entonces capital, en la era conocida como Bakumatsu (1853-1867), una época en donde ocurrieron varios disturbios que llevaron a la caída de un régimen y el comienzo de otra era.
Por aquella época existía el Shogunato, un gobierno feudal donde los bushi —guerreros samurái— eran quienes tenían el poder de facto a pesar de que existiera la figura del Emperador. El Shōgun era el general que comandaba las fuerzas armadas ostentando el poder político y militar.
En la historia de Japón existieron varios shogunatos, pero el involucrado en este chisme es el último, el Shogunato Tokugawa, que terminó en 1868, cuando triunfó la Restauración Meiji.
Kenshin, nuestro protagonista, perteneció al bando contrario de los Tokugawa, el de la Restauración Meiji, aquellos idealistas que querían devolver —restaurar— el poder al Emperador y comenzar —supuestamente— una nueva era de estabilidad.
Ruroni Kenshin salió en manga en 1994 para después ser lanzado como anime en 1996. La película sobre la que leerás ahora se estrenó hasta 1999, y aunque es posterior al anime, es en realidad su precuela.
A mi parecer el anime que retrata la gentileza y buena ondita de Kenshin, el Samurái X caracterizado por la enorme cicatriz en forma de X en la mejilla izquierda, es el que más se conoce. Sin embargo, la película Ruroni Kenshin: Tsuiokuhen narra el lado más oscuro de este guerrero: cómo se hizo esa cicatriz.
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El poder, el rencor, el amor, la culpa, pero sobre todo las heridas, son los elementos fundamentales que llevan el hilo de Tsuiokuhen. Te voy a hacer un spoiler clave: el primer trazo de la cicatriz se lo hace un joven samurái llamado Kiyosato, al que Kenshin le cuesta trabajo matar.
Kiyosato se aferra a la vida, escenas sobre los recuerdos de lo que no puede dejar ir aparecen y repite con cada tajada que Kenshin le da: “No quiero morir, no quiero morir, ahora no puedo morir”.
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¿Y qué crees? La razón por la que el soldado no podía soltar la vida será la misma razón que terminará por destrozar a Kenshin. Aiñññ, ¡no puedo esperar a que lo descubras y te destroce también a ti!
Esta primera herida no deja de sangrarle por días, haciendo honor a la máxima “si la espada de alguien con un fuerte odio hace una herida, dicha herida no sanará hasta que se lleve a cabo la venganza”. La venganza llega, pero de una forma inimaginable.
Pero regresémonos un poquito en la trama. Como buena historia japonesa que se respeta, Tsuiokuhen comienza con una masacre —y no creas que va a parar en las casi dos horas que dura—: Shinta es apenas un niño esclavo que viaja junto con otras personas que no son su familia hasta que se atraviesan con unos bandidos. Unas chicas que viajan con él tratan de protegerlo, pero las asesinan junto con el resto del grupo. Están a punto de matarlo también a él, pero el destino tiene otros planes.
¡Zas! Aparece Hiko Seijurō, un espadachín vagabundo que lo salva y le cambia el nombre, diciéndole que Shinta es un nombre demasiado suave para un espadachín. Toma un pedazo su antiguo nombre, Shin —corazón—, y le antepone Ken —espada—: Kenshin, el corazón de la espada. Lo cierto es que en un futuro este nombre será igual de suave para definirlo.
La primera época con Hiko Seijurō es un pilar importante en la vida de Kenshin. El samurái lo encamina hacia la filosofía, le dice que el sabor del sake cambia porque algo dentro lo humano cambia, y le enseña la perfección mortal de la técnica Hiten Mitsurugi-ryū junto con el principio de qué esta sólo se utiliza para proteger a los inocentes.
Seijurō tiene una postura de desprecio total sobre la situación que en ese momento se vive en el país y los disturbios que suceden en Kioto. Piensa que tanto esa era como el corazón de las personas están enfermos. Que ninguna facción es inocente, el odio sólo se expande y lo mejor es permanecer en la montaña.
Pero Kenshin crece y forma su propio criterio. Decide ir a pelear porque no puede soportar ver a la gente sufrir y quedarse ahí sentado sin hacer nada. Seijurō le dice que es un idiota, que él también ha matado a muchos hombres malignos pero muchas veces resultaron ser sólo seres humanos que intentaban vivir sus vidas de la única forma que conocían, y le suelta una advertencia:
“Si quieres provocar un cambio en la crisis actual tendrás que unirte a un bando u otro, pero sólo serás utilizado por los que ostentan el poder ahí […] Si abandonas esta montaña, vivirás la vida de un asesino bajo las órdenes de hombres que escriben su propia justicia.”
¿Adivina qué? Seijurō tenía boca de profeta: poco a poco Kenshin se va ensombreciendo, mata sin parpadear, se convierte en un ser sin corazón y al perder el Shin la gente y sus enemigos, al no saber su identidad, le dan un nuevo nombre y Kenshin se transforma en el mítico Hitokiri Battōsai —Hito: persona, Kiri: cortar, Battō: desenfundar la espada—, el destazador de personas.
El punto de inflexión que lo saca de su letargo inicia con la cicatriz que le deja Kiyosato, pero se desarrolla y termina cuando conoce a Tomoe, una chica que cuestiona su idealismo pero entiende sus razones.
El encuentro de Tomoe y Kenshin es épico. Es una noche lluviosa, Tomoe —que ya trae unos tragos de sake en las venas— comienza a caminar por un corredor en Kioto. En ese preciso momento Kenshin está liquidando a otro asesino. La chica observa toda la escena. Kenshin corta y avienta el cuerpo del asesino de tal manera que la lluvia cae junto con la sangre. Tomoe se detiene y le dice: “En verdad usted hizo caer una lluvia de sangre”.
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El guion es una belleza, los sonidos sutiles de los utensilios completan la atmósfera, la fluidez del cabello y las manos de los personajes describen los sentimientos de ls involucrados.
Las decisiones tienen consecuencias y en Tsuiokuhen son devastadoras, pero lo que más aprecio es que todos los personajes tienen razones válidas, aunque también la gran mayoría es culpable. Son demasiado humanos.
Si todo esto no fue suficiente para convencerte, déjame decirte que Kenshin está inspirado en una personal real. Algunas fuentes dicen que desapareció después de la Restauración Meiji, otras que fue asesinado. Pero siempre quedará la pregunta de qué pasó con él.
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Soy la mujer perro.
Me encantan las historias de terror, el anime, los taquitos y el rámen.
Me gusta bordar. Vivo alejada de la gente, convivo más con animales, pero siempre buscando conectar con mis colegas.
Escribo para no morir de envenenamiento.
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