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THE TOMB

la locura como revelación y la fugacidad de la vida

 

Roberto Carlos Garnica

 

 

Lovecraft escribió “The Tomb” en 1917 y fue publicado por primera vez en 1922 en The Vagrant (y posteriormente en 1926 en Weird Tales).

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En este breve relato, Jervas Dudley, joven de familia adinerada, narra las circunstancias que lo llevaron a ser asilado en un sanatorio mental. Desde niño amó los libros antiguos y vagabundear en los bosques, en compañía de “las dríadas protectoras de aquellos árboles” (Lovecraft, 2005, p. 49) y cosas que no están vivas. Una tarde descubrió una vetusta mansión mortuoria y, desde entonces, sintió una obsesión por reposar allí, en una tumba vacía que lleva su nombre.

Sin duda es fascinante acercarse a este texto desde una perspectiva literaria, pero también es revelador minar sus apuntes filosóficos.

Algunos de los problemas que se tocan —y que ya hemos abordado en entregas anteriores— son la relación entre la obsesión y la locura (Garnica, 2024a), la impropiedad de nombrar ciertas cosas (Garnica, 2024b) y la relatividad del tiempo y el espacio (Garnica, 2024c)[1].

En comparación con otros relatos que hemos analizado en Filosofía HPL, “The Tomb” no tiene tanta densidad filosófica. Sin embargo, cuenta con un párrafo inicial y un poema de 28 versos que, por sí mismos, son dignos de ser examinados desde dicha perspectiva.

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No es raro que Lovecraft inicie un relato con una especie de proemio de índole ontológica y epistemológica. Lo hace, por ejemplo, en “La llamada de Cthulhu”, “La llave de plata” y “Al otro lado de la barrera del sueño”.

Así, en el primer párrafo de “La tumba” el genio de Providence, anticipándose a las investigaciones de Foucault, denuncia la asimetría de poder que hay entre el discurso del loco y el discurso racional-científico-médico: “soy consciente de que mi situación actual provocará las naturales reservas acerca de la veracidad de mi crónica” (Lovecraft, 2005, p. 49). Con agudeza y profunda conciencia, el personaje de Lovecraft sabe que, de principio, cualquier cosa que diga será descalificada y, a pesar de ello, ejerce su derecho a hablar. Intuye, como Nietzsche y Kuhn, que hay una inconmensurabilidad de las perspectivas, una imposibilidad de comunicarse cuando se parte de diferentes nichos cognitivos: “resulta una adversidad que la mayoría de la gente tenga su percepción mental demasiado limitada para sopesar con calma e inteligencia ciertos fenómenos aislados, tan sólo vistos y sentidos por unos cuantos sujetos psíquicamente más sensibles” (Lovecraft, 2005, p.49). Considera que lo que la gente ordinaria denomina locos, en realidad son visionarios que superan “the prosaic materialism” y traspasan “the common veil of obvious empiricism” (Lovecraft, 2013, p. 5). Asevera, finalmente, que “no existe una gran diferencia entre lo real y lo irreal” (Lovecraft, 2005, p.49) y que percibimos las cosas no solo mediante los sentidos físicos sino los mentales.

Saltemos al poema. En palabras de Jevas Dudley, se trata de “un canto festivo propio del siglo dieciocho; una pieza picante georgiana” (Lovecraft, 2005, p. 54)[2]. Sus versos hacen eco del epicureísmo, el hedonismo y el carpe diem estoico. Es, al mismo tiempo, una sátira que reivindica el placer y un himno que celebra el presente y la breve vida.

Sin reparo se asegura que lo mejor de la vida es la bebida —“venid con vuestras jarras de cerveza”—, la comida —“apilad en vuestros platos montañas de carne”— y los placeres sexuales —“so Betty, my miss, give me a kiss”— (Lovecraft, p. 8). La norma es, entonces, “divertíos y gozad, bebed sin parar”, “pues el beber y el comer nos traen la alegría” (Lovecraft, 2005, p. 54).

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The Tomb, por Sebastián Cabrol.

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Esa demanda bravía es en el fondo un grito desesperado que se enfrenta a la fugacidad de la vida —“fill up your glass, for life will soon pass” (Lovecraft, 2013, p. 8)— y nos conmina a vivir cada instante con intensidad: “bebed por el presente antes de que se evapore”. Porque la vida es mejor aquí: “¡No podrás brindar por tu mujer cuando estés muerto!” “¿Qué importa una nariz roja si se está alegre, vivo y coleando?” “Mejor estar bajo la mesa que bajo la tierra!” “¡Difícilmente reiréis bajo dos metros de sucia tierra!” (Lovecraft, 2005, p. 54).

También los antiguos filósofos nahuas hablaron de la caducidad de la vida, del deseo de gozar para siempre y de la dulce embriaguez. Se lamenta Nezahualcóyotl: “no para siempre en la tierra, sólo un poco aquí”, “si yo nunca muriera, si nunca desapareciera” (León-Portilla, 1994, p. 79). Invita Cuacuauhtzin: “gozad, gozad, amigos nuestros, ¿no hemos de tener alegría, no hemos de conocer el placer?” (León-Portilla, 1994, p. 112). Celebran Ayocuan y Tlaltecatzin: “¡que permanezca la tierra!, que se repartan flores de maíz tostado, flores de cacao” (León-Portilla, 1994, p. 208), “lo saborea mi corazón, se embriaga mi corazón… el floreciente cacao ya tiene espuma” (León-Portilla, 1994, p. 54).

Así las cosas, sólo resta cerrar con la línea final del poema lovecraftiano: “¡qué dicha mientras consiga permanecer sobre la tierra!” (Lovecraft, 2005, p. 55).

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AQUÍ puedes leer «La tumba».

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[1] Más allá de la sistematicidad o profundidad con la que se tratan estos temas en “The Tomb”, lo más interesante es que en el corpus lovecraftiano aparecen con regularidad y tienen una congruencia subyacente.

[2] En la edición de Valdemar (Lovecraft, 2005) se señala que Lovecraft escribió una versión previa con el título “Gaudeamus” (Alegrémonos).

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Referencias

Garnica, R. C. (2024a): “The Music of Erick Zann, el poder de la música”. Penumbria,  revista fantástica para leer en el ocaso.  Recuperado de: https://www.penumbria.mx/el-poder-de-la-musica/

Garnica, R. C. (2024b): “The Unnamable de Lovecraft, lo innominable como categoría ontológica y estética”. Penumbria, revista fantástica para leer en el ocaso.  Recuperado de: https://www.penumbria.mx/lo-innominable-como-categoria-ontologica-y-estetica/

Garnica, R. C. (2024c): “Celephaïs, lo onírico como otra vida”. Penumbria, revista fantástica para leer en el ocaso.  Recuperado de: https://www.penumbria.mx/lo-onirico-como-otra-vida/

León-Portilla, M. (1994): Quince poetas del mundo náhuatl. Planeta Mexicana. Recuperado de: https://enriquedussel.com/txt/Textos_200_Obras/PyF_pueblos_originarios/Quince_poetas-Miguel_Portilla.pdf

Lovecraft, H. P. (2005):  “La tumba”. Narrativa completa/Vol. I. Valdemar.

Lovecraft, H. P. (2013):  “The Tomb”. Complete Works of H. P. Lovecraft.  Delphi Classics.

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Roberto Carlos Garnica Castro

Poseído por múltiples pasiones como la filosofía, la antropología, la historia y la literatura ha desarrollado una mirada caleidoscópica y rizomática que se funda en un principio muy simple: abordar cada cosa desde el otro extremo.  En ese sentido considera que toda filosofía tiene un trasfondo poético y toda obra literaria una base filosófica… y la mortal vida es la fuente de todo.

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