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THE UNNAMABLE

lo innominable como categoría ontológica y estética

 

Roberto Carlos Garnica Castro

 

 

Lovecraft escribió “The Unnamable” en 1923 y fue publicado en 1925 en la revista Weird Tales.

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AQUÍ puedes descargarla.

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En este breve relato se describe a dos amigos, Manton y Carter, conversando en torno a lo innominable[1].  El escenario es fantástico e incluso lúgubre: se encuentran en un antiguo cementerio, sentados sobre una tumba y admirando un sauce que alcanzó su monumental tamaño alimentándose de carne y huesos humanos.  Conforme la oscuridad avanza, la discusión sube de tono hasta que, envueltos en una agobiante negrura…

Sin duda es fascinante acercarse a este texto desde una perspectiva literaria, pero también es revelador minar sus apuntes filosóficos.

En este sentido, el debate de los protagonistas gira en torno a las siguientes preguntas filosóficas:

¿Existen entidades innominables?

En caso de existir, ¿podemos percibirlas?

Y, finalmente, ¿tiene sentido hablar o escribir acerca de ellas?

Joel Manton, director de la East High School, autocomplacido hasta la ceguera, lógico, práctico y de intelecto claro, está casi seguro de que no existe nada verdaderamente innominable.

Carter[2], escritor de poca monta según su interlocutor y posible alter ego de Lovecraft, interesado en lo místico e inexplicable, considera que es factible la experiencia de lo innominable.

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Providence #11 (Portada de Raulo Caceres, Century Edition-Unnamable)

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La discusión va adquiriendo matices:

Manton empieza aseverando que sólo conocemos las cosas mediante los cinco sentidos o las intuiciones religiosas, y que toda realidad tiene dimensiones, propiedades y causas bien definidas. Luego, reconoce que a veces la mente se enfrenta a visiones y conceptos difícilmente clasificables. Un paso más y admite que pueden existir monstruosidades antinaturales, pero ni siquiera la más aberrante de ellas tiene que ser indescriptible o científicamente indefinible. Al final, reconoce la existencia de lo innominable.

Carter ataca aprovechando que el empirismo, racionalismo y/o cientificismo de Manton no es puro y, en realidad, éste cree en lo sobrenatural y en las apariciones de gente muerta: creer en esos “cuentos de viejas” y, al mismo tiempo, negar la posibilidad de lo innominable “no es más que una estúpida falta de imaginación y flexibilidad mental” (Lovecraft, 2005).

De cualquier forma, no son los argumentos los que cambian la opinión de Manton, sino que, primero, es impresionado por las narraciones de su compañero y, finalmente, tiene un encuentro directo y violento con lo innominable: estaba en todas partes, era una masa viscosa, tenía “un millar de formas espeluznantes, alejadas de todo lo que conocemos… era el abismo… la vorágine… la última abominación… ¡era lo innominable!” (Lovecraft, 2005).

Pero además de estas disertaciones epistemológicas y ontológicas, se aborda una cuestión relacionada con la filosofía del lenguaje y la estética: ¿es posible y/o pertinente hablar de lo innominable?

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Manton no considera que lo sobrenatural sea un tema relevante para la literatura, pues sólo la vida cotidiana y “las experiencias normales y objetivas poseen un valor estético” (Lovecraft, 2005), y juzga que la constante referencia de Carter a lo innominable no es más que un recurso pueril en consonancia con su escasa calidad como escritor.

Carter, en cambio, juzga más interesante y placentero evadirse de la rutina y elaborar originales y dramáticas recombinaciones de imágenes; además, le encanta concluir sus relatos refiriéndose a sonidos o visiones que paralizan a sus personajes y los despoja de su capacidad de habla y de asociación de ideas, de tal manera que no pueden relatar lo que han experimentado.

En este apunte, Lovecraft parece retratar su propia praxis creativa, pues en muchos de sus relatos echa mano de calificativos asociados con lo indescriptible y lo innominable.  Sólo como muestra: en The Case of Charles Dexter Ward habla de “unnamable realities behind the protective illusions of common vision” (Lovecraft, 2013); en At the Mountains of Madness advierte sobre “unnamable and perhaps immesurable evils” (Lovecraft, 2013); en The Colour Out of Space asegura que “the very presence of one in the house was a breath from regions unnamed and unnamable” (Lovecraft, 2013); en The Hound explica que el olvido es “my only refuge from the unnamed and unnamable” (Lovecraft, 2013); en The Crawling Chaos menciona “a curse unnamed and unnamable lowering over all” (Lovecraft, 2013).

Así, el uso reiterado de categorías relativas a lo que no tiene nombre y no puede ser nombrado no es, ni de lejos, un recurso pueril en consonancia con su ínfima calidad como autor (como sugirió Manton), sino un auténtico manifiesto ontológico y estético que exige el reconocimiento de realidades que están más allá de nuestras capacidades cognitivas y que, aun cuando pudiéramos percibirlas de alguna manera, no corresponderían con ningún nombre o descripción posible[3].

De manera mística, este manifiesto lovecraftiano armonizaría con los primeros versos del Tao Te King:

“El Tao que puede ser expresado no es el verdadero Tao.

El nombre que se le puede dar no es su verdadero nombre” (Lao Tse, s. f.: 3).

Y se rebelaría poéticamente contra la advertencia final del Tractatus logico-philosopicus:

“De lo que no se puede hablar hay que callar” (Wittgenstein, 2023: 137).

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AQUÍ puedes escuchar «Lo innombrable».

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[1] Vale la pena mencionar que, circunscribiéndonos únicamente al presente texto, la categoría de the unnamable se asocia con otras nociones como “the unmentionable”, “the unexplained”, “the unclassifiable”, “the indescribable”.

[2] Aunque en este texto solo se específica el apellido, todo apunta a que se trata de Randolph Carter, protagonista de otros relatos de Lovecraft como The Statement of Randolph Carter, The Silver Key y Through the Gates of the Silver Key.

[3]  En definitiva, las lenguas no son nomenclaturas en las que a cada palabra corresponda una cosa (de Saussure, 2005) y “hay cosas que pueden pasar sin nombres” (Magritte, 2011).

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REFERENCIAS

De Saussure, F.  (2005).  Curso de lingüística general.  Argentina: Losada.

Lao Tse (s. f.).  Tao Te King.  Recuperado de http://uejfksalinas.edu.ec/jfk/images/librospdf/Lao_Tse_-_Tao_Te_King.pdf

Lovecraft, H. P. (2005).  “Lo innominable”, en Narrativa completa/Vol. I.  España: Valdemar.

Lovecraft, H. P. (2013).  Complete Works of H. P. Lovecraft.  E.U.A.: Delphi Classics.

Magritte, R. (2011).  Las palabras y las imágenes.  Recuperado de https://pdfcoffee.com/magritte-las-palabras-y-las-imagenes-pdf-free.html

Wittgenstein, L. (2023).  Tractatus logico-philosophicusSobre la certeza.  Madrid: Gredos.

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En Filosofía HPL proyecto abordar la obra de Howard Phillips Lovecraft ubicando y desarrollando las inquietudes filosóficas que en ella se presentan: cuestiones asociadas con la ontología, la epistemología, la filosofía de la ciencia, la estética, la filosofía del arte, la filosofía del lenguaje, la ética, etc.

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Roberto Carlos Garnica Castro

Poseído por múltiples pasiones como la filosofía, la antropología, la historia y la literatura ha desarrollado una mirada caleidoscópica y rizomática que se funda en un principio muy simple: abordar cada cosa desde el otro extremo.  En ese sentido considera que toda filosofía tiene un trasfondo poético y toda obra literaria una base filosófica… y la mortal vida es la fuente de todo.

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