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LA FALSA PATERNIDAD: UNA SUBDIVISIÓN DE LA PATERNIDAD OBLIGADA

análisis de La mesita del comedor

 

Lord Crawen

 

Para Eddie, por quien hago hasta lo imposible.

 

¿Qué es la paternidad?

Olvide, estimado lector, las definiciones de diccionarios, publicidad, reglas, estatutos, versículos bíblicos o psicología. Piense por un instante en la palabra paternidad, la cual se descarga mayormente sobre la figura paterna, el hombre del futuro, el padre de todo (al menos de su círculo familiar) y a quien le tendrán que llover por todas partes críticas destructivas, cuentas por pagar, trabajos mal pagados y un hijo al que deberá entregar a la sociedad como el futuro producto que también ejercerá la paternidad o, en su craso evento, la maternidad, que también es un tema mucho más oscuro.

Para tratar de entender lo peligroso que es el evento canónico de la paternidad, el director Caye Casas nos transporta a un mundo de oscuridad y humor negro en el que tendremos que reír, sorprendernos y dilucidar todo lo que nos presenta en su obra cinematográfica durante una hora y treinta minutos aproximadamente.

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Jesús es un reciente padre de familia. Junto con María, acuden a una mueblería, donde él tomará la única decisión que le han dejado en su matrimonio: adquirir una mesita de comedor.

El dialogo entrante de los tres personajes en la mueblería se muestra como una introducción al matrimonio y el futuro de la pareja. El vendedor de la mueblería, con toda la labia coloquial que le permite su trabajo, vende a la pareja no una mesita de comedor sino una decisión que cambiará el resto de sus vidas. Jesús, inexperto en el tema, adquirirá dicho producto por el solo hecho de tomar una decisión única e irrepetible en el matrimonio; contrario a María, quien se presenta como una mujer que tiene el control de la relación y ha tomado decisiones importantes —como el color de las paredes de la casa, tener un hijo, nombrarlo en honor a su abuelo para seguir una tradición—, por lo que demuestra su hegemonía indicándole a Jesús que, además del horrible diseño de la mesita, es algo que no permitirá en su casa. El vendedor continúa su trabajo, como juez matrimonial, accediendo a que la pareja está teniendo muchos problemas no sólo para poder adquirir el producto sino uno que no solventará el matrimonio a futuro. Es ahí donde María decide irse, junto con su hijo de algunos meses de vida, dejando a Jesús con el vendedor para cerrar el trato.

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Alma Delia Murillo, en su libro La cabeza de mi padre, menciona: “la familia es la mentira mejor contada, la más venerada, la que más amamos, el punto ciego de sangre donde todos perdemos perspectiva”.

La cinta nos transporta a continuación a lo que Alma Delia Murillo describe en un breve fragmento de su publicación: un hogar dispuesto por cada objetos y posición de lo que María necesita y a Jesús, luchando escalón por escalón, cargando la mesita del comedor (el producto matrimonial), subiéndolo con cuidado, lentamente, a cuestas de un esfuerzo físico inconmensurable. Hasta, por fin, llegar a la puerta de su hogar.

La batalla continúa en el hogar. Jesús arma la mesita, pero está incompleta. María decide deslindarse de todo y salir a las compras, como la ama de casa que debe ser. Entonces el bebé y Jesús compartirán una tarde de padre e hijo, en lo que María va a surtirse de víveres por la visita del hermano de Jesús. Al salir María de la habitación, el niño llora; Jesús no puede calmarlo, lo intenta por cada medio posible.

Entonces el evento que detona al filme sucede, junto con el silencio que conlleva. Un silencio que se nos muestra aterrador, un silencio que se rompe cuando María llama constantemente para pedirle a Jesús (ahora sí) la decisión sobre comprar un vino para la ocasión.

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La vida de Jesús cambia. Se vuelve un hombre silencioso, sin gracia; oculta lo que le sucede, trata de solventar su paternidad ocultando sus sentimientos.

La cena “familiar” transcurre. A Jesús le pesa la paternidad, ya no es un asunto viable. El producto que le vendieron no es lo que quería, ahora las malas decisiones tienen un alto costo de su tranquilidad. Se le ve frágil, en sus momentos más oscuros; toma la decisión de morir, pidiéndole perdón a su esposa por la carga emocional que llevará a futuro.

El final de esta obra es la ruptura del matrimonio, desde un punto de vista muy oscuro. Al final, si llegaron a esta parte del artículo, espero hayan dado una definición distinta e incorrecta sobre la paternidad.

Esta materia en cuestión se nos vende desde muy pequeños, es un producto que se puede adquirir con, dicen, el corazón en la mano y con extender la mano derecha para que alguien más nos coloque un anillo, con el cual pasaremos a ser un ejemplar físico propiedad de una pareja. En algunos casos, dicen, una deidad portentosa sobreprotegerá a la pareja.

¡Menuda fantasía de cuento de hadas!

Desafortunadamente, la paternidad o maternidad no se enseña en las escuelas; se enseña en casa, con los ejemplares en cuestión, esperando que sea una grata experiencia para los infantes implicados en dicho evento. A través de un paso infantil a la juventud, muchos de los elementos que observaremos de una futura paternidad responsable se van a dar de acuerdo a cada uno de los eventos transcurridos, que incluyen alimentos, escolaridad, dogma o actividad religiosa, ratos de esparcimiento y descansos.

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En México, el INEGI reporta que en 2022, de 100 matrimonios efectuados, 33 terminaron en divorcios. Estos números se disparan cuando ambas partes llegan a un acuerdo.

¿Qué sucederá entonces con los que no tienen voz, los que deben permanecer en silencio por el beneficio de sus hijos, de su pareja, por un bien mancomunado?

El terror está al acecho en todo momento en una paternidad aceptada con términos legales sin siquiera estar preparados para lo que se avecine. Es un abismo de responsabilidades que no todos están dispuestos a resolver. La paternidad se vuelve el sitio más oscuro que encierra a individuos dentro de una casa, esperando que alguno de ellos sobreviva tras el desgaste físico, emocional y mental que tendrán día a día para salir “adelante”.

El coloquio, discurso y obra cinematográfica de La mesita del comedor es un terror narrado de muchas parejas en la actualidad: la adquisición de un producto que no necesitan y no quieren, de buenos vendedores de nuestra misma familia que arrastran a solicitar el crédito con creces para poder así estar encasillados en la maquinaria social.

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Caye Casas

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¿Está usted listo para la paternidad?

Ninguno lo estamos. Pero existen quienes mantienen el equilibrio por el hijo o hijos en cuestión, a sabiendas que su mundo debe ser mejor al de nosotros. A esos padres y madres, que adquirieron un producto difícil de embalar, de armar, de mantener y de desechar, les dedico este artículo. Y también a quienes han tomado la firme y negada decisión de ser padre o madre, porque ese es un derecho firme y justo.

Busquen, pues, la película, amenicen con los personajes, incomódense con el horror que los llevará a un abismo sin regreso y piensen si en verdad están listos para adquirir una mesita de comedor.

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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México.

Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional.

Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía.

Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet.

Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.

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