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Tercera carta náutica

SEDUCCIÓN Y MUERTE: SIRENAS vs PIRATAS

 

Alejandra Q. Pérez

 

En los últimos años se ha vuelto fácil relacionar a las sirenas como un enemigo más a vencer para los piratas. Las criaturas que conocemos como sirenas son mujeres hermosas, con voces hipnotizantes, que cazan marineros desprevenidos y se enfrentan a piratas —o Krakens, en recientes casos—. Sin embargo, las sirenas que las mitologías plasman son ligeramente diferentes.

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La referencia predilecta u original de donde surgen estás mujeres es el canto 12 de La Odisea; en dicho canto tenemos a un Ulises atado al mástil para evitar sucumbir ante el cántico de las sirenas. Bien, la voz perfecta está ahí, ¿pero la figura? Las sirenas griegas eran mujeres aladas, con un cuerpo que simulaba más a lo que ahora llamamos Harpías.

Las pinturas de la época las representaban de esa forma, pues no se suponía que la belleza de estos seres fuera lo principal, como sí lo es actualmente.

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Ulises y las sirenas (John William Waterhouse, 1891)

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La sirena descrita por Homero no era un rival para Afrodita, pero sí que su cántico era una promesa de placer y felicidad. “En el mundo griego las sirenas están ligadas al mundo de la muerte y al mundo de los vivos, a los que intentan atrapar […] mas aún no al de la belleza” (García Carlos, conferencia Las sirenas en la literatura y el arte, 2015, Museo Nacional de Escultura de España).

¿En qué punto, entonces, las sirenas pierden las alas para nadar por el inmenso mar? Es complicado de descifrar; sin embargo, quizás algunos mitos orientales puedan ayudar en esto.

En la mitología nipona, las Ningyo —literalmente pez-humano— sí inician siendo seres del mar, pero concuerdan con las mujeres aladas por no destacar por su belleza. Se dice que cazar una ningyo trae mala suerte, pues su apariencia es monstruosa, con más cuerpo de pez que de humanas, una boca llena de pequeños dientes afilados y una voz angelical.

De nueva cuenta, la voz es lo único que permanece igual en ambos mitos. Aunque los japoneses van un poco más allá, pues la leyenda dice que si algún osado logra capturar una ningyo y se come su carne vivirá por varios siglos.

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Otros ejemplos de sirenas que difieren del común actual es el de las Rusalkas de Rusia y las Nereidas griegas. Ambas son ninfas del agua, cuya belleza y voz las vuelve irresistibles a los hombres; con largos cabellos eternamente humedecidos por el agua y tienen más apariencia humana, es decir, sin cola de pez.

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Rusalka, por Anna Vinogradova

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Como podemos ver, hay mitologías que ven las sirenas más como monstruos que como un referente de belleza, mientras que otras no desean darle muchos elementos marinos en su apariencia. Con el paso de los años, la religión cristiana y el romanticismo hicieron de las sirenas una mujer fatal, sinónimo de pecado y seducción mortal.

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Poseidón y las Nereidas (Friedrich Ernst Wolfrom, 1920)

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¿Y dónde entran los piratas? Si nos ponemos críticos, el propio Ulises, sin ser pirata como tal, pero sí un navegante. Tenemos ya desde los antiguos griegos una referencia a la lucha entre las sirenas y los hombres que se hacían a la mar.

Entre más abundaban las ficciones fantásticas sobre piratas, mayores referencias surgían hacía las sirenas, y con ello también veíamos nuevas representaciones del mito: la más famosa es, ¿cómo no?, el personaje Ariel creado propiamente por Disney en la película basada en el cuento de Hans Christian Andersen: “La sirenita” (1837). Tanto el cuento como la película animada de 1989 y el live action del 2023 nos muestran una historia donde las sirenas no son esos seres fatales, sino criaturas escondidas que han sido cazadas por la humanidad, de modo que los encuentros entre ambos mundos están prohibidos.

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Una historia de amor similar la encontramos en los personajes secundarios de Syrena y el religioso Philip en Piratas del Caribe: navegando en aguas misteriosas (2011). Aquí vemos un romance al estilo del príncipe Erick y Ariel, pues mientras el resto de la tripulación de Barbanegra ve a Syrena como un monstruo apenas necesario para el ritual que exige la trama, Philip aprende a verla como un ser vivo, con sentimientos iguales a los suyos, a la par que ella también deja de verlo como un enemigo.

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Otra evolución en la forma de representar a las sirenas es en las que se ven frente a otra mujer. El primero de estos casos que deseo mencionar es el que vemos en la película animada Simbad: la leyenda de los 7 mares (2003). Aquí el personaje de Lady Marina, al ser la única mujer del barco, debe evitar que la tripulación de Simbad sea capturada por las sirenas, representadas más como ninfas del agua que como mujeres con cola de pez.

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Otro caso similar, pero distinto al mismo tiempo, lo tenemos en la música, con la banda Mägo de Oz. En su canción “La dama del mar” (2021) cuentan la historia de una sirena maldecida por un antiguo amor, quien busca un nuevo amor real que le salve del maleficio; esto sólo lo puede encontrar en otra mujer, pues los hombres caen hechizados ante su canto hechizante.

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Como podemos observar, las sirenas son un mito mucho más complejo de lo que pueden parecer, acostumbrados como estamos a que sean un estereotipo más de ciertas historias. Por supuesto, eso no las hace menos interesantes, por el contrario, son personajes imposibles de separar del todo de la aventura y la fantasía, especialmente cuando el viaje es el mar ondeando banderas con cráneos y bebiendo ron.

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Alejandra Q. Pérez (Guadalajara, Jalisco; 1999)

Egresada de la Lic. en Escritura creativa (UdeG).

Codirectora del proyecto Palabras en Común, dedicado a la difusión del arte y la creación de talleres literarios.

Ha publicado en diversas revistas y antologías digitales y físicas.

Ponente en el Primer Encuentro de Estudios Frikis (Colef, 2023) y en el Primer Encuentro de Minificcionistas en Jalisco (UdeG, 2023).

@alejandraqperez

@palabrasencomun

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