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PROFANAR EL TEMPLO

CINCO CUENTOS DE HORROR CORPORAL

 

Miguel Sandoval

 

El miedo es una emoción que ha estado con nosotros desde el principio. Los depredadores, los fenómenos naturales y otros sucesos nos llevaron a buscar explicaciones de nuestro mundo, aunque, todavía hoy, hay cosas que quedan fuera del entendimiento. ¿Qué ocurre después de la muerte? ¿Acaso existe un entramado fantasmal? Esta fue y es una de las obsesiones de la literatura: ¿Existen los monstruos y la vida en otros planetas? Seguimos buscando.

Nuestros cuerpos también son una clave para comprender el miedo: falibles, frágiles, resultan pequeños frente a la complejidad de una existencia muchas veces salvaje, y qué decir de un universo que, como pregona el horror cósmico, es indiferente a nuestras culturas. A continuación, los dejo con cinco cuentos para abordar el horror corporal, el cuerpo como territorio de transformación, dolor, asombro y revolución, entre otras atribuciones. Profanar el templo.

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ENJAMBRE

El mexicano Pedro J. Acuña nos cuenta cómo Héctor se enamora rápidamente de la bella Karla. Sus encuentros son geniales, coinciden a la perfección y al poco tiempo empiezan a vivir juntos. Los insectos tendrán una aparición en el relato, conectándose con la infancia del protagonista, con el odio, miedo y ternura que le producen como adulto.

Lo mejor del texto de Acuña son las descripciones del ámbito insecto, al igual que un cierto aire a lo Cronenberg de La mosca (1986). ¿Te has percatado si los bichos sonríen, si lees en ellos emociones? Este cuento te acercará a tales dudas y, por otro lado, llevará a cuestionarte qué tan grande puede ser tu amor y en torno a qué puedes construir tu placer.

Esta historia pertenece al libro La compañía de las liendres, del cuál también recomiendo “La cara que pintó el diablo”.

AQUÍ puedes leerlo.

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NADA DE CARNE SOBRE NOSOTRAS

La vida de su protagonista anónima tiene una revelación cuando bajo un árbol halla parte de una osamenta. A partir de este punto, una intensa inclinación tanática fijará su interés en los huesos, en adorarlos y preferirlos sobre la carne y los excesos de grasa. Este relato de Mariana Enríquez podría asociarse con los trastornos de conducta alimenticia, no obstante, me parece que sus intenciones no se limitan a ello, sino que intentan describir una experiencia de admiración llevada al límite.

Asimismo, en la línea “todos caminamos sobre huesos, es cuestión de hacer agujeros profundos y alcanzar a los muertos tapados” podríamos intuir un comentario político que la autora argentina hace sobre la época de dictadura en su país, una realidad que a los mexicanos nos resulta tristemente conocida por los hechos que envuelven al narcotráfico y al Estado. Quizá también nos hable de ancestros antiquísimos, esperando ser descubiertos.

Este relato forma parte de Las cosas que perdimos en el fuego, libro del que igualmente recomiendo “El chico sucio”, “El patio del vecino”, “Bajo el agua negra” y el homónimo “Las cosas que perdimos en el fuego”. A propósito, Manic Street Preachers (banda de la que la escritora es gran fan) lanzó en 1994 la canción “4st 7lb” (63 libras), la cual describe —entre la belleza y el horror— otra historia relacionada con la pérdida de peso.

AQUÍ puedes leerlo.

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EN LA COLONIA PENITENCIARIA

Los instrumentos de tortura sirvieron por mucho tiempo para castigar a los criminales una vez que fueran juzgados, ¿pero qué pensarías si te dijera que en esta historia de Franz Kafka no hay juicio y ni siquiera te enteras por qué te van a condenar? Esto es sólo el comienzo, ya que desde los ojos de un extranjero conocerás la máquina que dejará en tu cuerpo un recuerdo indeleble de tu crimen, bajo más de seis horas de tortura.

Este cuento nos conduce a un paralelo con la realidad, pues el condenado no habla en un primer momento el idioma de sus verdugos, situación que, por ejemplo —y guardando las distancias—, podemos observar cuando en el sistema de justicia mexicano las traducciones son ineficientes, aplicándose con demasiada severidad la ley en miembros de pueblos originarios. Al autor praguense siempre interesaron las extrañezas de la burocracia jurídica, ámbito a revisar también en El proceso.

Las adaptaciones cinematográficas de Franz Kafka no son tan abundantes, sin embargo, destaca El proceso (1962) de Orson Welles, quien supo construir un ambiente de confusión alrededor de Anthony Perkins, enfrentado al yugo de la ley no pudiendo hacer nada para defenderse. Por otra parte, la influencia de Kafka llega, asimismo, a la saga de videojuegos de Resident Evil (el zombie es por excelencia sujeto del body horror), con referencias directas en el título Revelations 2.

AQUÍ puedes leerlo.

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LA SILLA HUMANA

Los textos hasta aquí apuntados conectan con transformaciones o dolor físico, empero, este cuento podría encender nuestras alarmas y empujarnos a vigilar los muebles de casa. De Edogawa Rampo (pseudónimo inspirado en Edgar Allan Poe), esta es la historia de un hombre que, aprovechándose de su talento para trabajar con madera, crea un escondite en una silla elegante; inicialmente roba pertenencias de un hotel, sin embargo, después encontrará placer en que ocupen la butaca.

Así, el terror de esta narración surge del individuo que inicia una taxonomía de cuerpos, que los estudia, admira y goza desde la clandestinidad cuando se sientan (sin saberlo) sobre él. ¿Te imaginas que tu sofá favorito sea el hogar de un desconocido cuya postura está atrofiada de tanto ocultarse? ¿Te imaginas que te escriba una carta para conocerte porque se ha enamorado de tus formas? Si no es el caso, aquí conocerás ese miedo.

Otro cuento de Rampo que seguro no olvidarás es “La oruga”, acerca de un militar mutilado por la guerra y que está bajo el cuidado de su a veces cruel esposa. Sin duda, además, encontrarás el parecido con Johnny tomó su fusil de Dalton Trumbo, obra a la que espero dedicar especialmente una entrada y que muchos conocimos por la canción “One” de Metallica.

AQUÍ puedes leerlo.

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LA POLÍTICA DEL CUERPO

¿Alguna vez sentiste un espasmo en tus manos o pies, como si tus dedos se levantaran por sí solos? Clive Barker lleva al extremo esta sensación con un desfile marcial de manos que intentan rebelarse de la raza humana para alcanzar la libertad. La sublevación empieza poco a poco, con la intimidad de un hombre, convirtiéndose después en una sanguinaria invasión y en un oleaje monstruoso de arañas cuasilampiñas.

Lo maravilloso (y terrorífico de este relato) es la habilidad de Barker para construir secuencias que se quedan en la memoria y que cada tanto te obligarán a ver tus manos en busca de alguna señal de libre albedrío. Esta narración da nombre a mi columna y representa un ejemplo desde lo fantástico en que el cuerpo se rige bajo su propia autonomía, en que sigue unas reglas misteriosas y contrapuestas a lo que deseamos o esperamos de él.

Hellraiser es otra obra literaria y película de Cliver Barker (él mismo la dirige), la cual expone una mezcla de placer con suplicio físico que es administrada por unos extraños seres vestidos en cuero; he aquí una metáfora de cómo el erotismo puede ir más allá de los lindes de lo socialmente percibido como aceptable y de cómo la violencia física, acercarse a lo tanático, paradójicamente imprime en los seres humanos vitalidad y deseo.

AQUÍ puedes leerlo.

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Miguel Sandoval

Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM.

28 años, lector y gran fanático del terror.

Escribo sobre cine, microrrelatos y de mis experiencias cotidianas.

¡Larga vida a la Nueva Carne!

@sndvlmiguel

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