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LAS PRECURSORAS DE LO INSÓLITO EN MÉXICO

 

Alejandra Rodríguez Montelongo

 

En los últimos años ha surgido una nueva modalidad literaria denominada como “literatura de lo insólito”, la cual hace referencia a aquellos relatos que, partiendo de la cotidianidad, revelan elementos perturbadores que rasgan lo considerado como normal. “Lo insólito” ha aparecido de esta manera como un nuevo género y al mismo tiempo, no obstante, ha sido catalogado también como una poética, una estética, una perspectiva, un modelo de escritura e incluso como un recurso literario, creando así cierta ambigüedad a su alrededor.

La situación se vuelve aún más compleja si a ello le sumamos el hecho de que gran parte de sus textos pueden ser enmarcados en el género de lo fantástico, o si tomamos en cuenta que en ciertas ocasiones se ha usado “lo insólito” para denominar a una tipología que pretende abarcar la literatura fantástica, la ciencia ficción, lo maravilloso, lo extraño e inclusive el weird y new weird.

Por todo esto, algunos teóricos critican esta clasificación argumentando que se trata de un término paraguas, un concepto que pretende abarcar una diversidad de fenómenos que podrían explicarse de forma independiente y profunda. No obstante, pese a la falta de acuerdo de los teóricos, gran parte de la literatura actual parece desdibujar sus límites y jugar con diversos géneros, volviendo práctica la apertura de clasificación que ofrece “lo insólito”. Aunado a esto, diversas escritoras se han apropiado del término justificando su existencia.

Así, “lo insólito” acaba por ser asociado en muchas ocasiones con esta nueva ola de lo fantástico en la que los elementos no miméticos irrumpen un mundo similar al nuestro. Sin embargo, si en el fantástico clásico era la contraposición violenta de estos dos mundos lo que provocaba el quiebre de los protagonistas, en esta nueva expresión de lo fantástico el quiebre no se da a partir de la intromisión de lo sobrenatural, sino que éste es en muchas ocasiones la gota que derrama el vaso y el origen real del caos se encuentra en el mundo mimético, evidenciando un malestar cultural y proponiendo una crítica social.

De esta manera, las llamadas escritoras de lo insólito se caracterizan por su narrativa desafiante y por abordar temas tabú o aspectos de la sociedad que en muchas ocasiones se callan como las enfermedades mentales, la injusticia, la marginación, los conflictos de la maternidad, etc. Con ello levantan el velo que envuelve lo social, revelando lo siniestro en nuestra cultura.

A continuación, te contaré sobre algunas autoras mexicanas que sin duda fueron precursoras de este movimiento literario y que han inspirado a la nueva generación de escritoras insólitas.

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Elena Garro

(Puebla, 1916-1998)

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Una de las escritoras más relevantes de la literatura mexicana es sin duda Elena Garro. Publicó más de 35 obras y ganó el Premio Xavier Villaurrutia por Los recuerdos del porvenir (1963), novela que ha sido considerada precursora del realismo mágico (aunque a la narradora le desagradaba ser encasillada en dicho concepto).

Un libro de esta autora que merece ser más leído es La semana de colores (1964), el cual contiene trece cuentos en los que la irrealidad se mezcla con lo mimético de maneras poéticas. Su narrativa nos hace creer que lo sobrenatural es tan sólo una metáfora o expresión cargada de lirismo, no obstante, al continuar la lectura descubrimos que las expresiones son literales y la realidad no es tan clara como pareciera. El juego con el tiempo es además magistral.

Sin duda, La semana de colores es un libro imperdible dentro de la narrativa fantástica e insólita, sobre todo sus cuentos “La culpa es de los tlaxcaltecas”, “¿Qué hora es?”, “La semana de colores”, “El duende”, “El anillo”, “Perfecto Luna” y “Era Mercurio”.

AQUÍ puedes leer «La culpa es de los tlaxcaltecas».

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Guadalupe Dueñas

(Guadalajara, 1910-2002)

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Guadalupe Dueñas, lamentablemente, es una autora poco conocida pese a su prolífica pluma. Su narrativa está llena de nostalgia y transita del miedo y la inocencia a la melancolía, aun así, pese a estos registros, en algunos cuentos como “Historia de Mariquita” se puede leer un humor e ironía que contrastan de forma armónica con lo siniestro. Otros cuentos más cercanos al terror, como “Al roce de la sombra”, son maravillosas obras de intertextualidad que establecen conexiones con relatos como “La cena” de Alfonso Reyes, “Aura” de Carlos Fuentes o “La quinta de las celosías” de Amparo Dávila.

Su libro más conocido Tiene la noche un árbol (1958) fue acreedor al Premio José María Vigil en 1959. Entre sus páginas encontramos niñas abandonadas, mujeres siniestras, moribundos, enfermos y, sobre todo, bestias e insectos. De hecho, debido a la proliferación de animales en su narrativa, algunos críticos han señalado que la autora bien pudo haber creado un bestiario; otros más han llegado a comparar sus cuentos con fábulas modernas cargadas de cierto aire siniestro.

AQUÍ puedes leer «Historia de Mariquita».

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Amparo Dávila

(Zacatecas, 1923-2020)

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En una época en la que no era común hablar de la salud mental o de los conflictos femeninos, Amparo Dávila publicó sus cuentos donde lo siniestro provenía justo de esa represión social. La narradora y poeta era experta en el conocimiento del ser humano. Su capacidad de observación se nota en cada cuento donde se evidencian los conflictos psicológicos y conductas patológicas, las cuales, en muchas ocasiones, hemos tendido a normalizar en nuestra cultura.

Su pluma, en extremo cuidadosa y pulcra, está construida de silencios. Algunos críticos y estudiosos como Daniela Monroy han comparado su narrativa como una filigrana, es decir, un fino tejido de oro o plata en el que los huecos tienen un papel fundamental; así también, en la narrativa de la zacatecana los puntos suspensivos, lo no dicho, lo que se calla, termina por convertirse en pozos donde habita lo siniestro.

Pero si la narrativa daviliana es una filigrana donde los huecos son portales a lo innombrable, los hilos con los que la autora teje sobre el abismo están creados con el oro y la plata de la literatura clásica. Al adentrarnos en su narrativa, nos percatamos de que cada cuento abre sus puertas a la intertextualidad, tejiendo una red con los clásicos de la literatura. La divina comedia, John Keats, T. S. Eliot y E. T. A. Hoffman, entre otros, son retomados y reinterpretados por quien es considerada, por muchos, como una de las mayores exponentes de lo fantástico.

AQUÍ puedes leer varios cuentos.

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Inés Arredondo

(Culiacán, 1928-1989)

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Perteneciente a la Generación del Medio Siglo, es considerada una de las mejores escritoras mexicanas debido a su obra cuentística, que cuestiona los valores de su época y aborda temas tabú como el erotismo, la perversión, el voyerismo, la sexualidad, el incesto y la locura. Debido a esto, en su tiempo su literatura fue considerada como un insulto a las buenas conciencias. Sin embargo, ello no fue impedimento para que su libro Río subterráneo ganara el Premio Xavier Villaurrutia en 1979.

Pese a que el registro realista sobresale en la mayoría de su obra, lo siniestro suele entreverse en sus cuentos, sobre todo en “Apunte gótico”, “La sunamita” y “Río subterráneo”, donde se explora la cordura humana y se pone a sus personajes en situaciones límite. Algo que destaca en la narrativa de Arredondo es su poética repleta de claroscuros, imágenes que juegan con la irrealidad, frases que desdibujan los límites para mostrar las facetas más crudas del ser humano en medio de la belleza del lenguaje.

AQUÍ puedes escuchar «La sunamita».

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Adela Fernández y Fernández

(Ciudad de México, 1942-2013)

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Conocedora de la tradición oral, la cosmovisión prehispánica, lo surrealista y lo esotérico, Adela Fernández es una de las autoras que había quedado en el olvido y hoy, por fortuna, comienza a tener la difusión que merece.

Sus cuentos bordan el miedo metafísico y recurren a la ironía y el aire carnavalesco, trastocando los órdenes establecidos. Al mismo tiempo, hace con ellos una crítica social evidenciando la marginalidad, el racismo, la misoginia y el adultocentrismo. De ahí que sus personajes sean individuos liminares, sujetos sumidos en el rechazo, niños abandonados, mujeres condenadas a servir a otros, obligadas a no ser más que una especie de mueble o ente vegetal.

Resalta de igual forma en su narrativa la expresión masoquista o mórbida de la espiritualidad, pues aquí, en el universo de Adela Fernández, a pesar de existir los milagros y las deidades, lo divino no es refugio para los personajes sino una fuente de locura, dolor y muerte.

AQUÍ puedes leer «La jaula de tía Enedina».

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Leonora Carrington

(Reino Unido, 1917-2011)

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Tal vez resulte extraño encontrar el nombre de la reconocida pintora Leonora Carrington en esta lista; sin embargo, su obra literaria está muy cercana a la irrealidad y lo insólito. Sus cuentos están plagados de extrañeza y situaciones que nos recuerdan, en cierta manera, a los cuentos de los Hermanos Grimm, pues ambas obras son narraciones mórbidas, un tanto sádicas, con la diferencia de que los cuentos de Carrington se entremezclan con lo surrealista y aquello que escapa de nuestro marco de realidad.

En 2020, el Fondo de Cultura Económica publicó un tomo con sus cuentos completos. En él podemos encontrar las narraciones publicadas en sus libros La casa del miedo: Memorias de abajo (1938), El séptimo caballo y otros cuentos (1992) y La dama oval (1939), así como algunos cuentos antes inéditos.

AQUÍ puedes leer «La debutante».

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Herederas de lo insólito

Hoy en día, la literatura de lo insólito ha surgido con fuerza sobre todo en las voces femeninas, quienes, mediante sus letras, han confrontado los horrores de la realidad. Algunas autoras mexicanas que han continuado esta genealogía fantástica e insólita son Gabriela Rábago Palafox, Cecilia Eudave, Liliana Blum, Daniela Tarazona, Atenea Cruz, Lola Ancira, Adriana Azucena Rodríguez, Karla Barajas, Jazmín García Vázquez, Alma Mancilla, Carmen Macedo Odilón, Samanta Galán Villa, Claudia Cabrera Espinoza, Montserrat Garcés González, Ángeles Ortiz Espinoza, Claudia Soto, Eréndira Corona, Magdalena López, Raquel Castro, Alicia Mares, Martha Riva Palacio y muchas autoras más. Juntas hoy forman un aquelarre para invocar lo siniestro dentro de la cultura y regresar la voz a los muertos.

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Alejandra Rodríguez Montelongo

Zacatecas (1993).

Psicóloga y maestra en Literatura Hispanoamericana.

Suele conjurar lo fantástico y lo siniestro escondido en la tinta de las escritoras.

Es autora del libro de cuentos Canto de enredaderas (2021).

Ha sido becaria del PECDA y fue reconocida en 2021 con el Premio Estatal de la Juventud (Zacatecas) en la categoría de Literatura.

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