RECUENTO 2024
TERROR CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
Vivi Page
Dicen que este 2024 fue un buen año para los amantes del cine de terror. Es cierto, se estrenaron bastantes películas y varias de muy buena calidad. Aunque el número de directoras mujeres sigue siendo desproporcional al masculino, me es grato ver que hay varias óperas primas de directoras y propuestas desde buenas hasta excelentes con una mirada indudablemente diferente y necesaria a la que aporta un director. En este texto haré un repaso por algunas de esa cintas estrenadas este año.
The First Omen es el debut de Arkasha Stevenson en la pantalla grande. La película es una precuela de The Omen (Donner, 1976) y trata de Margaret, una joven enviada a Roma que descubre que la Iglesia quiere traer al mundo al Anticristo con el objetivo de recobrar fieles que busquen el cobijo de Dios. Es una propuesta interesante por varios puntos, pero me centraré en uno: el ojo femenino. Aunque la premisa no es novedosa, como ejemplo está Rosemary’s Baby (Polanski, 1969), es ameno internarnos más en la madre, la protagonista, no vista desde fuera sino tratada de forma más íntima a través de conversaciones entre puras mujeres, de su trato con los niños, de sus pesadillas y ¿alucinaciones? Margaret hace amistad con Luz, otra mujer joven que le entregará su vida a Dios y que antes de los votos la lleva de fiesta, le enseña a tener conciencia de su cuerpo y a de lo que está renunciando. En otra escena miramos a las hermanas conversando sobre un hombre atractivo en sus épocas de juventud, mientras fuman y ríen. Pero lo más sobresaliente son las escenas de piel y carne, como los planos detalle de un cuerpo siendo perturbado por una tarántula o la piel sudorosa de una mujer a punto de dar a luz, que es una escena dolorosa que culmina con una mano no humana saliendo de ella, quien lucha, grita y sufre no sin antes regalarnos una sonrisa macabra. Un excelente trabajo, desde el guion hasta la cinematografía.
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Es inevitable comparar The First Omen con Immaculate de Michael Mohan, el único título en esta lista dirigido por un hombre. La premisa es similar: hay una monja virgen embarazada. Sin embargo, me parece menos propositiva en la narrativa. Hay un villano claro, un hombre jugando a ser Dios, y una mujer que no estaba preparada para ser madre (me refiero a las que tienen que parir). Se valora la denuncia a favor del derecho de la mujer sobre su cuerpo, con pedradas a la Iglesia y hasta a la ciencia. La inmaculada es la Hermana Cecilia, fiel devota a Dios, inocente, pura e ingenua, pero también bella, lo que se recalca en diálogos de otros personajes y una cámara discreta sobre Sydney Sweeney. Estos elementos convierten a la protagonista en la final girl perfecta. La escena final es preciosa: Cecilia sale de una cueva, como si estuviera renaciendo; el verdor del campo y la luz del día contrastan con el túnel del que salió y la hermosa hermana inmaculada, con su hábito blanco lleno de sangre y su cara manchada y cansada, ya no es la mujer inocente e ingenua: ahora es una sobreviviente y luchadora. Presenciamos un parto doloroso en el que la actriz se luce totalmente y un desenlace agridulce. Si se me permite la comparación, ambos subtextos tratan de mujeres a las que no se les está negando el derecho de decidir sobre su cuerpo. Aunque me parece una mejor propuesta The First Omen por los detalles estéticos, de fotografía y por ser una precuela bastante bien realizada, con autonomía y voz propia que acaba enlazando muy bien con la película del 76.
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Sin embargo, una que sí quiere ser madre es la protagonista de The Devil’s Bath, película de Veronika Franz y Severin Fiala. Nos situamos en Austria en el siglo XVIII. Agnes es una mujer joven recién casada, tiene que abandonar la vida que conoce al lado de su madre y su hermano en una celebración preciosa con el fondo de un paisaje claro. Desde ahí sabemos que Wolf, su marido, es homosexual, pero ni ella ni los demás lo saben. Por supuesto, hablamos de otra época donde era un pecado mayor amar a alguien de tu mismo sexo que sacrificar una vida. Así comienzan sus días: su esposo no la toca y su suegra no la quiere. A través de simbolismos e imágenes claras observamos un deterioro de su mente al sentirse incomprendida y sola porque incluso su propia familia la hacen sentir así. Mientras sus deseos de ser madre no sólo no llegan, sino que la culpan a ella por eso. El inicio es brutal: una mujer sacrifica a un bebé (en ella miramos total desesperanza), va a la iglesia a confesar sus pecados y es absuelta pero castigada: la matan y le cortan los dedos y la cabeza. Al final, Agnes, como muchas mujeres de una época en la que no podían expresarse, decide terminar con el dolor de la mejor manera que le ha enseñado su comunidad. Poéticamente irónico, termina donde todo comenzó, generando un ciclo de violencia social provocado por el miedo al pecado y la ignorancia. ¿Qué decir de esta cinta? Es brutal, es triste, es real, pero también cinematográficamente bellísima, con inteligentes simbolismos y un relato bien contado.
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Ishana Shyamalan lanzó su ópera prima: The Watchers, que trata de Mina, una mujer que se pierde en un bosque y encuentra a otras tres personas que se esconden por las noches en un refugio para que los “observadores”, unas criaturas que pueden convertirse en humanos, no los atrapen; ellos estarán a salvo si se dejan observar a través de un espejo. Mina intenta siempre escapar, ya sea de su familia, de la responsabilidad de una relación interpersonal, de darle un objetivo a su vida y, en el punto en el que se desarrolla la película, de los observadores. Pero no lo logra hasta que acepta sus culpas, porque esta película habla de eso: de las culpas. La constante figura de dobles —un perico cuya función es repetir lo que dices y sin embargo sólo aprende una frase, la hermana gemela y las criaturas que imitan a los humanos— simbolizan una dualidad: o enfrentas las culpas o te escondes de ellas. Como sea, no se irán nunca, sólo se sobrellevan. Aunque los últimos minutos estorban al mensaje y afectan la calidad de la película, se deja una historia interesante y una cinematografía bastante decente.
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Lisa Frankenstein, dirigida por Zelda Williams y escrita por la propositiva Diablo Cody, es una película fresca y divertida que utiliza su propia versión del monstruo de Frankenstein y, sobre todo, su propia versión del creador del monstruo. En este caso, Lisa es una chica que sufrió la muerte de su madre de manera violenta por lo que tiene actitudes asociales que provoca que no tenga amigos: ella es la rara, la marginada, con una imagen gótica, opuesta a la dulce imagen de las populares porristas. La única persona amable con ella es su hermanastra, quien la invita a integrarse a la sociedad y procura una buena relación en su circulo familiar, donde la “nueva” madre no quiere a la protagonista y el padre está en realidad ausente. Lisa vive en esa soledad hasta que, sin querer, revive a un joven victoriano. Por supuesto, al ser resucitado actúa como zombie: se está pudriendo, no habla, es físicamente rígido. Y poco a poco, de manera sutil, se desarrolla un lazo entre ellos dos. Aquí la heroína es al mismo tiempo la villana: su incomprensión del mundo y saberse incomprendida por el mismo la lleva a participar en una serie de asesinatos que, si bien los comete el monstruo, ella no sólo acepta y lo encubre sino también lo incita y planea. Lisa tiene una personalidad compleja. La presencia masculina es simple: un primer personaje inocente pero insignificante, un interés romántico de la protagonista movido por el sexo y, por último, el monstruo que no piensa demasiado y no habla para nada. Se agradecen las referencias del cine de todos los géneros y de todos los tiempos. Bastante entretenida, en general.
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Falta otra lista de películas que valen la pena comentar, pero por lo pronto estos son los títulos que a mi parecer muestran un lado divertido, humano, cruel, real o fantástico de mujeres con personalidades diversas.
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Vivi Page
Nací en la ciudad de Puebla, el 2 de diciembre de 1997.
A muy temprana edad me enamoré de las palabras y desde entonces hasta ahora he intentado conquistarlas.
Estudié un año lingüística y literatura. Sin embargo, por azares del destino, dejé la carrera, pero no las letras.
Mis relatos van desde lo erótico hasta lo escabroso, publicados en algunas revistas digitales.
Y este es solo el comienzo.
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Sólo no lucres con él y no olvides citar a la autora y a la revista.