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CUENTOS MACABROS

 

Uggla Horrorwitz

 

 

Existe un libro olvidado en la literatura mexicana, de portada terrorífica y publicado en 1911 en la época del Porfiriato, cuyo primer prólogo fue hecho por Juan De Dios Peza. Los cuentos recopilados en Cuentos macabros fueron publicados con anterioridad en los periódicos de la época algunos años antes y están llenos de terror natural y fantástico, alberga en sus páginas uno de los pocos relatos que hacen referencia a los vampiros dentro de la literatura hispanoamericana y, por si fuera poco, otro de sus relatos sirvió de influencia para Lovecraft y Clark Ashton Smith.

La primer referencia que tuve de Alejandro Cuevas fue de la mano de Emiliano González en su libro Ensayos, donde  menciona  que el cuento “El aparato del Doctor Tolimán” (1910) fue influencia para Lovecraft en su relato “Herbert West–Reanimator” (1922) .

Al comenzar a buscar más información  al respecto, encontré el artículo “El aparato del doctor Tolimán”, que escribió Miguel Lupián acerca de la influencia que tuvo Cuevas sobre la obra de Emiliano González, y las menciones que se hacen a su obra en el artículo de “El año de la ciencia ficción Mexicana de 1927” y en el capítulo “El doble: de la ciencia a la tecnología” del libro The Emergence of Latin American Science Fiction l.

En el libro Alacena de minucias de Andrés Henestrosa le dedican una página, y es justo ahí donde supe que había una reedición del libro original lanzada en 1954.

Con esta información en la bolsa y con la consigna de que los cuentos de Alejandro Cuevas eran cuentos más de costumbrismo mexicano que de terror, me di a la tarea de buscar una copia del libro. Tras algunos menesteres pude conseguir las copias de ambas ediciones, la de 1911 en formato digital y la re impresión en offset de 1954 en la que, adicional al prólogo de Juan De Dios Peza, se agrega una mención de la obra de Cuevas a manera de prólogo por parte de José Vasconcelos (esta reedición fue revisada por Gloria Cuevas, la hija del autor).

Alejandro Cuevas nació y murió en la Ciudad de México (1870 -1940), estudió en el Conservatorio Nacional de Música, fue compositor: escribió y montó con éxito varias obras de teatro, cuentan que en una de  ellas, “Los muertos que hablan”, ya tiene tintes fantásticos.

Los 15 relatos del libro, si bien están llenos de costumbrismo, también todos y cada uno de ellos tiene su toque de terror, ya sea fantástico, natural o grotesco, acompañados de  viñetas terroríficas hechas por el autor: cuervos devorando un cadáver, vampiros, arañas, esqueletos danzantes que simplemente hacen del libro un placer visual.

Así pues, aquí  dejo una breve reseña de los cuentos, con algunas referencias a otros relatos de terror y fantasía que recordé al leerlos.

“Ante el jurado”

Un relato de terror psicológico sobre un asesinato. Aunque la trama es bastante tensa y alusiva, un móvil externo al final queda en el aire: la idea de que se trate del doppelgänger del protagonista me hizo evocar el relato “Markheim” de Robert Louis Stevenson.

“El fin de Mariana”

La historia de una aristócrata venida a menos que vive en la miseria con tal de preservar un rescoldo de la riqueza que algún día tuvo. El final es bastante terrorífico y sugestivo; me hizo recordar el relato “La llave de los tres esqueletos” de George Toudouze, por la conducta rapaz que pueden tener ciertos roedores.

“Carboncillo”

Sin duda uno de mis cuentos favoritos. Una historia de amor, muerte y terror. Carboncillo es un pintor que lucha por salir adelante junto a su amada Rosa. Por temas de trabajo, se separa de ella y ella muere en condiciones bastante extrañas. Cuando exhuma el cuerpo, lo que descubre genera en él un repudio hacia los médicos. El final gira entorno de la catalepsia, y es inevitable recordar los relatos “El entierro prematuro” de Poe, “La noche del loco” de Francisco Tario y “Catalepsia” de Carlos Díaz Dufoo.

El caso de los cuentos “Lucero”, “El armón”, “Las cruces del veterano”, “El drama del taller”, “Cariátide”, “El vestidor”, “Sangre en la montaña” y “Cordelia” son cuentos que irradian costumbrismo y que tienen en común un final trágico impregnado de terror, pero creo que las tramas rayan tanto en lo dramático que el elemento de terror termina siendo un poco insípido, siendo quizás “El drama del taller», “El vestidor y “Cordelia” los más macabros, por lo inesperado de su final.

“Sleeping Car”

Es la historia de Tomasito, un pequeño papelerito huérfano cuyo sueño es viajar en un Sleeping Car (un antiguo vagón de tren de lujo de aquella época). El precio por cumplir su sueño será muy caro… Este relato cabría en la lista anterior salvo por las alucinaciones pre-mortem del niño, que son bastante oscuras. Una de ellas me recordó el cuento “El escuerzo” de Leopoldo Lugones. Sin este elemento sería  un relato más en la línea de ese terror generado por situaciones cotidianas.

“La escultura de cera”

Relato de misterio y terror. Comienza en un museo nombrado Museo Anatómico Científico, al que entran el Doctor Muriel y sus colegas. En el recinto se exhiben embriones con malformaciones, colonias de bacterias amplificadas, órganos humanos envenenados disecados y otras curiosidades; también, una escultura de cera de una rubia y bella mujer amortajada. El Doctor Muriel contará la terrorífica historia de la esposa del doctor Zimmermann, un eminente médico Alemán cuya esposa moriría en condiciones bastante extrañas. Este relato es una mezcla de thriller con terror muy en la línea de esos relatos de Sabios locos. Al leerlo no pude evitar acordarme de la novela El secreto de tus ojos de  Eduardo Sacheri, el relato “El hacedor de sombras” de Karl Hans Strobl y “La ventana abierta” de Vincent Starrett. Sin duda, un relato que consigue atrapar desde el inicio con un final bastante inesperado y atroz.

“El vampiro”

Historia de un niño que vive con su padre y un viejo anciano italiano que causa en el niño un miedo inexplicable. Tiene como escenario un desván, donde el pequeño se refugia. Justo ahí toman vida sus pesadillas: la visión premonitoria de una araña gigante que amenaza con comerse a su padre, un viejo-araña-vampiro que nos muestra que los vampiros se pueden alimentar del miedo, del tiempo o incluso del dinero. Un relato fantástico con un final trágico que nos lleva a caminar sobre los bordes de las telarañas de la imaginación.

“El aparato del Dr Tolimán”

Sin duda, el mejor relato de la antología y, posiblemente, el que más evocaciones causa y más referencias tiene. La historia se desarrolla en el hospital mental que dirige el Dr Luciano, quien invita a su pariente (el narrador, de quien nunca se dice el nombre) a que visite su clínica. En ella, conoce al Dr Tolimán (un paciente), que convive con el personal y quien es uno de sus pacientes con un trastorno muy particular. Luciano le enseña al interlocutor el diario del Dr Tolimán, donde cuenta la historia de un joven médico que creció maltratado por su padrino, quien se encarga de educarlo. En su carrera de galeno diseña un aparato que es capaz de revivir a los muertos y es justo con su padrino con quien probará su terrorífico invento. Un relato que atrapa desde los primeros párrafos con un final bastante interesante y macabro. La narrativa del inicio me recuerda al relato “El sistema del Dr Tarr y del Profesor Fether de Poe”. Este relato de 1911 es una clara influencia del “West-Reanimator” de H.P. Lovecraft, el parecido entre ambos lo pone en evidencia.

Otros dos datos curiosos sobre este relato es que existe un relato llamado “Los cazadores del más allá” de Clark Ashton Smith cuya historia se lleva a cabo en la librería Toleman (demasiada coincidencia el nombre), donde, mientras el personaje principal revisa un libro de Goya, tiene la visión de un fantasma. La historia se centra en un escultor que ha tenido unas visiones demoníacas y su obra lo demuestra. Dicho relato aparece en uno de los números del fanzine español Los Diletantes de Lovecraft.

El otro dato curioso es que al final del relato “El vampiro” aparece una ilustración de una araña con cabeza humana que pudo haber influenciado en la portada de la antología The Macabre Reader (Wollheim, 1959). Estos datos se pueden mirar más a detalle en el artículo “Surrealismo y ciencia ficción II” de Emiliano González.

Definitivamente, Cuentos macabros de Alejandro Cuevas es uno de esos libros perdidos en el tiempo, una referencia obligada de la literatura de fantasía y terror mexicana.

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Uggla Horrorwitz

Lector compulsivo de terror y fantasía. A veces escribe sobre las pesadillas que aún no ha tenido,

pero que tanto le gustaría que lo aterraran.

https://traeum-suess.blogspot.mx/

 

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