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FANTASMAS Y MARAVILLAS

II

 

Miguel Lupián

Primera parte

 

 

Continúo con las breves reseñas/invitaciones a leer de los cuentos publicados en la antología Ghosts and marvels: a selection of uncanny tales, from Daniel Defoe to Algernon Blackwood, seleccionada por V. H. Collins y publicada en 1924 (en la colección “The world’s classics» de la Oxford University Press).

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Te recuerdo que dándole clic al título, podrás acceder al cuento.

 

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The lifted veil (El velo alzado o descubierto) es el cuento más largo (podría considerarse una noveleta) de la colección. Fue escrito por George Eliot, pseudónimo de la escritora inglesa Mary Ann Evans, y publicado en 1859. Latimer, nuestro protagonista, “sufre” de visiones premonitorias y tiene la capacidad de leer los pensamientos de las personas, salvo los de Bertha, la mujer más cruel y coqueta que encontrarás/soñarás en esta antología. En un lenguaje perfectamente cuidado y poético, Latimer, al borde de la muerte, con toda la angustia que esto conlleva, nos cuenta su historia; de todo lo que sufrió por conseguir el amor de Bertha, a pesar de las visiones que no le auguraban nada bueno. Dos frases a destacar: Ubi saeva indignatio ulterius cor lacerare nequit (algo así como: donde la fiera indignación ya no puede lesionar al corazón), que es un fragmento del epitafio de Jonathan Swift, y The fear of poison is feeble against the sense of thirst (el miedo a ser envenenado es ineficaz ante la sed).

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The open door (La puerta abierta) de la escocesa Margaret Oliphant, publicado en 1881. “La historia más hermosa de la colección”, según M. R. James. También es la historia más “redonda”. Es decir, contiene todos los elementos que hicieron de este género un clásico: una construcción en ruinas, un personaje sensible a lo sobrenatural con el que los muertos/fantasmas pueden comunicarse, un pasado cruel y oscuro que debe ser revelado… Elementos que Guillermo del Toro recuperó en su hermosísima Crimson Peak. Además, la pasión/emoción que le inyectó a sus personajes es maravillosa. Podemos sentir la desesperación del padre de Roland, el niño convaleciente que escucha los lamentos del fantasma ¡Oh, madre, déjame entrar! ¡Oh, madre, dejame entrar!, por revelar el misterio para que su hijo sane. Igual de interesante resulta la confrontación de ideas sobre el tema entre los criados, el médico, el párroco… Todo un clásico. Ah, y lo más importante (al menos para la misión de esta columna) es que todo transcurre en Brentwood, poblado cercano a Edimburgo.

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The body-snatcher (El ladrón de cadáveres) de Robert Louis Stevenson, gloria de Edimburgo, responsable de obras inmortales como El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde y admirado por autores de la talla de Chesterton, Wells y Borges. Publicado en 1884 e inspirado en los terribles sucesos que volvieron famosa a esta ciudad, cuenta la historia de dos de estudiantes de medicina que conseguían cuerpos para que su tutor pudiera seguir impartiendo sus cátedras. Sí, una variante de los verídicos Burke, Hare y el doctor Knox. Aunque muy interesante, esta premisa no depara nada fantástico. Pero, con una maestría insuperable, en la última línea de la historia, Stevenson imprime una vuelta de tuerca que te volará la cabeza. Por cierto, el 13 de noviembre Robert Louis cumpliría 165 años, por lo que la ciudad tiene preparadas muchas actividades que, por supuesto, compartiré.

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The monkey’s paw (La pata de mono) del inglés W. W (William Wymark) Jacobs. Publicado en 1902, este cuento puede ser encontrado en casi toda antología de cuentos de terror (vamos, hasta apareció en Los Simpson). La pata de mono es un talismán que te concederá tres deseos, pero con funestas complicaciones. Este cuento define a la perfección lo fantástico: puede ser explicado como una sucesión de terribles coincidencias o como una maldición. Tú decides.

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The crystal egg (El huevo de cristal) del inglés H. G. (Herbert George) Wells. Publicado en 1897, este cuento se aleja de los fantasmas y nos transporta a las maravillas de la ciencia ficción. En una “tiendecita de aspecto mísero” de cuya puerta colgaba un letrero donde se podía leer C. Cave. Taxidermista y Anticuario, que me hizo recordar a la Tienda de antigüedades del perverso de Mefisto (“Los sueños de la bella durmiente” de Emiliano González), se encuentra un huevo de cristal con una pequeña grieta en su superficie, donde puedes observar paisajes de ensueño y extrañas creaturas. Se rumora que Borges se inspiró en este cuento para escribir “El Aleph”. No necesito decir más.

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Ancient sorceries (Antiguas brujerías) del inglés Algernon Blackwood. Escrito en 1908, la historia es contada a John Silence, doctor de lo extraordinario. Arthur Vezin, un perfecto don nadie, con una determinación inusitada, decide bajarse del tren en un pequeño poblado francés. Uno de los pasajeros le advierte algo, pero Vezin sólo logra escuchar y entender “debido a los sueños y a los gatos”. Conforme pasan las horas, el pueblo ejerce una especie de embrujo sobre él y le resulta imposible abandonarlo… hasta que se da cuenta que los habitantes, el lugar y su hermosa hospedera guardan un terrible y antiguo secreto. Seguramente Lovecraft (quien, entre muchas otras cosas, apuntó que en la obra de Blackwood “puede hallarse la mejor literatura espectral de ésta o de cualquier otra época”)  se inspiró en este cuento para escribir “Los gatos de Ulthar”. Si te gustó la historia (sé que lo hará), busca “Los sauces” y “El Wendigo”, sus cuentos clave.

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The moon-slave (La esclava de la luna) del inglés Barry (Eric Odell) Pain. Publicada en 1901, es la historia, contada con la brevedad y poesía de un cuento de hadas, de la princesa Viola, quien amaba bailar y le entristecía que nadie más pudiera hacerlo. “Lo hacen bien, pero no pueden bailar, Mecánicamente no fallan; lo han aprendido bien y no cometen errores infantiles, pero sólo son máquinas de uno-dos-tres”. La noche en que fue prometida al príncipe Hugo, se perdió en el bosque y encontró un antiguo laberinto, donde la luna brillaba majestuosamente. La princesa Viola quiso bailar, pero no había música… “Dulce luna, haz que tu luz blanca se transforme en música y bailaré deliciosamente para ti. Ay, dulce luna, haz esto por mí y seré tu esclava”… Se rumora que Stevenson descubrió a este autor y que lo comparó con Maupassant. Un gratísimo descubrimiento.

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Casting the runes (El maleficio de las runas) del inglés M. R. (Montague Rhodes) James. Publicado en 1911, cuenta la historia del señor Karswell, un excéntrico autor (que te hará pensar en Aleister Crowley) cuyos libros han sido rechazados y que ahora busca venganza a través de una maldición. Algo así como el inicio de la película Arrástrame al infierno (Drag me to hell) de Sam Raimi. Sólo que en este caso la maldición se transmite a través de runas escritas sobre un papel, cuyo portador, si no logra deshacerse de él en tres meses, sufrirá una muerte terrible. Aquí radica la clave de este cuento, en el poder de la palabra escrita. En 1957 Jacques Tourneur filmó una versión llamada La noche del demonio (Night of the demon), renombrada (y editada, pues en la original el productor incluyó a un monstruo, en contra de los deseos de todos) después La maldición del demonio (Curse of the demon).

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Aquí termina este viaje por los fantasmas y las maravillas de antaño que hicieron de lo fantástico nuestra forma de vida. Disfrútalos con calma y prepárate, porque en la siguiente entrega de esta columna revisaremos lo que se está escribiendo actualmente en la escena independiente de esta lluviosa y mágica Escocia.

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Imagen de cabecera: Danica Novgorodoff (AQUÍ puedes leer su bellísima versión ilustrada de «The monkey’s paw»).

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yoscaryMiguel Antonio Lupián Soto

Ex alumno de la Universidad de Miskatonic, feligrés de la iglesia Cthulhiana y devoto de San Lemmy.

mortinatos.blogspot.mx

@mortinatos