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HUMANISMO FREUDIANO Y SEXUALIDAD

I

 

Emiliano González

 

Así como Marx humaniza al escolástico Hegel, Freud vuelve ciencia la antigua religión. La confesión ante el sacerdote se vuelve el diálogo humanista con el doctor y éste se basa en el pasado para interpretar el presente de sus pacientes, a diferencia de los antiguos griegos, que se basaban en el futuro, en las predicciones, para curar a los enfermos. El dialéctico Platón le dice a Freud que el humano en sueños llega a realizar cosas imposibles en la vigilia, es decir, a realizar ciertos deseos reprimidos. El antiguo griego Antifón, autor de Arte de no sufrir, en un consultorio de Corinto, sana con palabras a los pacientes y después de saber las causas del mal, los alivia, en parte, interpretando sus sueños. Sin embargo, atiende más a las adivinaciones que a la experiencia. El crítico A. J. Cappeletti alude a Antifón en un libro sobre el sueño y la filosofía. Observa Alfonso Reyes que los templos de Asclepio (dios de la medicina) en Esmirna “tenían unos aposentos donde los enfermos eran recluidos para lo que se llamaba la ‘incubación’. Allí se quedaban a dormir, pues lo esencial de la cura… era la interpretación de los sueños. El dios Asclepio inspiraba los sueños. Los oficiantes interrogaban después al paciente y, guiándolo con delicadeza, llegaban a interpretar el oráculo nocturno y a establecer la prescripción consiguiente”.

"A sick child brought into the Temple of Aesculapius", por Waternouse (1877).

«A sick child brought into the Temple of Aesculapius», por Waternouse (1877).

El movimiento surrealista quiere unir al moderno análisis con la antigua adivinación.

Al ser un “sueño inventado” –como dice Freud–, un relato surreal implica realización de deseo y es premonitorio. De ahí la idea de visualización mágica a partir de la escritura de relatos o poemas. Gracias a la visualización termina el divorcio deprimente de la vigilia y el sueño y se inicia la verdadera relación entre el humano y la vida. Como la escritura es deliberada y el sueño no, el surrealista busca la escritura automática para lograr la espontaneidad del sueño, un tipo de escritura tan sorpresiva como las imágenes de un sueño.

“Episodios de la vida del Marqués Invisible”, texto automático mío, se basa en un sueño y sus imágenes son premonitorias.

El dibujo automático puede ser tan valioso como la escritura automática. El filósofo y artista Austin Osman Spare observa en El libro del placer (amor propio) de 1913: “El dibujo automático cura la locura porque saca a la luz el sentimiento herido, permitiendo a la conciencia reconocer lo que está obsesionando….”

Austin Osman Spare - The Book Of Pleasure Or Self Love

A diferencia de los futuristas, Osman Spare celebra el éxtasis, que para él es el amor propio plenamente realizado.

Como el sueño, el acto fallido revela el inconsciente. Cuando un día recordé mal un fragmento del poeta latino Claudiano (“la curiosidad es la madre de la invención”), transmití la noción de Claudiano, más que su frase. “La necesidad, madre de la invención –dice Claudiano–, estimula a las mentes perezosas para que poco a poco descubran la causa de las cosas”. Claudiano da por entendido que el estímulo de las mentes lleva a la curiosidad y ésta es otra madre de la invención. Y al definir a la necesidad parece definir a la dialéctica. En mi acto fallido, no logro recordar las palabras exactas, pero sí la sabiduría de Claudiano. De éste proviene la frase de Alicia: “¡Curioso y más curioso!”, y el viaje subterráneo de Claudiano es precursor del viaje de Carroll y del grupo musical The Mothers of Invention.

Freak out

Otro acto fallido memorable ocurrió en la noche en que fui invitado a un programa de radio a favor del dibujante Cabral, programa en que dije que había artistas de la época de Cabral con vidas extrañas, entre ellos José F. Elizondo, autor de Asfódelos, dije, en vez de decir Crótalos, que era el título original. Este acto fallido proviene de mi cuento “Comida”, sobre una deidad monstruosa llamada Xochicóatl, una gran serpiente disfrazada de gran flor. Al confundir asfódelos con crótalos confundo flores con serpientes, mostrando que en mi inconsciente están estrechamente unidas.

Haciendo una nueva versión del verso de Quevedo “víbora en rosicler, áspid en lirio”, dice el modernista español Manuel Reina en su poema sobre Baudelaire: “como a arbusto gentil sierpe enroscada”. En los versos de ambos españoles se basa mi cuento sobre Xochicóatl.

El otro acto fallido ocurrió cuando escribí, en una nota sobre María de Bueno y Mallarmé, para El libro de lo insólito de 1989: “pese a la prohibición de su padre, va a jugar a las tumbas”, y debí escribir: “pese a la prohibición de su madre”, pero me confundí al recordar a Kafka y a su obra de teatro El guardián de la tumba. Esta confusión mía llevó a la autora Verónica Volkow a añadir un dato exagerado a un ensayo sobre Mallarmé.

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Otro acto fallido ocurrió cuando puse que Polidori era abuelo de Dante Gabriel Rossetti, y en realidad era su tío. En la mayoría de los libros sobre el pre-rafaelismo no figura ese dato, hallado por mí en una introducción a la novela inconclusa de Polidori sobre el moderno Edipo –introducción en que hay una referencia al hermano de Dante Gabriel– y en una novela de Elizabeth Savage sobre Rossetti, titulada Willowood y publicada en 1978. Mi vaga idea del parentesco de Rossetti con Polidori me hizo escribir la palabra “abuelo”, irreflexivamente. Yo creo que la vaguedad de mi idea fue provocada por el dato indirecto de la introducción y el aspecto ficticio de la novela. Confundí al tío con el abuelo asimismo al suponer (hace varios años) que mi antepasado Carlos de la Torre era mi bisabuelo y no mi tío abuelo. Yo creo que el roedor prehistórico descubierto por mi antepasado me recordó inconscientemente al wombat (Phascolonus) amado por Rossetti. Este animal es un mamífero nocturno de los marsupiales. Al relacionar a mi tío abuelo con Rossetti fui a dar al acto fallido que me hizo confundir al tío con el abuelo.

willowood

Otro acto fallido fue el que me hizo poner “Bran” en vez de “Niord” cuando me referí al personaje amigo-enemigo de Robert E. Howard. En este caso, me confundí porque Bran era una de las encarnaciones del personaje James Allison (del cuento “El valle del gusano”), personaje que también ha sido Niord, el ario.

Howard se suicida al enterarse de la muerte de su madre.

¿Qué tienen en común todos estos actos fallidos?… La figura de la madre: la madre de la invención, la madre bíblica Eva (implícita en la unión de flor y serpiente), la madre de Mallarmé, la de Polidori y finalmente la de Howard.

El movimiento surrealista no toma en cuenta los actos fallidos, aunque sí los sueños, la escritura automática y los objetos encontrados. En sus épocas más responsables (después de la Segunda Guerra Mundial) también toma en cuenta el sadismo, tema estudiado de manera frívola en la década de los 20. Surrealismo es también “superrealismo”. En la actualidad éste implica un control de lo superior, que al ser transportado al arte se vuelve lo mejor.

El inconsciente posee aspectos inesperados, y debe ser conocido para que no domine al humano, llevándolo a la crueldad. Como tiene complejo de Edipo y lo ignora, el anti-social siente una inquietud vaga que necesita concretarse y por eso desea ser castigado. Me imagino que esta idea de Freud proviene del cuento “El corazón revelador” de Poe, en que el asesino, que ha estado obsesionado por el ojo de buitre de un viejo, se delata a sí mismo. El ojo y el buitre nos llevan al recuerdo de infancia de Leonardo de Vinci, al que Freud dedica un libro. Yo creo que por medio de la armonía del ojo y de la mano, del ojo que observa y de la mano que pinta y dibuja, Leonardo logra dominar su complejo. En la obra de Poe, hay relación entre el gato negro tuerto en la cabeza de la mujer asesinada y el cuervo posado en la cabeza de Palas Atenea, entre el gato del cuento y el cuervo del poema: si unimos al gato, al cuervo y a la mujer tenemos a la esfinge, mujer felina y alada, que Leonardo confunde con su madre cuando el buitre lo toca con una pluma. Años después, Leonardo conoce a Edipo y a la esfinge en la mitología y recuerda inconscientemente su propia infancia y su propio nombre, que alude al felino.

El hachazo dado a Zeus por Hefesto o Hermes, hachazo que da origen a Palas Atenea, se vuelve el hachazo que le da el asesino a su mujer en el cuento de Poe.

Si Leonardo puede ser comparado con Dionysos Zagreus, que domina los excesos y los defectos de masculinidad de Zeus, el emperador Aureliano puede ser comparado con Dionysos Sabazius, que no domina excesos ni defectos. Yo descubrí que en la vida del emperador, descrita por Flavio Vopisco (escritor de la Historia Augusta), figura un recuerdo de la infancia idéntico, sólo que en vez del buitre hay un águila, llevándonos a la leyenda de Zeus y Ganimedes, y una serpiente (falo agresivo). Como el ave toma al niño con las garras, en vez de rozarlo con una pluma, el caso de Aureliano resulta peor que el de Leonardo, pues el emperador se vuelve heliogabalesco, y no tiene la capacidad creativa de Leonardo.

El profesor H. Blümner, cuyo libro La vida casera de los antiguos griegos (1893) me ha suministrado algunos datos sobre educación, dice que “los niños traviesos eran llevados a la obediencia o a la tranquilidad con amenazas de ‘cocos’, pero, curiosamente, estos ‘cocos’ griegos eran criaturas femeninas, como Medusas o brujas: ‘Acco’, ‘Mormo’, ‘Lamia’, ‘Empusa’, etc». Los seres monstruosos y femeninos mencionados por las madres griegas castigadoras son aliados de ellas, al parecer justicieros. Y ellas, al aceptarlos, se ven deformadas. Una variación del buitre del recuerdo de infancia de Leonardo es el ser lunar, extraterrestre, del cuento de horror de la madre que asusta al niño en “El hombre de la arena” de Hoffmann. En este cuento sale a relucir la relación entre la luna y la sangre que establecen los hombres primitivos, relación entre el menstruo y el monstruo, entre la menstruación (relacionada con la luna) y la monstruosidad, que finalmente nos lleva al hombre-pájaro que les saca los ojos a los niños para alimentar a sus polluelos lunares. Por otro lado, el cuento de horror vulgar narrado por la madre es como una superstición, ya que carece de arte y sólo puede provocar neurosis, no curarla como hace Hoffmann al escribir su cuento. La madre de su cuento es como un personaje de Sade narrando algo perverso: una variación de Edipo sacándose los ojos. El hombre-pájaro, a diferencia de los ‘cocos’ griegos, es una criatura masculina, es un padre horrible, aliado con la madre. Al ser un personaje romántico, proviene inevitablemente del cazador cruel del ritual dionisiaco y es asimismo un descendiente del cazador de pene erecto que en la pintura rupestre de la caverna de Lascaux confunde la herida del bisonte con la vagina desflorada. De nuevo la sangre aparece mezclada con la vagina y con una confusión ante el sexo. El guerrero-lobo que en la representación eleusina es chupado por la “Keré” o vampiresa implica al salvaje dominado por una especie de esfinge que finalmente se lo lleva al Tártaro. Las ménades o bacantes adoptan aspecto de falenas o de murciélagos al ultimar al cazador-lobo de Tracia. Ante la “Keré” eleusina rematando al guerrero-lobo de Esparta, el médico y filósofo Alcmeón de Crotona había supuesto que, a diferencia del hombre dormido –que tiene la sangre concentrada en las venas– y del hombre despierto –que tiene la sangre dispersa– el hombre muerto ha perdido toda la sangre.

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En la novela gótica Manuscrito hallado en Zaragoza (1813), del polaco Jan Potocki, destacan las presencias del buitre, del ojo arrancado, del homosexualismo de hermanas y hermanos.

Es anterior a la novela de Potocki el cuento “Historia del tercer saaluk”, dentro de la “Historia del mandadero y las tres doncellas” de Las mil y una noches, acerca de un mendicante homosexual que ha perdido un ojo debido al ala de un pegaso (ser imaginario y compuesto, como la esfinge). La pérdida del ojo es el resultado de la imprudencia del mendicante al ignorar el consejo de unas bellas jóvenes.

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En el cuento “Una comida de ateos” del libro Las diabólicas (1874), Barbey D’Aurevilly se refiere al pintor Mesnilgrand, parecido a un leopardo, que no es “hombre para dejarse comer el corazón por el buitre sin tratar de aplastar el pico de éste.” Mesnilgrand conoce a un Mayor llamado Idow que parece un busto de Antinoo y a Rosalba la Púdica, “impenetrable como la Esfinge”, aunque cálida, que devora el placer en silencio y guarda su secreto. Escondido en un armario, Mesnilgrand contempla la pelea del Mayor con la Púdica, pelea en que él le lanza a ella, madre cruel, el corazón del hijo que creía suyo y que es en realidad de Mesnilgrand. La monstruosidad, el Mayor que se parece al homosexual Antinoo, la falta de respeto al hijo, el pintor-leopardo y el buitre, la madre-esfinge, todo nos lleva al recuerdo de infancia de Leonardo. En la antigüedad, era criticable la madre que descuidaba a los niños y que por ignorancia o desconsideración los dejaba al alcance de las águilas o los buitres.

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En el Sueño de Polífilo (1499) de Colonna son mencionados unos buitres que devoran el corazón, buitres comparados con ojos crueles. En el “Soneto a la ciencia” de Poe, el buitre ha sacado a la hamadríada de su bosque (y ella se ha refugiado en una estrella), ha expulsado a la náyade de su agua, al elfo de su hierba verde y al poeta de su sueño veraniego. El ojo de buitre del viejo en “El corazón revelador” es el horror máximo.

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Al comienzo del Retrato del artista adolescente (1916) de Joyce, la tía Dante amenaza a Stephen con águilas que van a sacarle los ojos. Este recuerdo infantil nos lleva al emperador Aureliano. La primera versión de la novela de Joyce incluye anticipaciones de La gloria secreta (1922) de Machen. La modernización de rituales o temas literarios paganos, realizada por Machen, inspira a Joyce.

La gloria secreta, de Arthur Machen

En el diálogo “Icaromenipo” de Luciano de Samosata, el filósofo Menipo sube al cielo con un ala de águila y otra de buitre, lo cual es una variación de la leyenda del rapto de Ganimedes realizado por Zeus, motivo de algunos cuadros renacentistas. En el cuadro de Rembrandt, Ganimedes aparece como un bebito desnudo. En el diálogo de Luciano, Zeus repudia a los filósofos y ordena que a Menipo le corten las alas para que no vuelva nunca.  Este diálogo anticipa la relación entre los recuerdos de infancia del emperador Aureliano y de Leonardo, en que el águila y el buitre asustan a los niños. En la novela Los hijos del capitán Grant (1868) de Verne, muere el cóndor que ha transportado a Robert, y éste, al volver a la vida, confunde por un momento a su amigo Glenarvan con su padre. El fragmento nos lleva al recuerdo infantil de Leonardo, en que hay confusión ante la madre después del encuentro con el ave rapaz. Cuando en el diálogo de Luciano Zeus quiere cortarle las alas a Menipo, recordamos los versos de “Lamia” en que Keats dice que la fría filosofía cortaría las alas de un ángel. Dentro del romanticismo anticipa la poesía decadente y moderna.

"El rapto de Ganímedes", por Rembrandt (1635).

«El rapto de Ganímedes», por Rembrandt (1635).

 

Continuará…

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Imagen de cabecera: «Judith», por Gustav Klimt.

 

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EGPenEmiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).