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ORLANDO FURIOSO

Y SUS DESCENDIENTES

V

 

Emiliano González

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

Cuarta parte

 

Barbey D’Aurevilly en Las diabólicas incluye un cuento sobre Mesnilgrand, un pintor parecido a un leopardo, que a pesar del opio que masca y fuma no es hombre capaz de dejar que el buitre le coma el corazón “sin tratar de aplastarle el pico” (alusión velada al recuerdo de infancia de Leonardo). Mesnilgrand es comparado con el Orlando Furioso de Ariosto. Barbey en su cuento describe también a un mayor, Idow, que parece un tigre y recuerda un busto de Antínoo que debido al capricho o mal gusto del escultor tiene esmeraldas en vez de ojos, anticipando las obsesiones edípicas del Señor de Phocas de Jean Lorrain. Los amigos de Mesnilgrand maman como niños de pecho un tonel embriagante que sólo les provoca más sed, anticipando los excesos alcohólicos del cónsul en Bajo el volcán.

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Geoffrey, el quijotesco cónsul de Lowry, pierde su tiempo, confunde lo profano con lo sagrado, está a punto de confundir al directorio telefónico con la cábala, hecha de números y letras, y el cartel de un insecticida, 666, es un número maniqueo que implica a la Bestia del Apocalipsis y es emblema de la iniciación completa, llevándolo a confundir a la Bestia con la iniciación. Las casualidades armoniosas, en vez de llevarlo al ingenio o a la poesía, lo llevan a la confusión, y a los problemas, ya que las toma demasiado en serio. En su cábala esquemática y rudimentaria, el casto y abstemio asciende al cielo pero si viola la ley desciende, pues el árbol cabalístico se invierte y el adepto va a dar al infierno. La cábala del cónsul es tan moralista como el mensaje de “Los borrachones”, un tosco cartel a favor de la templanza, en que almas virtuosas y abstemias, en parejas, vuelan pálidas y felices hacia el cielo mientras los borrachos, egoístas, caen al infierno, entre botellas y esperanzas rotas. El paraíso, sin alcohol y con su amada Ivonne, y el infierno, la cantina con su prostituta, son el bien y el mal para el cónsul. Bebida y sexualidad son criminales según la cábala y el cartel. Y es que Lowry se basa en dos cábalas híbridas de Stanfeld Jones y en dos traducciones de McGregor Mathers, de cábala y magia (esta última no es otra cosa que El libro negro de Salomón, libro irracional y anti-semita).

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En el cuento “Cenizas” de Lovecraft y Eddy, un conejo es convertido en un montón de cenizas y los personajes son Marjorie, Malcolm y Van Allister (disfraces de Margerie –la mujer de Lowry–, Malcolm y Crowley). En Bajo el volcán hay un conejo blanco comiendo maíz que es símbolo del dios azteca de la bebida pero también del cónsul Geoffrey, que nos recuerda el filme Harvey el pooka, sobre un alcohólico que alucina un conejo gigante. Entre los libros ocultistas de Bajo el volcán está Peter Rabbit, lo cual es una alusión indirecta a la lista de libros de Magia de Crowley, entre los cuales están los de Alicia de Carroll.

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El cónsul es relacionado con el escorpión suicida por auto-destructivo, y con la araña, pues al final es considerado spider (araña, slang para spy, espía). Recordemos que las palabras spider y Spain empiezan igual en inglés y terminan igual en español (araña y España). La muerte del cónsul nos hace pensar en una araña envenenada con insecticida 666. El perro muerto que alguien echa a la barranca al final no es sólo símbolo del perro azteca del trasmundo sino del cónsul mismo, vuelto ya cinántropo u hombre-perro, como Richard Pride, el protagonista de la novela La cámara oscura, de Leonard Cline. Después de mostrar a Pride destrozado por su propio perro, Cline alude a helechos arrastrándose, vermiformes (crawling, vermiform) para recordarnos a Crowley.

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El cónsul no ha podido amar al ser solipsista y su culpa lo ha llevado a la muerte. Las manos ensangrentadas de Orlac, que son símbolos de los culpables de la guerra para el personaje Laurelle, son parea el cónsul un recuerdo de su responsabilidad por las muertes de ciertos oficiales alemanes, perpetradas de tal modo que violaban las reglas de guerra. El cónsul se siente culpable, asimismo, de adulterio con la mujer de su hermano. Ya que nadie le arroja la primera piedra, él se la arroja a sí mismo.

La novela de Lowry es órfica, dionisíaca y eleusina. Esta última naturaleza es clara si observamos a la sirvienta Concepta y al enano en el mingitorio, alusiones indirectas a la enana Baubo de la leyenda de Demeter y Perséfona, enana que hace reír a Demeter al mostrarle el sexo, anticipación de las canciones fálicas que dan origen a la comedia, en la Poética de Aristóteles.

Bajo el volcán nos conduce al mundo inconsciente y al recuerdo del Viaje al centro de la tierra de Verne, en que están los hongos gigantes (emblemas de Eleusis y de la macropsia alucinógena) y los dinosaurios de la memoria hereditaria. Estos dinosaurios aparecen también en la serie de grabados titulada “Un guante”, del alemán Klinger, una serie sobre el inconsciente. La macropsia es un curioso fenómeno que permite ver los objetos más grandes de lo que son.

En el primer grabado de la serie “Un guante” (1881), el simbolista y decadente Max Klinger muestra a unos patinadores y a una niña que ha resbalado y caído. En el segundo grabado, patinando, el artista recoge un guante que se le ha caído a una dama brasileña. Al recoger el guante, se le cae el sombrero. Se queda con el guante, lo coloca junto a su cama y tiene una serie de sueños y pesadillas acerca del guante. En una pesadilla, el guante es gigantesco, igual que en el sueño de Walpole basado en la alucinación del Quijote. El grabado nos recuerda “La pesadilla” de Fuseli, en que un vampiro horrendo oprime a una dama. En el grabado siguiente, hay un altar fetichista en que podemos ver el hocico de un reptil prehistórico asomando debajo de muchos guantes y el principal está en medio, colocado sobre un trípode rodeado de flores. Las flores, el guante y el sueño nos recuerdan Las aventuras subterráneas de Alicia de Carroll, y es que la serie “Un guante” parece ser una versión, para jóvenes y adultos, de la historia infantil. La niña que ha caído, en el primer grabado, es una alusión a Alicia, cayendo, en el primer capítulo de la novela de Carroll. La experiencia del guante lleva al artista hacia la infancia, pero también hacia la prehistoria. El pterodáctilo que se lleva el guante sobre las flores mientras unas manos rompen los vidrios tratando de atraparlo, es una alusión al recuerdo ancestral, al atavismo, pues el artista sabe que otros han soñado, antes, cosas muy parecidas. En el último grabado, el guante es gigante de nuevo y está colocado junto a Eros, para señalar la relación entre guante (glove) y amor (love), relación señalada por Isa Bowman en su libro sobre Carroll.

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Y es que otra serie llamada “Un amor” viene después de la serie llamada “Un guante”. En el tercer grabado de la serie “Un amor”, podemos ver al artista besando la mano de la brasileña y el sombrero caído, como cuando se inclinó para recoger el guante. Aunque el guante no aparece, suponemos que el artista se lo ha devuelto a la brasileña. El cuarto grabado muestra al artista besando apasionadamente a la brasileña. Se han enamorado. En el quinto grabado, el artista y ella se unen en una habitación, con la ventana abierta hacia un jardín. En “Intermezzo”, el siguiente grabado, la pareja está desnuda como Eva y Adán, y luego asciende abrazada al cielo. En el octavo grabado, la mujer contempla una pintura oval con un niño, o bien un espejo que refleja a un niño en vez de reflejar la cabeza de ella. Esto quiere decir que ella espera a un niño. En el siguiente grabado, “Vergüenza”, ella es calumniada, y se cubre el vientre con las manos. El hijo es ilegítimo y ha causado escándalo. En el último grabado, “Muerte”, ella ha muerto… antes de tener al niño. El cuento de horror contado con imágenes tiene dos elementos que luego veremos en “El Horla” de Maupassant: Brasil y la pesadilla. Desde el punto de vista meramente social, hay locura en el amor de ellos. Ese punto de vista lleva a la brasileña a la muerte (no sabemos si precedida de enfermedad o por suicidio pues el artista no lo explica). La brasileña conocida en el patinadero es imaginaria, pero se basa en una belleza que fue famosa en Berlín durante la juventud de Klinger, como dicen Varnedoe y Streicher en sus notas sobre “Un guante”. La unión de ruedas y seres prehistóricos anticipa la fantasía de Remedios Varo en Homo rodans, un texto sobre un ser imaginario. La unión de rosas y mar en el sexto grabado anticipa la canción popular de Massiel, “Rosas en el mar”. El estilo de Klinger es realista y el motivo es onírico, igual que en las creaciones pre-rafaelitas.

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EGPenEmiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta(1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito(1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).