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AGOSTO

2023

Alma Mancilla

 

Agosto ya, y en él hubo fantasmas, paisajes colombianos, un hospital psiquiátrico, madres terribles e hijas que acaso se les parezcan, casas encantadas y adolescentes que se buscan a sí mismas en la locura, en las drogas y en el tedio de la vida en el campo. Tres novelas y un libro de cuentos que no se pueden perder.

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Sofoco / Laura Ortiz Gómez

(Polilla Editorial, 2022)

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Una mujer se da a la tarea de enterrar muertos y descubre en el burdel recién instalado al lado del cementerio una fuente de problemas, primero, y después un gozo que no esperaba encontrar; una niña abrumada por los traumas de un entorno selvático asolado por la violencia mira, escucha y espera algo que ella misma no sabe qué es; entre un chico del campo y un argentino de ciudad unidos por la música surge una improbable historia de amor; un viejo guerrillero remonta el Cauca, que acá es personaje tanto como es narrador; en el goce amoroso del cuerpo de su amada un joven anticipa ya la descomposición de la relación y los sufrimientos que más tarde vendrán; una encargada de la limpieza encuentra en la serie rusa de “El capote” y en la venta de productos Avon un alivio a la monotonía de sus días y, tal vez, lo que será una puerta hacia una vida diferente, no se sabe si mejor. Sofoco es simplemente un libro magnífico, que más allá de las premisas de sus cuentos sorprende por su factura narrativa, una escritura llena de imágenes inusuales, completamente alejada del lugar común. Los personajes de estos cuentos son siempre gente que sufre, que huye, que ha visto y sufrido a granel; son también, todos y cada uno, el rostro o, mejor dicho, los múltiples rostros de la pobreza, del abandono y del dolor. En sus vidas y en las páginas del libro la presencia del paisaje colombiano se presiente por todas partes y aparece siempre, o con frecuencia, ensombrecido por el conflicto armado, por la violencia de los hombres, por la guerra que, en palabras de la autora, no se trata nunca de nada porque no es sino “un agujero que escupe muertos”. La autora es hábil no solamente al construir imágenes tan bellas como inesperadas sino que, fiel a una gran libertad narrativa, elige no ceñirse a estructuras rígidas y deja que la trama de sus cuentos fluya en una cadencia imparable y rotunda. Qué alegría descubrir libros como éste. Qué voz la de esta joven autora colombiana, que ya con este primer libro permite anticipar una carrera brillante. Qué ganas de leer más cosas de ella pronto, ya.

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El último día de la vida anterior / Andrés Barba

(Anagrama, 2023)

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Una vendedora de bienes raíces se topa con una aparición mientras limpia una de las casas que debe mostrar: es un niño vestido con ropa de otra época, un niño que, de toda evidencia, está pero no está. Obsesionada con aquella presencia claramente sobrenatural, la protagonista continuará visitando la vieja casa una y otra vez, y eventualmente descubrirá que tal vez la muerte no sea sino eso: la repetición al infinito de un solo momento, un bucle donde somos para siempre lo que hemos sido y ya nunca podremos ser. Freud pensaba que una de las situaciones que ejemplificaban lo siniestro era, precisamente, aquella de la repetición inexplicable de un mismo evento: lo recursivo como marca del espanto y generador de la inquietud. Andrés Barba (de quien ya había leído Las manos pequeñas) saca aquí provecho de esa idea y la combina con la historia de la casa encantada, la casa habitada, haunted, que dirían los anglosajones, la casa como espacio que, más allá de su arquitectura de muros que albergan objetos y personas, parece conservar la esencia de quienes por ahí transitaron, como si guardara también la memoria de todo lo que ocurrió ahí. El resultado es una novela eficaz en su brevedad, hermosa en su contenido, un texto que en menos de cien páginas explora la vida, la muerte y la soledad, y cuyo autor parece querer recordarnos que, al final, somos poco más que el cuento que nos contamos y que las cosas que quisimos e hicimos alguna vez. Siento que la sección del niño me quedó a deber un poco, pero el efecto total funciona, y es a la vez perturbador y emotivo. Una novelita en la que habitan fantasmas, culpas y recuerdos, y en las que la frontera entre esta vida y la otra a ratos se desdibuja y se confunde. Elegante y reflexiva, bella como una filigrana y movediza como un espejismo.

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Opendoor / Iosi Havilio

(Penguin Random House, 2021)

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La protagonista de Opendoor es una joven estudiante de veterinaria llamada a revisar a un caballo que se muere en una zona rural cercana a Buenos Aires. La joven, sin muchos objetivos y ningún futuro seguro por delante, acaba de irse a vivir a casa de Aída, una mujer a la que conoció en un bar y con la que mantiene una relación romántica. Tras la desaparición (y, tal vez, suicidio) de su amiga, y nuevamente sin hogar, la joven opta por mudarse a la llanura con Jaime, el viejo dueño de ese caballo enfermo que, curiosamente, se llama como él. Una vez en la llanura lo que sigue es una espiral emocional y sensorial donde la protagonista, cada vez más confundida por la partida de Aída y dividida entre su lealtad hacia Jaime y la atracción por su vecina adolescente, ve transcurrir sus días entre escapadas y drogas, sumergida lo mismo en la tranquilidad que en el tedio de la vida del campo, toda ella un vaivén interior que empieza a parecer, a ratos, un reflejo de la locura que se mantiene domesticada en Opendoor. El hospital psiquiátrico, lejos de ser aquí el centro de la narración, es en este caso apenas un escenario que sirve de contrapunto, casi un eco lejano de los verdaderos protagonistas y de sus desequilibrios personales. Con una voz narrativa intensa e íntima el autor nos lleva a explorar el deseo, el peso de las decisiones que tomamos y las muchas aristas y espejismos de eso que a veces llamamos, quizás erróneamente, libertad. Sus descripciones, siempre de una gran belleza, consiguen capturar a la vez el encanto y la monotonía del campo, esa cotidianidad desvinculada de los otros, de las urbes y de la modernidad. El desenlace, agridulce en mi opinión, pareciera querer recordarnos que, al final, ser libre quizá sea sólo una ilusión, que las cadenas que nos atan se enquistan muy adentro y que, prisioneros de los roles que hemos decidido o se nos ha obligado a asumir, no podemos sino aceptar quedarnos allí donde nos han orillado las circunstancias, tal vez esperando algo, aunque no siempre tengamos claro qué. Una novela con un toque de melancolía, bellamente narrada, breve y emotiva a la vez.

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Sangre nueva / Bibiana Camacho

(Penguin Random House, 2023)

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Casandra acaba de heredar el departamento de su madre y, con ello, el nido de recuerdos que dan cuenta de la conflictiva relación con su familia, con su madre en particular. Ignorando su intuición y presionada por su pareja, Casandra acepta mudarse, aunque una vez allí no podrá sino ir topándose, primero de a poco, después de manera más vertiginosa, con los signos de la debacle que creyó haber dejado atrás: un vestido, un tubo para rizarse el pelo, un olor desagradable y peculiar, las insufribles vecinas que parecen criticarla a todas horas y sin piedad son sólo algunos de los muchos signos de lo que acaba de comenzar. Bibiana Camacho consigue, con una prosa a la vez precisa y visceral, conjurar a los fantasmas de la madre y de la familia que se desbarata, tanto en el pasado de Casandra como en el de su propio presente con un hombre que no parece nunca darse cuenta ni de lo que ella anhela, ni del derrotero hacia el que esa mudanza los llevará. O tal vez sí, tal vez él sabe, tal vez él quiere, tal vez en el fondo él no sea sino una pieza más en el engranaje del rencor, de la burla, de las apariencias, de la ácida crítica que, en ocasiones, es el corolario de eso que llamamos el deber familiar. La figura de la madre cobra proporciones aterradoras y, al mismo tiempo, es posible vislumbrar detrás de su silueta los contornos de una mujer rota, víctima a su vez de un entorno que terminó por destruir todo lo que en algún momento hubo en ella de amor o de libertad. Porque los lazos de sangre nos unen pero también nos fracturan, y la podredumbre que en ellos se gesta es tan poderosa que en ocasiones tiende a reproducirse, a sobrevivir a la partida física de quienes nos engendraron, a persistir en los recuerdos, en los objetos, en los espacios que fueron testigos de la lenta hecatombe. Una novela fundada en el horror más cotidiano, ése que proviene del entorno doméstico, de la presencia y actitud de quienes nos criaron y nos dejaron, con ello, una impronta de memorias, de hábitos para la vida, pero a veces también de trauma y de dolor. Sangre nueva es una historia de familias y de mujeres; es también la historia del descenso a los abismos de la infancia y adolescencia de la protagonista, de las heridas que van dejando las desavenencias familiares, lo mismo en la mente que en el cuerpo y el corazón. Y, pese a todo (o quizá por ello), la autora consigue rematar con una nota de esperanza, como si quisiera decirnos que acaso la única forma de romper el círculo vicioso sea marcharse, romper los lazos, cortar de tajo el vínculo y, con ello, abrir una fisura, una ventana, un agujero capaz de disipar, así sea un poco, la densa oscuridad.

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Alma Mancila

Escritora y lectora voraz. Antropóloga en otra vida. Autora de los libros de cuentosCasa encantada (Instituto Mexiquense de Cultura, 2011), Las babas del caracol y otros relatos(Instituto Mexiquense de Cultura, 2014 / Lugar Común Editorial, 2019), El criado y otras historias de aflicción (Bitácora de vuelos ediciones, 2020) y de las novelas Hogueras (Editorial Terracota, 2013), Archipiélagos (UAEM, 2015), De las sombras (INBA/Lectorum, 2018), El predicador (FOEM, 2019) y Fulgor(Malpaso/Salto de página, 2022). Ganadora del Premio nacional de cuento Juan José Arreola 2022 con Los intrusos. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

Facebook: https://www.facebook.com/alma.mancilla.9

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