CUNAS Y CONSERVAS
Vivi Page
“Tenemos una imagen edulcorada de la maternidad, fruto del discurso que tenemos hace años. Y todo aquello que es percibido como fracaso social de la maternidad —desde la infertilidad, pasando por una pérdida gestacional hasta una depresión postparto— no se nombra”.
Son las palabras de Esther Vivas, y añadiría que cuando se nombra se hace desde la culpa, desde el señalamiento del fracaso o la crueldad. Nos enseñan que lo que te hace mujer es la posibilidad de procrear y, por tanto, es tu deber tener el instinto de la maternidad: protección, empatía, dulzura, devoción. Lo contrario es negar la naturaleza, es delegar a una mujer a ser solo un útero.
En 2009 se publicó Pájaros en la boca de Samanta Schweblin, su segunda colección que incluye el cuento “Conservas”.
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En este texto, narrado en primera persona por una mujer embarazada, podemos leer el miedo y la incertidumbre. La mujer se da cuenta que quizá no está lista para tener un hijo, y se intenta consolar porque es lo que una madre debería hacer. No obstante, Teresita (como le llama al fruto de su vientre) está ahí para recordarle que su vida de joven, estudiante, enamorada y con miles de planes tendrá que cambiar para la crianza.
En la narración no pasa desapercibida la tristeza de la protagonista por los cambios de su cuerpo, las alteraciones de su ánimo y emociones, y hasta por la relación con su pareja. Está dejando de ser la misma aun cuando no ha nacido el bebé.
Expresando su preocupación, le dicen que debe resignarse o buscar soluciones “crueles”, lo que indica que no busca abortar. Hasta que llega con el doctor Weissman y queda muy contenta con su propuesta. Sigue una serie de indicaciones precisas que no solo la involucran a ella, sino también al padre y a los abuelos de Teresita.
“Es como si al mejor año de tu vida le agregaras un año más, bajo las mismas condiciones”, menciona el texto.
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El método termina con ella escupiendo —luego de síntomas dolorosos— en un vaso de conservas. Sí, como los alimentos; dejarlos en conservación, solo un momento más.
Cabe destacar que la voz masculina en este cuento es prácticamente nula (están presentes, pero no son personajes activos). La voz es femenina y transmite al final un alivio que posiblemente solo una mujer entendería.
Es una gran oportunidad escribir bajo la sorpresa de lo fantástico para admitir el miedo a la maternidad, a los cambios inevitables que trae consigo. Y mejor si es con las palabras de Schweblin.
La serie antológica Two Sentence Horror Stories (2019) abre con el episodio “Gentleman”, dirigido por Natalia Iyudin. La historia es de Hana (Nicole Kang), una mujer que conoce a Ken (Jim Parrack) en una aplicación de citas. Le parece que puede ser el indicado por su caballerosidad y gran instinto paterno. No conoce los verdaderos ideales del hombre, pero la batalla de Ken está perdida, su idea del deber ser de una madre son irreales. Basándonos en sus ideas, una madre ni siquiera debería utilizar aplicaciones de citas. Las busca ahí sabiendo de antemano que no llenarán sus expectativas, y cuando esto sucede él procede a privarlas de la vida. No tardamos en conocer la psicopatía de Ken y, de manera indirecta, sabemos también que algo anda mal con Hana, quien, como le comentó a su prospecto romántico, había intentado procrear pero siempre terminaban en abortos; además, nunca quiere mostrar a su bebé. Hana haría todo lo posible por tener una familia convencional, con un bebé ocupando la cuna y un padre que fuera todo un caballero.
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Fue una idea acertada comenzar la serie con algunos de los mayores miedos de la humanidad: la invasión del hogar y —de la mujer en específico— la maternidad.
En el primer caso («Conservas»), la protagonista no estaba lista para ser madre, pero quería serlo en algún momento. En el segundo («Gentleman»), la madre estaba más que preparada, pero la naturaleza se lo impedía.
Quiero cerrar con una recomendación, y es que la maternidad —desde su punto menos romántico— es pocas veces representado en el arte. La pintora e ilustradora portuguesa Paula Rego (1935-2022) lo sabía bien y lo plasmó en su serie del aborto, que consta de seis grabados y once pinturas hechas entre 1998 y 1999 para denunciar el aborto clandestino. El arte es vida y su pincel lo sabe: plasma una muerte real, demostrando las situaciones en las que están las mujeres; observa sus rostros, su entorno y su ropa; expresa belleza, realidad, vida y muerte.
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¡Quisiera que el método del doctor Weissman existiera, tener una alternativa más y que fuera seguro, con maternidades deseadas, con infancias amadas y mujeres libres!
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AQUÍ puedes escuchar “Conservas” en voz de su propia autora.
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Imagen de portada: Henry Ford Hospital o La cama voladora / Frida Kahlo (1932)
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Vivi Page
Nací en la ciudad de Puebla, el 2 de diciembre de 1997. A muy temprana edad me enamoré de las palabras y desde entonces hasta ahora he intentado conquistarlas.
Estudié un año lingüística y literatura. Sin embargo, por azares del destino, dejé la carrera, pero no las letras. Mis relatos van desde lo erótico hasta lo escabroso, publicados en algunas revistas digitales.
Y este es solo el comienzo.
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