NUESTRO BARCO DE LA MUERTE
Irad Ramírez
La película Macario (Roberto Gavaldón, 1960) se ha convertido en una de las más importantes del género fantástico en México. Las imágenes icónicas en las Grutas de Cacahuamilpa forman parte del imaginario colectivo relacionado al Día de Muertos, por lo que es curioso que el autor de la novela en la que está basada no sea originario de México.
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Ret Marut, Otto Feige, Traven Torsvan, Berick, Hal Croves, Skipper y B. Traven son algunos de los nombres que adoptó el misterioso escritor, bastante popular ya que además de la mencionada película otras de sus historias fueron adaptadas a cine, como El tesoro de la sierra madre (John Huston,1948) —protagonizada por Humphrey Bogart—, La rebelión de los colgados (Alfredo B. Crevenna & Emilio Fernández,1954) —con Pedro Armendáriz— o Das Totenschiff / El barco de la muerte (Georg Tressler) —estrenada en Alemania en 1959 con un éxito arrasador.
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Desde joven, Traven militó en el movimiento anarquista. Tras la caída de la República de Baviera huyó de los comunistas a Estados Unidos, donde se enroló en la International Industrial Workers of the World. Después viajó a México, donde estuvo cerca de los sindicatos obreros.
Estas experiencias alimentaron los relatos de sus libros Los pizcadores de algodón (1926) y Canasta de cuentos mexicanos (1946), donde retrata la desigual relación entre campesinos y extranjeros con un estilo agudo e ingenioso sin concesiones. Por un lado aplaude la astucia y dignidad del campesino y por el otro, satiriza aspectos negativos de México como la violencia, el machismo y la desigualdad, sin ser condescendiente.
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Tras al acoso del escritor Luis Spota en Acapulco y a un intento de fraude en el extranjero, Traven se vio obligado a revelar su identidad. Aún con la salida de su anonimato la historia de su llegada a México es un misterio; a pesar de todas las versiones, donde se dice que era alemán, estadounidense o polaco, en su novela El barco de la muerte (1926) podemos encontrar algunas pistas de su exilio.
Desde el principio de la novela, Traven juega con los límites de la ficción y lo anecdótico. El protagonista, Gerard, es un marinero estadounidense que tras un descuido pierde su embarcación y queda varado en un puerto de Bélgica, sin dinero ni documentación. Busca ayuda de las autoridades, pero es tratado como un criminal y lo deportan ilegalmente a Holanda, con amenazas de prisión y trabajo forzado. Pasa por Holanda, Francia y España, donde la situación no mejora. Gerard experimenta la indigencia, humillado y sometido por las figuras de autoridad y la maquinaria burocrática, hasta que encuentra un escape en el Yorikke.
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Con engaños forma parte de una extraña embarcación de apariencia lamentable, una reliquia que pertenece más a un museo que a un puerto, y con una tripulación aún de peor apariencia: un grupo de hombres repulsivos de todas las nacionalidades que sólo se podían comunicar con un idioma inventado con palabras de varios idiomas y gruñidos:
Algo andaba mal en el Yorikke, y llamarlo un barco en sus cabales o un navío normal habría sido tanto como inferir un insulto a todos los barcos que surcan los siete mares… Solamente un navío loco podía verse como aquél.
Con nacionalidad persa y el nombre de Pippip, se enrola como paleador, el trabajo más duro y despreciado de todos, con turnos de más de catorce horas empujando carbón a los hornos en condiciones infrahumanas. Con el paso de las semanas, siendo golpeado y quemado, adquiere la apariencia de sus compañeros:
No me diferenciaría en nada de aquellos a quienes tomé por los peores piratas cuando los vi por vez primera… Me había convertido en una porción del Yorikke y tenía que ser lo que él fuera, y seguirlo siempre. No había escape.
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Aprende el idioma secreto y descubre que sus compañeros también son hombres sin nación y entabla una profunda amistad con Stanislav, el otro paleador, con el que comparte las historias de sus desventuras. Para Pippip, los barcos son entes vivos que cuentan sus historias sólo a los verdaderos marineros. Desprecian a los capitanes y oficiales, los cuales sin la tripulación no se podrían desplazar ni un centímetro por mar y sólo existen para proteger los intereses de la compañía en detrimento de la dignidad de la nave.
Stanislav nació en la provincia de Posen, parte de Prusia, que después de la Primera Guerra Mundial formó parte de Polonia. Durante esa transición Stanislav se encontraba viajando por el mundo y cuando regresó a su hogar se dio cuenta que ya no tenía nación y tanto el gobierno alemán como el polaco lo desconocieron, terminando con el mismo destino de Pippip, y se enroló en varios barcos de la muerte; aun siendo un marinero altamente calificado, sin papeles era menos que un humano para el sistema.
Hay otros barcos de la muerte, algunos que en cubierta parecen respetables, ofrecen grandes recompensas para embaucar a los ingenuos, pero todos tienen el mismo destino: naufragar para que los propietarios cobren el seguro. Para este fin necesitan víctimas y cuentan con botes y salvavidas suficientes para el capitán y sus allegados. En un descuido, Stanislav y Pippip son secuestrados y subidos a la fuerza al Empress of Madagascar.
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Más que una fábula sobre la explotación laboral, es una crítica y denuncia de la complicidad del estado e industria en la expulsión y represión de los migrantes y otros sectores que exigen una vida digna:
Todas las noches, por todas las fronteras, se efectúa un animado intercambio de viajeros no gratos. Hombres, mujeres y niños. Echan a los extranjeros indeseables, a los comunistas y pacifistas, a través de las fronteras sin darle importancia al asunto. Todos hacen lo mismo… en tan gran escala que ha llegado a considerarse como un procedimiento legítimo.
Escandaliza que una novela de hace noventa y nueve años tenga mucho que decir sobre nuestra situación política actual. De haber sido escrita un par de décadas después, el autor se horrorizaría al saber cómo la maquinaria burocrática agregó el exterminio a su catálogo.
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AQUÍ puedes leer El barco de la muerte.
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Irad Ramírez
Artista visual y Especialista en Promoción de la Lectura, egresado de la Universidad Veracruzana. Se dedica a la divulgación de la literatura fantástica y de horror.
Fundador de Los Antiguos y Abismales, comunidad que se reúne periódicamente desde el 2017 para la lectura, análisis y discusión de cine y literatura de horror.
También colabora en el Reflexionario Mocambo, espacio cultural dedicado a la promoción de la lectura y las artes vivas.
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