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12va carta náutica

UMIBOZU: CREADOR DE BARCOS FANTASMAS

 

Alejandra Q. Pérez

 

Uno de los mitos más interesantes en relación a los piratas es la existencia de los barcos fantasmas. Estos barcos pueden deber su naturaleza a muchas cuestiones: existen aquellos que, junto a su tripulación, sufren terribles naufragios que los llevan a volver de la “muerte” en busca de venganza; también, los que terminan maldecidos como daño colateral cuando la tripulación que los comanda es maldecida.

La saga Piratas del Caribe realiza muy buenas representaciones sobre estos tipos de barcos. El primero que vemos es el mítico “Perla negra”, un barco fantasma que responde a la maldición adquirida por sus tripulantes tras robar el Tesoro maldito de Cortés. Junto al “Perla” existen otros barcos dentro de la saga que, de una forma u otra, pueden recibir el título de barcos malditos o fantasmas, como los capitaneados por David Jones o Barbanegra.

Sin embargo, ¿qué sucede si no es algo lo que los vuelve así sino alguien?

En los lejanos mares del Japón antiguo encontramos muchas leyendas relacionadas al mar, cosa natural dado su ubicación geográfica rodeados de mares; simplemente basta con repasar su mitología de origen, donde el archipiélago es “rasgado” del océano por los dioses fundadores Izanami e Izanagi.

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Izanami e Izanagi

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Aunque son muchos los mitos y leyendas marinos pertenecientes a Japón, hoy nos centraremos en la relacionada con los barcos: los temibles Umibozu.

Según las leyendas, los Umibozu son yokai —o espíritus del folclore— que emergen de las aguas para atacar a los barcos desprevenidos, convirtiéndolos en barcos fantasmas que errarán por toda la eternidad entre las olas del mar.

Umibozu surge de la combinación de Umi = mar y Bozu = monje budista, según el kanji utilizado. El nombre viene de la apariencia de este yokai, pues es una criatura gigantesca que asemeja tener la cabeza calva al igual que un monje.

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Se supone que es una criatura sin forma, es decir, una gran masa negruzca que simula estar calva y rezar antes de atacar los barcos. Por lo que se asocia con los espíritus de monjes ahogados en el mar.

No se trata solo de uno solo, como sería el caso de Leviatán o el Kraken, sino de una especie de raza que habita en cualquier parte del océano, lo que los vuelve similares a las sirenas o a los gyojin (hombres mitad peces, igualmente pertenecientes a la mitología japonesa).

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Son muchas las formas en que atacan estas criaturas: su invocación depende de diversos factores, pero la creencia común es que basta con decir su nombre dentro de la nave para que aparezca. ¿Existe quién los nombre voluntariamente? No existe una explicación clara para esto, pues se supone que estas criaturas son gruñonas por naturaleza. Al emerger del agua, dejan de rezar y proceden a sacudir violentamente el barco; poco importa si es grande o pequeño, todos son movidos como si no tuvieran peso alguno.

Si la embarcación se defiende, se arriesga a enfurecer más a la criatura, quien ordena le sea entregado un barril que procederá a llenar de agua del mar para ahogarlos; la única manera de salvarse de este sádico destino es entregarle un barril sin fondo, con la esperanza de que el Umibozu se canse y vuelva al fondo marino.

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Existen otros relatos anexos a la leyenda general de los Umibozu. Una de ellas es la que sugiere que aparece ante náufragos y pescadores, a quienes intenta guiar a una muerte “tranquila” posando sus enormes manos sobre ellos a fin de sumergirlos lentamente.

El Umibozu también se mantiene ligado a diversas leyendas sobre barcos fantasmas japoneses, como el Sanzu no Kawa, una embarcación cuya tarea es transportar las almas de los fallecidos a través del río que conecta la vida con la muerte, cual Caronte japonés.

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Además, existe la creencia alternativa que dice que los Umibozu, más que monjes, son las almas de personas que ya no tienen a nadie que cuide de sus tumbas, por lo que, al sumirse en la tristeza de ver su tumba abandona, deciden volverse criaturas que lloran entre las aguas del océano.

Así, vemos una curiosa relación entre barcos y fantasmas, donde, a diferencia de los ejemplos mencionados al principio, aquí no se necesita de maldición que convierta al barco en fantasma como daño colateral, sino que directamente el fantasma crea estos barcos.

Una vez más, Japón nos sorprende con la forma en que aborda sus mitos y leyendas. Pronto tendremos más leyendas del lejano oriente y sus misteriosos mares.

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Alejandra Q Pérez (Guadalajara, Jalisco; 1999)

Egresada de la Lic. en Escritura creativa (UdeG).

Directora del proyecto La capa de Oscar Wilde, dedicado a la difusión del arte y la creación de talleres literarios.

Ha publicado en diversas revistas y antologías digitales y físicas.

Ponente en el Primer Encuentro de Estudios Frikis (Colef: 2023), el Primer Encuentro de Minificcionistas en Jalisco (UdeG: 2023)

y en el Segundo Encuentro de Mujeres investigadoras de la cultura asiática (Centro Cultural Hotaru: 2024).

@alejandraqperez

@lacapadeoscarwilde

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