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VOMIT GORE

como apuesta estética

 

Juan Manuel Díaz

 

Slaughtered Vomit Dolls es una cinta de horror psicológico la cual, a grandes rasgos, “cuenta” la historia de Angela Aberdeen, una adolescente que ha escapado de casa y sufre bulimia. Para lograr comer se prostituye y lentamente va sumergiéndose en alucinaciones cada vez más extrañas. Es parte de una franquicia llamada Vomit Gore Trilogy y que además ha generado un par de spinoffs que van más o menos de lo mismo. El “vomit gore” es el intento del director —quien ha escogido el pseudónimo de Lucifer Valentine— por traer algo nuevo a la escena del horror, del hardcore y el gore. El principio estético es el asco, por medio de la distorsión de la imagen y el sonido. Es decir, el director crea una atmósfera que busca incomodar y, de ser posible, provocar asco.

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Ahora bien, entrecomillo la palabra “cuenta” por la siguiente razón: esto no es una película narrativa per se, por el contrario, a medida que avanza se va desajustando la estructura narrativa y abandonamos cualquier tipo de pretensión tradicional narrativa. Intuyo que es la forma de representar el ajuste de la mente de la protagonista, obligada a cometer actos horribles y violentos. Lo que hace la cinta es que presenta imágenes y secuencias grotescas. Vemos que las protagonistas y otras prostitutas están siendo violentadas, golpeadas, torturadas, abusadas y muchas otras cosas más, mientras que la imagen se va distorsionando hasta llegar a momentos en que es difícil entender lo que se ve. Al mismo tiempo, el audio juega un papel esencial. La distorsión del sonido, haciendo la voz de las mujeres más grandes e intercalando la voz real y distorsionada de la protagonista, hacen que la atmósfera tétrica y violenta se asiente.

Debo mencionar que esta cinta no es para todo el público. La película, literalmente, es vomitiva. Si no están acostumbrados a la violencia muy gráfica y a escenas explícitas (por ejemplo, de vomito), en definitiva no es un filme que recomendaría ver. Como siempre sucede en este tipo de cintas —ya sea el gore, el horror grotesco o cualquier otra cinta perturbadora—, la puesta estética y escénica pasa por la visión de construir una experiencia sensible desde el asco, el horror, la violencia y cualquier otra cosa que normalmente se evita en las cintas. Apuesta que el director realiza con imágenes caseras simulando algo así como un video porno o snuff.

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Vomit Gore Trilogy

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Los desnudos de las prostitutas y stripers no se hacen esperar. Mucho de este tipo de cintas se construyen alrededor de la imagen clara sobre la violencia. La espectadora tiene que ver lo que está sucediendo. Pienso en cintas como A Serbian Film, la cual el impacto emotivo y sensorial está en la capacidad de ver. Las continuas secuencias de violencia, pedofilia y necrofilia atacan sin parar a la espectadora. De ahí la incomodidad. En cintas más tradicionales de gore, es la escopofilia (el gusto por mirar o la incapacidad de dejar de mirar) la que provoca la perturbación.

Aquí no hay una ilación, el desajuste narrativo y visual contribuyen a la image perturbadora. Hay un momento en el que Angela habla a la cámara pero su voz está distorsionada, los saltos y cortes —así como la saturación de la luz— impiden que entendamos del todo lo que está diciendo. Es significativo que el director permite que escuchemos fragmentos de la historia de abuso sexual que narra el personaje. Es como si nos quisiera perturbar escuchando la violación que sufrió Angela a los 13 años, sin embargo, ya hay tal grado de saturación de sonido y de imagen que, me parece, no logra el cometido. Aunque, al mismo tiempo, es una de las secuencias más memorables de la cinta (solo hubiera preferido que no se mostrara en el trailer para mayor impacto).

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En 2006 —año de su estreno— la cinta no fue muy apreciada por la crítica especializada. Estoy hablando de medios especializados en géneros de terror, horror y gore. Sin embargo, desde hace unos unos cinco años se ha recuperado como filme de culto. Si bien me parece interesante, creo que hay otros ejemplos de la misma estética mejor logrados. Con todo, es un experimento de cine de horror surrealista que pudiera interesar a los fanáticos del género.

 

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Juan Manuel Diaz de la Torre

Tengo 36 años y nací en la Ciudad de México un 11 de octubre de 1985. Ese día fue viernes y debí nacer a las 6 de la mañana, pero llegué hasta las 8. Tal vez por eso me gustan los viernes y dormir hasta tarde. Soy escritor de poesía, cuento, novela y viñeta, aunque mi trabajo diurno es ser profesor e investigador. En realidad, creo que mi chamba es comunicar: sin importar que sea una reflexión en forma de cuento, un análisis de una película o algún apunte sociológico, lo único que hago es comunicar.

 

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