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LOS CELOS DE APOLONIO

II

 

Emiliano González

 

Primera parte

 

 

La canción del bebedor en el cuento “La tumba”, de Lovecraft, parece influida por O’Donnell: “¡En el infierno no habrá / hija de posadero como ésta!” O’Donnell incluye un fragmento sobre fantasmas de la imaginación que es casi idéntico a otro, del gótico Tobías Smollett, sobre el mismo tema. La joven fatal de mi cuento, Gioia, es la misma de otro cuento mío, “La danza de Salomé”.

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La primera diosa griega, Eurinome, que al unirse con la serpiente del caos da a luz al cosmos, es emblema de la unión de alma y cuerpo, de razón e instinto, que al ser deformada, vuelta simple bestialista, es convertida en diablesa, devoradora de cadáveres, infernal como Gorgo, Mormo o Lamia. En el ritual dionisiaco, las ménades vengadoras han sido antes apacibles Híadas, al cuidar a Dionysos niño. Hay otras metamorfosis de Eurinome: se vuelve Eurídice que, picada por la serpiente, va a dar a los Infiernos y se vuelve la mujer fenicia amada por Menipo y calumniada por Apolonio. Esta mujer es luego Melusina, mujer-serpiente que oculta su verdadera naturaleza hasta que es descubierta, leyenda modificada un poco por Hoffmann en su cuento “Vampirismo”, y recordada por Keats en su poema “Lamia”.

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Keats considera serpentina u ofídica a la lamia o vampiresa debido a ciertas viejas representaciones gráficas en que aparecía cubierta de escamas o con medio cuerpo de serpiente. Para Keats, la mujer fenicia de Menipo Lycio es una serpiente luminosa y sagrada, una especie de serpiente emplumada, con todos los colores del arco iris. En “El pueblo blanco” de Machen la lamia es Helen, sobre todo cuando narra la historia de Lady Avelin o Cassap, que se une con serpientes para dar a luz un huevo mágico. Pero también Alanna, la ninfa oscura, tiene algo de lamia para Ambrose. “Estos vampiros”, observa M. O. Howey refiriéndose a las lamias (en su libro sobre el simbolismo de la serpiente), a veces asumían la forma de serpientes pero… esta era una etapa intermedia que marcaba el paso de lo visible a lo invisible”.

"Lamia", por John Waterhouse (1909)

«Lamia», por John Waterhouse (1909)

Podemos afirmar que el complejo de Apolo determina el de Apolonio, pues éste se siente como Apolo ante la serpiente délfica, cuando conoce a la mujer fenicia de su discípulo.

La empusa (demonio que ocupa un cuerpo) es parecida a la lamia y, según la leyenda, puede ser puesta en fuga con obscenidades e insultos. En el episodio simbólico narrado por Filóstrato, la calumnia de Apolonio logra disipar a la lamia, con la mala fama que le da, y hace desaparecer el banquete que la acompañaba.

"The beautiful woman without mercy", de John Waterhouse (1893)

«The beautiful woman without mercy», de John Waterhouse (1893)

En el cuento largo o novela corta de Vernon Lee, “El príncipe Alberic y la mujer serpiente”, podemos ver un argumento secreto que se refiere a Dafne, el marqués invisible y el zoológico de piedra, elementos que figuran en mi cuento “Episodios de la vida del Marqués Invisible” (1970) y que luego he hallado en otros autores. Esto quiere decir que mi cuento es una modernización de las antiguas “dafnomancias” griegas para adivinar el futuro, en épocas en que la intuición era considerada milagrosa profecía. El marqués invisible, personaje soñado por mí, luego recordado en un cuento, es descubierto por mí, después de escribir mi cuento, entre los proyectos de Baudelaire, y años después descubro asimismo que Fortunio, personaje de Gautier, es llamado “el Marqués Invisible”. Estos Marqueses son inocentes, y por una razón u otra son víctimas del mal: el pintor ciego de mi cuento y el esteta de la novela de Gautier. En el cuento de Vernon Lee también hay un marqués inocente, víctima de la maldición injusta que persigue a la mujer-serpiente. Vernon Lee se basa, para escribir su narración en “el diseño en el tapiz”, argumento de Henry James en que el autor imaginario observa que sus críticos no han descubierto el motivo secreto que recorre su obra, como el diseño de un tapiz oriental. En el cuento de Vernon Lee, un tapiz que representa la historia de Melusina (mujer-serpiente unida con un hombre) se vuelve realidad, y el príncipe se une con una mujer-serpiente, víctima de la maldición que ha alcanzado a dos antepasados suyos, un príncipe y un marqués. El príncipe ha sido atendido por manos invisibles en un castillo, y se alude a un zoológico de piedra. Un duque organiza un ballet llamado “La transformación de Dafne”. El argumento de la mujer-serpiente oculta otro, sobre Dafne, el zoológico de piedra, el marqués y lo invisible. Observo que el diseño en el tapiz que yo he descubierto no es individual, como el del argumento de James, sino colectivo, pues en él intervienen varios autores.

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He hallado elementos de mi cuento en Mrs. Braddon, Oliver Onions y Katherine Mansfield, y los he anotado en mis ensayos. Cuando publiqué por primera vez mi cuento, lo acompañé de un collage en que figuraban la colegiala Dafne y un demonio con alas de murciélago. Años después, descubrí en la novela Pena bajo el sol de Firbank una alusión a colegialas rodeadas de demonios voladores, e introduje una variación del argumento en mi novela Neon City Blues.

Me acerqué al título de Vernon Lee gracias a la curiosidad, estimulada por la portada de mi libro Historia mágica de la literatura (2007), portada de Rops, en que pueden verse una mujer desnuda saliendo de un cuadro y, al fondo, un tapiz con el hada Melusina trepada en un árbol. Me sorprendió mucho que el cuento de Vernon Lee fuera sobre un tapiz y Melusina. El argumento le fue inspirado a Lee por una obra de teatro de Alejandro Dumas, El vampiro (1851), en que el hada Melusina bajaba del tapiz y revelaba el futuro de la persona que dormía en la habitación de un castillo extraño. Lo del vampiro me recuerda la portada de Varney el vampiro, en que una adolescente es vampirizada por un monstruo con alas de murciélago.

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La alusión en Pena bajo el sol de Firbank a las colegialas rodeadas de demonios es un anticipo de mi contemplación de Evil under the sun (Mal bajo el sol), una película en TV en que aparecían una adolescente, una mujer llamada Dafne y un libro de firmas en un hotel. Diana Rigg, una de las actrices, fue antes la Sra. Peel en el programa de Los vengadores en que el Marqués de Sade era criticado.

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Un cuento vampírico del griego Flegón, recogido en el texto “Acerca de cosas maravillosas” (siglo II d.C.), es narrado por Goethe y Nervo y se refiere a un joven, Macates, que visita a Demóstrato y Carito y es visitado por la hija de ambos, Filinión, muerta casi seis meses antes. El amor de ella le es probado por un anillo de oro que la madre reconoce como el anillo de su hija. El joven Macates no podía pensar que los cálidos y lascivos miembros de Filinión, abrazados por él, eran los fríos y rígidos miembros de un cadáver.

Este último fragmento es confundido con el contacto de Menipo con la mujer fenicia, pues el cuento de Flegón (según Goethe y Nervo) ocurre en Corinto, ciudad habitada por la mujer fenicia, y ésta aparece con cara de calavera en un dibujo romántico. En el cuento de Flegón, el joven se suicida después de la incineración del cadáver de Filinión. He aquí el suicidio después de la cara de calavera. La muerte de Menipo en “Lamia” de Keats se inspira en el trágico final de Flegón.

La lamia aparece también en la Biblia (Isaías xxxiv, 14): “…y los demonios y los hombres-asnos se encontrarán, y los peludos se gritarán entre sí y allí morará la lamia y encontrará su descanso”. El traductor de la Versión Revisada pone “lobos” en vez de “hombres-asnos” y “sátiros” en vez de “peludos”. El influjo del ritual dionisiaco es evidente en este traductor. El fragmento bíblico se refiere a Babilonia, que al ser como Sodoma y Gomorra ha perdido la belleza y la gloria.

Hay dos leyendas griegas sobre la lamia. En la primera, Lamia es la reina de los lestrigones, acompañada por Lamo, el rey, ambos hijos de Poseidón (equivalente griego del Dagon asirio). Adorados como dioses al principio, Lamia y Lamo son luego olvidados y convertidos en demonios.

En “La muerte de Halpin Frayser”, de Ambrose Bierce, es narrada la vida de un poeta que ha tenido una relación demasiado cercana con su madre. Ella, en un sueño, ha visto a un antepasado poeta junto a su retrato, y señalando el retrato de su hijo, Halpin, que pretende escribir. En el retrato Halpin aparece con un paño fúnebre, detalle que vuelve premonitorio el sueño, pues luego el espectro de la madre se vuelve un asesino que estrangula al hijo en un sueño de éste. En el sueño de la madre, debajo del paño mortuorio se ven marcas de manos, en la garganta de Halpin, lo cual es premonitorio también. Por medio del cuento, Bierce critica las relaciones culpables de la madre y el hijo. El remordimiento se ve simbolizado a través de los hechos sangrientos. El segundo esposo de la madre, que la ha asesinado cortándole el cuello, estrangula a Halpin en medio de un sueño que se vuelve realidad. En su sueño, Halpin recorre un bosque embrujado y sangriento, quiere escribir pero escucha una risa espantosa, siente una presencia de malignidad sobrenatural y ve los ojos vacíos y muertos de su madre, blanca y silenciosa en su mortaja. Notamos que Bierce se basa en la relación de Baudelaire con su madre, pues incluye unos versos decadentes de Halpin sobre flores malignas –ecos de “La planta sensitiva” de Shelley, en que bellas plantas hindúes se ven sustituidas por plantas venenosas y siniestras. En el poema “Bendición”, que inicia Las flores del mal (1857), Baudelaire nos muestra a la madre cruel que maltrata al poeta y luego nos muestra la materia radiante en que ella se ha convertido (materia prima convertida en piedra filosofal). Basándose en “La crucifixión de Cupido” de Ausonio, en que hay “flores del mal” y en que Venus, injusta y cruel, castiga a su hijo Cupido, en un sueño, Baudelaire elabora “Bendición”.

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En la poesía de Mallarmé podemos ver logros alquímicos similares a los de Baudelaire. De Igitur o la locura de Elbehnon (1870) es el siguiente fragmento: “Pese a la prohibición de su madre, va a jugar a las tumbas.” Desobedecer a la madre implica la abolición del azar mismo. Igitur, obra llena de silencio y de sombra, motivos de Poe que horrorizan en el castillo de los ancestros de Igitur, es como una novela gótica en que hay conceptos en vez de imágenes.

En Ibis (1899), de Vargas Vila, el protagonista, exaltado por un amigo misógino y por un “super-yo” hecho de amigos, maestros y familiares, se suicida con un revólver, loco de celos ante el adulterio de su mujer, descrita como una flor que lo ha envenenado. En la portada del libro podemos ver a una lamia: una serpiente con cabeza humana y femenina. El complejo o atavismo de Apolonio es aislado y dominado en el libro anterior, Flor de fango (1898), comparable con otros libros iniciales del modernismo. Sin embargo, el resto de la obra de Vargas Vila se ve empañado por un irracionalismo en que destaca el superhombre, originado en D’Annunzio y –según Vargas Vila– en Adolfo (1816), novela de Benjamin Constant. Al referirse a Constant, Vargas Vila confunde –como Nietzsche– el estoicismo romántico con la impiedad de los irracionalistas, y además elogia a Wagner. El fragmento es de la sección “La novela” del libro Páginas escogidas (1913). En “El arte”, del mismo libro, se refiere a las cortesanas de Éfeso y de Eleusis y llama “Semita Bárbaro” a Jesucristo. Completamente poseído por el complejo o atavismo de Apolonio, Vargas Vila se entrega a sus prosas retóricas.

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Continuará…

 

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EGPenEmiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).