ENTREVISTA CON
DÁN LEE
Irad Ramírez
Durante la FENALI 37 conversé con Dán Lee, escritor volador maestro de las artes marciales, amante del horror cósmico y estudioso de lo oculto. Presentó El circo, flipbook con dos novelas donde rinde homenaje, junto a Enrique Adonis, al disco homónimo de la Maldita vecindad, publicado por Vodevil Ediciones.
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Irad Ramírez (IR): ¿Cómo describes a la Ciudad de México en tu narrativa?
Dán Lee (DL): Trato de reflejar mi experiencia, que siempre ha sido desde la calle; me muevo en el transporte público y a pie. La ciudad tiene muchas facetas y es cambiante, sórdida, fresa, cuadrada y solemne. Me son ajenas las perspectivas “desde arriba”, de Polanco o Santa Fe. Describo los contrastes del barrio, su aspecto oscuro y todo su colorido.
IR: ¿Qué aspectos te llaman la atención de lo urbano?
DL: Sus espacios no terminados, azoteas con un montón de tabiques y varillas a la vista. El caos en la forma de la calle que crece conforme llegan las personas, quedando en zigzag, a veces sin espacio para la banqueta.
Me parece interesante la moda de los jóvenes, de las tribus urbanas que invadieron la ciudad y lo que veo ahora con mis alumnos, cómo se expresan o se manifiestan con su apariencia.
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IR: ¿Qué personajes de esa urbe encontramos en tu obra?
DL: El luchador venido a menos, como Villano; su trágica caída desde la cúspide de su carrera a través de los ojos de un admirador. El Cavernario, antagonista de “Pregúntale al mar”, un fifí manchado, abusivo, contraparte de El fantasma de la Quebrada, héroe del pueblo, con dos armas poderosas: su esfuerzo y la magia yoruba.
Cuando empecé a estudiar esa religión fue como abrir los ojos, de repente noté individuos con ropas extrañas capaces de ver lo sobrenatural alrededor, fuerzas que influyen en el mundo, que inspiran a las personas a lograr sus objetivos. El creer que un simple objeto, como un collar, active y motive a las personas, haciéndolas imparables, creo que es la verdadera magia.
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IR: ¿Qué es lo que más disfrutas de la lucha libre?
DL: Toda la subcultura que se crea alrededor de la arena: los puestos, el maquillaje y la caracterización. Fui artemarcialista y, a pesar de que el cuerpo ya no me da, reconozco y me parece admirable todo el trabajo físico y la resistencia de los atletas.
IR: ¿Qué obras de ficción forman parte de tu canon?
DL: Me nutre la obra de H. P. Lovecraft, especialmente sus relatos largos que escribió a partir de 1921 hasta su muerte; los tengo que leer al menos una vez al año. Tolkien también me marcó con la sabiduría de sus personajes, como Aragorn, Gandalf, Sam y Théoden cuando ya no tiene el hechizo sobre él; para mí ningún autor tiene el sustrato que generó. Visito con frecuencia a Cortázar, Edgar Allan Poe, Quiroga y Rulfo. Cuando doy talleres no pueden faltar esos cuatro, todas las herramientas que tengo como cuentista las encontré ahí.
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IR: Hace algunos años me compartiste tu investigación llamada Un descenso al abismo, un estudio psicológico sobre la obra de Lovecraft ¿Por qué decidiste realizar ese trabajo?
DL: Desde que descubrí la metodología psicocrítica del francés Charles Mauron quise aplicarla a Lovecraft. En ella se reúne una parte significativa del cuerpo de la obra de un autor y se compara con su biografía, buscando arquetipos del psicoanálisis. En los relatos de Lovecraft encontré “el descenso al abismo” —de ahí el título— en espacios submarinos, subterráneos y pozos donde los personajes encuentran alguna desgracia al adentrarse. A la par, también busqué los símbolos desde las teorías de Jung y, a partir de esos significados, los caracteres estructurales obsesivos, que son conexiones que generan redes, elementos significativos que se repiten y aparecen en la historia personal del autor. En ese entonces estaba la biografía de L. Sprague de Camp para comparar. Años después leí todo lo que escribió S. T. Joshi, que fue más objetivo y coincidía también con el análisis de mi estudio.
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IR: ¿Qué película de luchadores te parece la más memorable?
DL: La última lucha, una película muy vieja de los años 50 sobre una caravana de luchadores conformada por Wolf Ruvinskis, El Cavernario, Gory Guerrero y otros que sólo eran actores. La historia sigue a varios protagonistas y las cosas bien rudas que les pasan, un típico melodrama mexicano de la época: uno de los enmascarados era prófugo de la justicia, otro sólo quiere pasarse de lanza con todo mundo, ser “el Sancho”, y uno que a pesar de estar enfermo arriesga su vida intentando juntar el dinero necesario para la operación de su hermana.
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IR: ¿Puedes compartir un recuerdo que relaciones con una canción de la Maldita vecindad?
DL: En octubre del año pasado asistí a un concierto que hicieron por el Día de muertos. Recién habíamos publicado El circo y, antes de que salieran a escena, tuve la oportunidad de darle un ejemplar a Roco en el backstage. Estaba tan emocionado que durante el concierto sentía que toda mi energía se desbordaba. Cuando entraron los metales de “Solín” supe que no dejaría de saltar.
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IR: Como dijeron en la presentación del libro: “la energía explotaba”.
DL: Sí, cañón. Con otros grupos no aguanto ni dos rolas, pero con la Maldita no sé cómo le hice… Estuve bailando y saltando todo ese concierto, algo traía dentro.
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Irad Ramírez
Artista visual y Especialista en Promoción de la Lectura, egresado de la Universidad Veracruzana. Se dedica a la divulgación de la literatura fantástica y de horror.
Fundador de Los Antiguos y Abismales, comunidad que se reúne periódicamente desde el 2017 para la lectura, análisis y discusión de cine y literatura de horror.
También colabora en el Reflexionario Mocambo, espacio cultural dedicado a la promoción de la lectura y las artes vivas.
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