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JOHN CAMERON MITCHELL

del Broadway transgresor a la psicodélica comedia de ciencia ficción

 

Miriam Gálvez Mancera

 

Hablar de John Cameron Mitchell es hablar de entrañas y agujeros en el corazón. De oscuros e íntimos secretos.

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John Cameron Mitchell

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Desde Hedwig and the Angry Inch (2001) comienzan los tributos a los grandes iconos de la cultura teatral y musical (Patti Lupone, Aretha Franklin, Nico, Iggy Pop), presentando las efigies del glam hasta llegar a Farrah Fawcett, figuras que dan preludio a la eterna búsqueda en la definición de la identidad de género. Hansel —interpretado excepcionalmente por Mitchell—, ella, él, caminando por el valle de la flagelación mental para llegar a la contemplación y auto-aceptación. Penetrante largometraje de autor y vísceras.

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Esta historia nos lleva de la mano a Shortbus (2006), el ensayo de la criminal monotonía que nos obliga a inmolar nuestra libido y, en sentido figurado, a la pareja. No importa la complejidad de la relación, los escenarios son los mismos. Cátedra a todas luces de cómo la experimentación sexual (dejando a un lado los tabúes) y el amor dan paso a una apertura mental de deleitosos juegos perversos que curiosamente harán recuperar la autoestima y podrán levantar de entre los muertos a compañeros sentimentales.

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Rabbit Hole (2010) desencadena aguijones medulares. En esta ocasión, de una manera totalmente diferente a los caracteres que John nos tiene acostumbrados a proyectar. La vida puede ser un cómic dividido en dimensiones paralelas. ¿Es posible estar en un lugar remoto al mismo tiempo haciendo otra cosa diferente a la que creemos? ¿Cuál es el mejor consuelo ante la pérdida de un hijo? ¿Grupos de terapia? ¿Familia? ¿Religión? ¿Cómo ser un matrimonio unido cuando cada uno busca alivio en dimensiones diferentes? De atmósfera angustiante y desgarradora. Nicole Kidman (Rebecca «Becca» Corbett) y Aaron Eckhart (Howard «Howie» Corbett) están maravillosos en sus personajes de padres en duelo.

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Luego, basado en un relato de Neil Gaiman, en How to Talk to Girls at Parties (2017) Cameron Mitchell presenta a los encantadores Zan (Elle Fanning) y Enn (Alex Sharp), quienes entre viajes ácidos visuales, arrogantes-garbosos aliens y movimientos anarquistas nos introducen a la cultura punk (de nuevo bajo la premisa de la música y moda), romanceando entre látex y outfits futuristas evocando a una de las precursoras fashionistas de la corriente: Vivian Westwood. Queen Boadicea (Nicole Kidman) me recordó al fabuloso rey David Bowie: Jareth, The Goblin, de Jim Henson (Labyrinth, 1986), quien quizá sea otro homenaje dentro del filme. Ciertamente no es su mejor trabajo, pero sí el más digerible. Esta comedia coquetea descaradamente con la sci-fi e incuba un auténtico ímpetu en la audiencia, cumpliendo con su cometido al entretener con esta historia de amor sin coherencia que tiene por bandera el aquí y el ahora. Nada es para siempre. Invita simplemente a disfrutar de la vida y las conexiones sin prejuicios. A soltar personas, creencias absurdas, comportamientos arraigados, y a quedarnos con lo mejor que podemos poseer: el amor propio.

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El cóctel molotov de emociones que John me provoca con sus filmes lo coloca entre uno de los tesoros más preciados en mis oscuros objetos de deseo. Talentoso artista multidisciplinario que también ha sido premiado especialmente por la maravillosa contribución que hizo al teatro musical.

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Miriam Gálvez Mancera

SuperHeroína coyoacanense. Bakeadicta. Cazadora de imágenes. Pesadilla, malestar creado por la mente enferma de algún noctámbulo en insomnio desesperado.

Fundadora de The Junkie Cinema Club y colaboradora de Fantasmagoría: festival de cine fantástico y de terror de Medellín.

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