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HERIDAS ABIERTAS*, CARNE CICATRIZADA

la exploración del trauma en la serie Sharp Objects

 

Jessica Morales Aguilar

 

FUCK U”, “VANISH”, “RIP”, “WICKED”, “WRONG”, “FIX”, “FALLING”, “SICK”, “CHERRY”, “MERCY”. Todas las palabras anteriores encarnan las psíquicas heridas abiertas de Camille Preaker en su automutilado cuerpo cicatrizado, testigo de toda su vida, materialización fragmentada de su experiencia femenina en Wind Gap, una comunidad fuertemente apegada a las convenciones de género. En Sharp Objects (2018), la protagonista, reportera del periódico St. Louis Chronicle y residente de la ciudad donde éste se establece, regresa a su pueblo natal para cubrir tanto el asesinato de Ann Nash como la desaparición de Natalie Keen. Asimismo, la protagonista se reencuentra con su familia al alojarse en la misma casa de su infancia, lo cual no sólo revive episodios traumáticos, sino también marca la carne, la abre nuevamente.

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El dolor retratado en esta serie no sólo se ve, se siente. Varias feminidades conforman la historia; sin embargo, ésta se cuenta desde la subjetividad protagónica anteriormente mencionada a cuya perspectiva se accede mediante la cámara. Durante el primer episodio, “1. Vanish”, planos en movimiento recorren Wind Gap, después aparece Camille adolescente, quien patina no sólo junto a Marion —su hermana menor—, sino también junto a la audiencia. La sucesión de imágenes promueve tal acompañamiento, puesto que nuestra mirada se desplaza simultáneamente a la de ellas. Llegan a su casa, pretenden ocultarse de los adultos presentes, suben las escaleras, cruzan una puerta, ven distintos cuartos y entran a uno donde duerme Camille con mayor edad. Para despertarla, la versión más joven toma un clip, luego lo clava en la mano ajena —a la vez propia—, finalmente logra despertar a quien recibe el pinchazo. Esta secuencia puede interpretarse como una ensoñación que comunica dos temporalidades distintas alojadas en la psique de la personaje: recuerdos fantasmales que aún viven en su presente. La información aparece fragmentada, dispersa tanto en el caos interno como en el externo.

De tal manera intimamos con Camille Preaker, la acompañamos hasta los lugares más dolorosos de sí misma. Posteriormente vemos esto exteriorizado sobre su misma piel, donde las memorias habitan en forma de palabras sueltas que forman juntas una vasta constelación vivencial. Conocemos tanto el cuerpo de Camille como su mente, una totalidad dividida que no sólo permite intimar con la personaje, sino también experimentar la agobiante atmósfera de Wind Gap escondida tras la fachada de un pueblo supuestamente tranquilo y acogedor. La casa donde creció la protagonista representa el mayor ejemplo de un lugar engañoso, su semejanza con una casa de muñecas oculta las complicadas relaciones familiares que alberga. Entre ellas se encuentra la ausencia afectiva de Camille con Adora Crellin, su madre, quien se comporta como una modélica mujer cuidadora no sólo con sus hijas, sino con la comunidad en general. En ello hay una excepción: la protagonista, pues admite abiertamente no quererla. El contraste entre ambas resulta evidente, pues mientras una vive en el enredo, la otra se muestra sumamente ordenada. Esta última se ve como una cualidad socialmente deseable que impone un estándar, por lo que la sola presencia de Camille altera la armonía. El que ella haya aparecido resulta problemático, aún con la desaparición y el asesinato que ya habían trastocado a los habitantes de este espacio.

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(HUERVART fan art)

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Aunado a ello, Camille conoce a Amma Crellin, una hermana que resulta ejemplar ante ojos ajenos, lo cual fortalece el profundo cariño de la sobreprotectora Adora. No obstante, siempre la rodea cierta aura de malicia combinada con la ambivalencia de una infancia adolescente o de una adolescencia ocasionalmente enmascarada con infantilidad. Al poseer la misma edad que Ann y Natalie, la preocupación por ella crece, algo así podría pasarle a cualquier niña —una aseveración no del todo correspondiente a la realidad—. Pasar el mayor tiempo posible dentro de casa se considera como la medida más prudente para evitar el peligro de afuera; sin embargo, mantenerse adentro se dificulta ante una figura materna controladora que crea un entorno doméstico sofocante, enfermizo. Camille había escapado del mismo al enfrentarlo abiertamente; por su parte, Amma pretende frente a los demás, cambia a sus espaldas. Parece incluso un juego en el que ella mueve las piezas, así como en la casa de muñecas armada por ella como réplica de su hogar.  El daño surge en cualquier espacio, emana de cualquier persona sin importar su reconfortante apariencia. La confianza se desmorona ante cada acción, ante cada recuerdo.

Sharp Objects muestra la complejidad de la institución familiar desde lo femenino mediante sus distintas personajes, cuyas actitudes difieren. La tensión surge de la dinámica entre ellas, marcada por una crueldad a veces evidente, en otras ocasiones oculta tras la dulzura del supuesto cariño. Ambas alternativas hieren a Camille Preaker, la protagonista a la que acompañamos en este viaje al pasado mediante el regreso, sus recuerdos —como espectros—, las heridas abiertas, el dolor renovado, el afrontar el mismo y cicatrizarlo para aprender a vivir con él, aunque puedan surgir nuevas lesiones. Para curarlas la solución nunca resulta tajante, inicialmente podría considerarse como remedio reemplazar con cariño la falta de este hacia Camille, pero esta serie quebranta constantemente las convenciones. No todo se resuelve, la tranquilidad se torna ilusoria. El espacio doméstico representa tanto peligro como cualquier otro. Aquello que conforta alberga amenazas para presas confiadas, así como el amor: éste también envenena, también mata, incluso crea fantasmas, deja la piel marcada.

Vallée, Jean-Marc, director. Sharp Objects, HBO, 2018.

* El nombre de la novela, fuente de la adaptación, se tradujo como Heridas abiertas.

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En Cuervo de patas entintadas analizaré lo gótico en distintas obras contemporáneas. Tanto el terror como el horror se incluirán en estas miradas conectadas. Allí donde haya un vampiro, un fantasma, un monstruo, algún espanto o demás, ahí estarán las letras de esta columna.

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Jessica Morales

Estudiante de Lengua y literaturas hispánicas en la UNAM.

Le interesan tanto la literatura como el cine de terror.

El gótico representa una de sus grandes aficiones, de sus grandes amores.

Si encontrara un fantasma, probablemente éste huiría de ella.

@carmilla_of_otranto

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