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ZOMBI

Joyce Carol Oates

 

Adriana Carrión-Carlson

 

 

Arrancaremos esta serie de apreciaciones con una gran novelista norteamericana. Nos referimos a Joyce Carol Oates, a quien le decimos de cariño Grand master of fierce, gothic suspense. La entrañable escritora llegó a este mundo en 1938, en la ciudad de Lockport, Nueva York. Oates presentó su primer libro a mediados de los años sesenta y tiene en su haber más de 55 novelas.

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Joyce Carol Oates

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Se trata de una autora muy respetada por su prosa implacable, donde se unen la metáfora y el lenguaje descarnado para hilvanar historias de ficción, pero que están ancladas en la realidad más brutal de la conducta humana.

GUANTESDECONEJO hacía doce días que había desaparecido…

Fui de Detroit a Montana y no dejé ni rastro. Cuántos centenares, miles….

Como gorriones en el aire se elevan en sus alas…Y vacilan y caen y

desaparecen y no dejan rastro. Y el propio Dios es la MATERIA OSCURA

que se los traga.

 

Estamos ante una autora que ha continuado con la marca poderosa de Edgar Allan Poe, quien dotó de prominencia y genialidad al romanticismo y gótico tardío en EE. UU.

En su novela Zombi de 1995, Joyce Carol Oates logra una nota lingüística peculiar y brillante, porque lleva a cabo la introspección del personaje principal más allá de lo que ya se había hecho. Transformándolo en una “mente delatora” a un nivel más radical y turbador.

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(La biblioteca de Carfax, 2019)

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Me llamo Q_P_ y tengo 31 años y 3 meses.

Siempre soy amable, aunque no hablo más de lo necesario.

Y no establezco contacto visual.  

 

Este es Quentin P., un psicópata sexual que evita, a toda costa, mirarte a los ojos por el temor a que se le meta el alma de otros. Q_P_ es un individuo que aprende y se adapta rápido y puede ofrecerse a llevarte en su camioneta si estás varado en la carretera o a sacar la basura el día que corresponde o hacer plática sobre el clima mientras compra un picahielos (que nada tiene que ver con las herramientas propias que se utilizan durante el invierno) y que nadie va a cuestionar porque están distraídos y no prestan mayor atención a lo que pasa a su alrededor.

Quentin es un personaje que encarna a un hombre normal de apariencia tranquila, pero todo se debe a uno de sus “pequeños secretos”, que consiste en comportarse de manera que nadie pueda sospechar sobre sus verdaderas intenciones.

Entre la presencia de vocablos en mayúsculas, nombres abreviados y caracteres especiales, la construcción semántica de la historia se presenta como un torrente constante de ideas fragmentadas, expuestas en párrafos brevísimos. Así es como el lector se adentra de lleno en la mente volátil de Quentin.

No recordaba dónde las había escondido. Palpé por encima

de las vigas sucias de telarañas y cuerpos de insectos desecados

y mis dedos salieron vacíos, CRISTALES REDONDOS.

MONTURA DE PLÁSTICO TRANSPARENTE…

Y papá dijo que estaba bien, estaba excusado.

Y los padres de Bruce estaban aún enojados

pero habían perdido su poder. Cuando me iba su

padre me preguntó gritando como un chico que

abuchea a otro: ¿Y qué hiciste con las gafas de nuestro hijo?

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La narración va tomando la forma de un diario ominoso que otorga libre acceso al lector, cuya vista privilegiada se convierte en un grillete que lo retiene. De manera vertiginosa, quienes leemos su diatriba nos vemos atrapados dentro del roce ríspido entre las experiencias del pasado y los nuevos anhelos que Quentin decide concretar en el presente.  Mientras que, para Quentin, ese mismo proceso mental lo libera de una complejísima relación con su padre y el resto de su familia, además de sumergirlo en un estado de euforia, desde el que su cinismo y seguridad, recién estrenada, lo incitan a volcarse en su modo predador (que disfrazaba de silencio y comportamiento retraído) para ganar tiempo mientras logra imitar conductas y maneras ajenas.

Y yo temblaba ahora un poco imitando a Bim… Mi rostro

reluciente de lágrimas y levanté la mirada al doctor B_

por primera vez atreviéndome a hacer contacto visual

porque las lágrimas me protegían y dije en voz alta y clara

como si fuera una sorpresa: Sí, doctor. Sentí afecto y por

eso perdí el control.

La constante sensación de incomodidad que nos rodea y que nos descontrola tiene que ver con la manera en que la autora construye a su protagonista, sometiendo al lector a la constante presión de ver el resquebrajamiento de una supuesta normalidad aceptable que nunca tuvo cabida en el pensamiento de Quentin.

Hay que estar preparado, porque esta novela produce una fuerte sacudida visceral, de la que nos será difícil recuperarnos.

Ese gran desconcierto se acentúa cuando atestiguamos que el gozo de Quentin sólo va en aumento, máxime que comenzará a desdoblarse para destronar ciertos códigos familiares y rancios, mismos que son sustituidos con una serie de pasos según su propio método para asegurarse de tener suficiente materia prima para su proyecto carnal, con base en la captura de todos aquellos que considera como meros objetos de su interés.

Cuando al día siguiente vi mi cara tuve la revelación.

Parpadeando y acercándome mucho al espejo porque no tenía las

Gafas…Y comprendí entonces que podía habitar un ROSTRO NO CONOCIDO. No conocido EN NINGÚN LUGAR DEL MUNDO. Podía moverme como otra persona. Podía despertar PIEDAD, CONFIANZA, COMPASIÓN, EXTRAÑEZA Y TEMOR con un rostro así. Podía COMER TU CORAZÓN…Y nunca lo sabrías.

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(Suntup, Artist Edition)

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En esta obra vamos a encontrar una técnica depurada por parte de Oates para la exploración del lenguaje como vehículo para tocar temas imprescindibles como la verdad y la mentira, al igual que el complejo viaje desde un propósito inicial hasta la obsesión. Zombi es una novela controversial, inclusive para un momento de enorme efervescencia artística como lo fue la década de los noventa. Oates nos ha dejado un personaje multiforme que sirve como metáfora del cuidador que observa todo, pero cuya cercanía se torna agresiva y perniciosa.

Existe otro elemento de corte gótico, que no quisiera dejar fuera y que mencionaré de forma breve: la casa que cuida Quentin refiere un apego con algo del pasado o bien una batalla por continuar existiendo a partir de viejos cimientos familiares. La casa se convierte en un posible símbolo de un pasado familiar que no le permite deslindarse de esa dinámica que aún le genera recelo. Es en su sótano (al contrario del piso más alto en el que Víctor Frankenstein trabajaba obsesionado) donde (al igual que las paredes de Poe) los secretos innombrables que motivan a Quentin se anidan hasta quedar encadenados con sus deseos más feroces.

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En Latitud sombría abordaré obras contemporáneas estadounidenses relacionadas con lo fantástico, el terror, el new weird, la ciencia ficción y el suspense.

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Adriana Carrión-Carlson

Narradora de historias. Lectora serial. Detective literario.

Profesional de la edición y corrección de estilo en inglés. Egresada de Letras inglesas, Relaciones internacionales y de Estudios sobre México-EUA.

Protectora del corazón de los perros y del polvo de los fantasmas.

Facebook: Adriana Carrion

X: @AdrianaCarrin2

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