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EL AMOR DESDE LA PERSPECTIVA ANTICELESTIAL

Good Omens y cómo depurar a la religión de nuestras vidas

 

Lord Crawen

 

No voy a entrar en definiciones sobre el amor, porque tenemos muchísimas de tantos y cuantos escritores, médicos, psicólogos y hasta de tóxicos envenenados bajo brujería.

Pero el amor es —más allá de un sentimiento entre dos personas— algo mágico que sucede desde el comienzo de la creación, algo que la serie Good Omens ha puesto sobre la mesa. Y es que el recorrido que tenemos como humanidad desde el punto de partida parece siempre extraviarse debido a la falta de documentación científica y ante la imposición de cierto libro, utilizado por las religiones para sustraer levemente la libertad y la mente abierta.

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Arizphel y Crowley, ángeles en el inicio del todo, tenían puntos de vista diferentes y aprendieron (con el paso del tiempo) que el Creador tiene un plan definido para cada una de sus creaciones. Sin embargo, el solo hecho de pensar diferente podría no ser bien recibido por esta entidad.

La biblia contiene un breve paisaje que detona en mi mente cada vez que algún séquito religioso empedernido suele tocar mi puerta para intentar convencer a un vampiro antisocial de no comérselo:

“Tanto amó dios al mundo, que dio a su hijo…”

Vaya, ese dios sacrifica todo aquello para que sepamos que nos ama. Es una crueldad inconmensurable, tal como el personaje de Crowley (una vez enviado a la tierra como el ángel caído, pero ahora partidario del diablo y Satanás) pone en tela de juicio cada vez que se encuentra con su amigo Arizphel.

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En su primera temporada este par confronta sus papeles ante la indiferencia del Creador, quien ha ajustado un plan para la humanidad titulado “Apocalipsis”, palabra traducida a nuestro idioma como el fin de la humanidad y el renacimiento del mundo, la guerra entre ángeles y demonios, la salida de Satanás del abismo para enfrentar al Creador mismo.

Pero existe un pequeño problema ante los papeles de peón que les toca representar: ellos sienten amor por la humanidad, y sus constantes apariciones en el trascurso de la historia humana los hacen reflexionar sobre los puntos a favor o en contra de su posición. Crowley, un ser más abierto a las posibilidades (ya que en ambos mundos ha desarrollado su existencia), hace pensar un poco más a Arizphel, quien (entregado a jugar siempre un mejor papel para obtener un ascenso) apela más al corazón que a la razón.

Mas su amistad duradera, junto con el error humano, hacen imposible que el plan del Apocalipsis transcurra de forma ordenada; además, el Anticristo no nace y crece como debería. Por lo que —gracias a la fuerza de ambos bandos— ese eficaz plan se termina diluyendo.

Al comenzar la segunda temporada (y tras el fracaso del plan celestial del Creador) hay consecuencias en ambos lados. Crowley termina por ser arrojado a la Tierra, sin privilegios, viviendo cual indigente dentro de su auto. Contrario a Arizphel, quien obtiene una librería y un sinfín de tratos con locatarios que lo respetan por su estilo de vida.

A pesar de ello, Crowley sigue visitando constantemente a su amigo, tratando de pasar buenos ratos. Aunque un evento extraño se les presenta: el ángel Gabriel llega a las puertas de la librería sin saber quién es.

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Una nueva batalla entre el Cielo y la Tierra comienza. El Infierno quiere a Gabriel y el Cielo intenta recuperarlo.

Pero vamos a lo importante del mensaje que nos deja la serie, porque si nos vamos por el tema teológico, hay que escombrar en la biblia y suele ser tedioso.

Cada vez que Crowley tiene oportunidad de coincidir con Arizphel le recuerda que juntos han hecho una historia diferente para la humanidad. Más allá que en ocasiones Crowley debe hacer cosas terribles, Arizphel comprende que es necesario y viceversa. El demonio nunca deja de demostrar y proteger a Arizphel, hasta en los momentos en que su mismo bando lo reprende por rebeldía (vaya, ¿qué sería de un demonio que sigue órdenes?). Los cánones se rompen cuando en el plan para proteger la identidad de Gabriel se inmiscuye el amor de dos mujeres: una que atiende una tienda de discos y otra, una cafetería.

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La fluidez del amor puede salvarnos a todos.

Al final de la temporada el amor fluye en cada uno de los personajes y mantiene un vínculo de salvación.

¿Cuántas veces no hemos forzado relaciones que no van a llevarnos a ningún lado?

El mensaje de la serie —más allá de la teología y librarnos de las cadenas impuestas por la religión y el supuesto creacionismo— es el amor.

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Pero no el amor de una pareja, ni de amigos, ni del sentido común, ni como una sola existencia. Sino del amor en conjunto; no por la necesidad de sentirlo, sino porque se va construyendo bajo los peores momentos, en secreto, con el sentido de pertenecer por pertenecer.

Crowley y Arizphel siguen diferentes caminos, dejándonos el corazón destrozado y con un mensaje significativo: el amor está ahí, aunque uno de los dos deba partir para ejecutar sus propios proyectos.

Sin duda, Good Omens (y nuestro buen amigo Neil Gaiman) nos da una trama de análisis desde todos los puntos. Aguardo la tercera temporada, con el corazón oscuro latiendo con fuerza.

Para finalizar este análisis sin muchos spoilers, les dejo un mensaje de suma importancia: el amor existe en cualquier plano y hacia cualquier ser, pero forzarlo sólo hará que nos duela más. Amen sin mirar a quién.

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Disfruta las dos temporadas en Prime Video.

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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional. Su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 es finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.

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