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HONRARÁS A TU MADRE

La Mesías desmenuzada a través de la pesada carga que dejamos a nuestros hijos

 

Lord Crawen

 

La sociedad tiene una estructura muy marcada respecto a sus lineamientos, que van cambiando conforme un nuevo orden llega al poder; sus características se conforman bajo ciertos ciclos de poder adquisitivo, donde los menospreciados suelen ser manipulados.

Aquí entra entonces la labor de los padres, que, ante cualquier pronóstico y sin recursos de alguna índole, deben ofrecer un producto para la comodidad de la sociedad, un monstruo que trate de instaurar la anarquía, un libertino prófugo del capitalismo o simplemente la escoria señalada día y noche por sus agravios.

La Mesías, serie española dirigida por Javier Ambrossi y Javier Calvo, nos instaura un panorama que va cambiando capítulo a capítulo, desmenuzando una maraña interminable de aciertos o errores de los protagonistas, mostrando en pantalla guiños para un espectador hambriento de suspenso.

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Y es que así es la vida: amanecemos con un leve suspenso sobre la vitalidad y tomamos una taza de café previo a la maquinaria arrolladora de las labores para sobrevivir un día más, sobrellevando cada uno de nuestros pecados.

La serie no viene a impartir cátedras de culto, tampoco a darle lectura al evangelio paternal y tampoco a redimir nuestra decisión religiosa, pero sí pone sobre la mesa cada uno de estos elementos.

Los directores, al igual que los personajes, juegan con nuestra mente acostumbrada al primer guiño lateral, un ataque a nuestra visión desde el primer capítulo, donde no comprenderemos mucho de lo sucedido: una madre joven y despreocupada con dos hijos que ahora en su edad adulta tratan de desenvolverse, un grupo de niñas que se ha vuelto viral por sus canciones religiosas con corte pop, la reunión de un grupo de personas en la montaña Monserrath ante el posible avistamiento del fenómeno ovni, posibles abducciones o desapariciones.

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La gran cantidad de información que llega a nuestras manos en un dispositivo móvil es de igual forma el arranque de este capítulo. Pasamos de una problemática social a la paternidad, del fenómeno extraterrestre a la nota paranormal y volvemos a dar una prueba más al café.

Conforme la serie avanza, se desentraña la raíz del problema: Monserrath es una madre joven, despreocupada y aventurada en las fiestas, a costa de la crianza de sus hijos. Enrik, el primogénito, le hace ver sus errores de forma constante, en ocasiones pagando con maltrato y un cambio abrupto de golpes a caricias que lo ha dejado con un trauma espectral que asocia con las abducciones alienígenas que observa en la TV.

Irene, por el contrario, al ser la menor sólo observa con total desapruebo lo que su madre hace, tratando de seguir como sombra a su hermano; mas nunca logra convencerse a sí misma de cuál es su papel en esta disfuncionalidad.

La palabra de dios aparece en la vida de Monserrath y sus hijos, como suele aparecer en la vida de las personas sin rectitud, en la que este libro creado por fanáticos quisquillosos y utilizado por muchos gobiernos para su beneficio propio (aprobación y adoctrinamiento). Monserrath encuentra la luz con una nueva pareja, un hombre que lo único que le provee es un techo; el resto se cubre con austeridad y las frías paredes de un hogar fuera de la civilización.

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Al avanzar el tiempo, Monserrath pierde el camino de la rectitud, pierde su derecho como mujer, se convierte en la esposa abnegada y esclavizada que el dogma bíblico señala hasta que, tras dar a luz a 6 hijas más, dios le brinda el don de escuchar su palabra.

Enrik e Irene, ahora adolescentes, cuidan de sus hermanas, mientras el padre sale a buscar el pan de cada día y Monserrath comienza su reinado de terror en casa: el anarquismo social al alejar a su familia del mundo bajo la crianza de un dios activo e invisible que le habla, creando un dogma donde ella es la portavoz de dios. Enrik no duda en observar el cielo. Nuevamente la serie plantea los horrores infundados del mundo, lo que no podemos ver.

Enrik e Irene terminan por escapar de su realidad, trabajando en los oficios familiares, lo poco que pudieron aprender en su encierro. Olvidan la existencia de Monserrath e intentan continuar con su vida hasta la llegada del grupo «Stella Maris» en YouTube, siendo tendencia en todos los medios posibles, que anuncia la llegada de su señor y el fin del mundo.

Enrik e Irene, temerosos, vuelcan todos los medios posibles para salvar a sus hermanas, detener a Monserrath y así ponerle fin al fin del mundo.

Y es aquí, al final de todos los amarres en los que la serie nos ha envuelto en sus siete capítulos, que llega la calma.

El fin del mundo acaece para Enrik e Irene, más la sociedad continúa su curso. Rescatan lo que creen puede salvarse, pero el daño hecho no tiene reparo. El silencio sepulcral del dios activo se hace presente, con la única respuesta a todos los problemas: datar que, en efecto, ocurre el suceso.

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Claro que no voy a darles un solo spoiler, porque esta serie debe tratarse con pinzas, sufrir con los personajes, entender la maternidad desde el punto de vista personal: mientras esta sociedad nos inunda con el canon directo de paternidad o maternidad, se siguen criando niños bajo adoctrinamientos de terror.

Y ya no hablemos sobre las salidas adyacentes que ofrece el mundo, que no nos abraza hasta que alguien con un poder para hacerlo lo hace.

La Mesías es un conglomerado de imágenes que van del terror al drama, justo como el día a día de cada uno de nosotros, cuando buscamos alguna respuesta, justicia a ciertos actos, denunciamos lo que creemos alguien hace mal, juzgamos y enviamos al infierno desde nuestras pantallas móviles en la comodidad de la sala mientras bebemos café.

Invito, pues, no sólo a generar un discurso activo ante la serie, una crítica suave que nos va a llevar de lo cotidiano a lo desconocido, rasgando los horrores reales que tenemos ante nuestros ojos.

Recomiendo una taza de café durante la hora de duración de cada capítulo, paciencia, pulcritud y decencia ante lo que van a ver. Una vez que la última gota de café haya terminado, como la serie, como este artículo, juzgar será complicado.

No olviden, también, mirar fijamente al cielo…

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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. Ha realizado ponencias en eventos de «Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Actualmente publica en El nahual errante y Sombra del aire, ambas revistas de corte virtual.

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