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LOS CELOS DE APOLONIO

IV

 

Emiliano González

 

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

 

Es el momento de anotar cosas nuevas y de recordar algunas otras.

En el curso del fragmento de Mallarmé, Igitur o la locura de Elbehnon (esbozo de poema en prosa, fragmento hermético y abstruso de ocultismo, más que texto esotérico para el público instruido) podemos ver anotaciones vagas, nebulosas, acerca de una raza superior y el reloj –horloge– visto como motivo de horror. Estos dos temas nos llevan al Horla de Maupassant e incluso al poema de Baudelaire sobre el reloj visto como vampiro, que le chupa sangre al mundo. Meyrink llega incluso a ver al tiempo como víctima de los vampiros: el tiempo es la sangre que el vampiro necesita para su eternidad.

igitur

Mallarmé, sin ser sifilítico, describe el delirio propio del sifilítico: tiene influencia de Baudelaire y en él se basa para elaborar a Igitur. He leído recientemente que Flaubert –creador del personaje narcisista, deificado y megalómano de “Noviembre”– era sifilítico también. Hay relación entre la referencia a una enfermedad causada por la prostitución y la mujer del personaje de la segunda versión de “Noviembre”, que es una novela con el mismo título.

noviembre

La locura profana que provoca la sífilis es a veces controlable a través de la literatura –como lo demuestran Baudelaire y Flaubert– pero no siempre lo es –como lo demuestran Maupassant y Nietzsche. El autor alemán Oscar Panizza, después de ser castigado por motivos políticos, debido a su tragedia sobre la sífilis, El concilio del amor (1894), muestra signos de desequilibrio mental y es internado en manicomios. Todos estos autores tienen su antecesor en el personaje creado por Ariosto y de una manera u otra heredan el mismo tipo de locura. El carácter sobrehumano de los hechos de armas en Orlando furioso y la relación inconsciente establecida por Maupassant entre ese carácter, el gigante devorador y vampiro, en el poema de Ariosto, determinan al Horla tanto como el personaje Orla (enemigo del noble Fingall en el poema Ossian) y el reloj de Baudelaire. En el poema Ossian (sobre Fingall, rey de los desiertos) Lovecraft descubre a Cuthullin, hijo de Semo, rey de las conchas. La “trompa inmunda” del vampiro en el poema “Rôdeuse” de Nervo, proviene del poema “El reloj” de Baudelaire. Y recordemos que Nervo se refiere al Horla en su cuento “Ellos”, en que los vampiros se vuelven devoradores. Sin embargo Nervo, como Mallarmé, logra transformar locura profana en locura sagrada o poesía. Baudelaire, al afirmar que “la única y suprema voluptuosidad del amor consiste en la certidumbre de hacer el mal”, recuerda la intrusión de la serpiente en el jardín del Paraíso y a la vez nos recuerda su propia sífilis.

"Le désespoir de Cuthullin", por Couder

«Le désespoir de Cuthullin», por Couder

No es necesario ser sifilítico para establecer una relación entre vampirismo y aristocracia, ni para tener alucinaciones con ella. Sin embargo, establecer esa relación es una característica de Lautréamont, aunque no es sifilítico es loco, y parece ser sifilítico porque en su obra están el superhombre, el vampiro y la relación entre leche y sangre, propia del perverso polimorfo de la realidad y del Horla de la ficción desequilibrada. Lovecraft, que tampoco es sifilítico, ni loco, elabora un pulpo alado basándose en Lautréamont, así como Stoker elabora al loco Renfield basándose en Maupassant, y saca la idea del barco de Drácula del barco del Horla. La “Keré” o vampiresa eleusina, al chupar al aristocrático guerrero-lobo, es justiciera, y en cambio el vampiro aristócrata es injusto.

Podemos decir que el fenómeno de la alucinación infernal –llamado Jefe Secreto por MacGregor Mathers– no es necesariamente sufrido por sifilíticos y puede ser concreto o abstracto: duende familiar que provoca apariciones de peleas y batallas en la narrativa de Washington Irving o ser invisible que aparece con el opio en un cuento de O’Brien. El hashish, cuando es fumado en ambiente represivo, provoca alucinaciones que despiertan al durmiente y que persisten después del sueño. Como no aparecen inmediatamente después de la ingestión de hashish pueden ser confundidas con fantasmas, vampiros o Jefes Secretos (el poema Ossian trata de fantasmas de jefes desaparecidos). Werther, el personaje de Goethe, se suicida después de admirar fragmentos de Ossian. Ese suicidio es uno de los factores que determinan el intento de suicidio de Maupassant y los suicidios de Potocki, Polidori, Howard e incluso Virginia Woolf, autora de la novela Orlando (1928).

Samuel Liddel MacGregor Mathers

Samuel Liddel MacGregor Mathers

En nuestra época, la imagen cinematográfica influye sobre la alucinación infernal, al mostrar disfraces de guerreros antiguos y peleas, originados en el teatro y la novela.

El sueño de Walpole sobre el guante gigante se basa en una alucinación del Quijote. En mi propia vida hay un sueño parecido: varios años antes de alucinar a los guerreros, soñé con una mano gigante que me esperaba en la cama del cuarto de mis padres.

Aunque influido por King Kong, mi sueño está relacionado con el de Walpole. Gracias a la literatura, he logrado controlar el horror ciego de las alucinaciones de guerreros (ninguno de los cuales era defensivo). Ni el yo ni el súper-yo son capaces de intervenir durante el sueño y no pueden impedir los efectos de la cannabis. En consecuencia éstos surgen, asustando, despertando y asustando de nuevo. Desde la época del Quijote las alucinaciones son de guerreros pero también puede haber alucinaciones paradisiacas, en que amor y paz se ven realizados. Estas alucinaciones son una protesta que el inconsciente mismo hace ante los “horlas” machos, penetrantes, activos, idiotas y pesadillescos de las alucinaciones infernales. Estas encarnan complejos que pueden poseer al humano y enloquecerlo si éste no es cauto y hace a un lado el conocimiento de la persistencia del fenómeno a través de los años, fenómeno controlado con ejemplos literarios, que al ofrecer una organización artística eliminan el caos supersticioso de las alucinaciones infernales.

Collage de Emiliano González para Los sueños de la bella durmiente

Collage de Emiliano González para Los sueños de la bella durmiente

André Breton en 1942 observa que “podemos llegar a pensar que por encima del hombre, en la escala animal, existen unos seres cuyo comportamiento parece tan ajeno al suyo como éste puede serlo con respecto al de la efímera o al de la ballena”. Breton se pregunta si esos seres son “un nuevo mito” o “el resultado de un espejismo” y también se pregunta si debemos darles ocasión de manifestarse. Yo creo que al ser el Horla un dios, un ser sobrenatural que pide sacrificios humanos para poder seguir vivo, no debe existir como religión pues éste implicaría una cruel involución dentro del desarrollo de la humanidad. Pero debe haber un arte surrealista para controlar al Horla. Después de la segunda guerra mundial, el surrealista, al saber que el sadismo es malo, intenta prevenirlo por medio del arte, y lo logra.

La noción del hombre como parásito de un animal gigante, noción concebida por Novalis, y el enigma que plantea el filósofo William James cuando se pregunta si los humanos son como perros y gatos para seres que no podemos percibir, deben ser afrontados, ya que tales seres están situados por encima de la realidad, en una “super-realidad” que participa del sueño y la vigilia, y es necesario –más que deseado- un arte surrealista para controlar a esos seres, así como el arte religioso controla las emociones, impidiendo el fanatismo. Tan necesario como el arte surrealista es el pensamiento defensivo, y para que éste pueda existir son indispensables la refutación filosófica y la dialéctica más acertada para hacer una revolución efectiva y anular y prevenir la erística o disputa aristocrática del Horla.

Maupassant le inspira a Lovecraft la muerte del imaginario Alhazred, poeta loco devorado en pleno día por un monstruo invisible en 738, en Damasco.

El monstruo invisible de “El horror de Dunwich” de Lovecraft se vuelve visible por un instante, gracias a ciertos polvos, y entonces es posible ver su similitud con el pulpo y con la araña y su cara humana, llevándonos a la imagen de Atlach-Nacha, el dios arácnido del mundo del sueño: una araña con cabeza humana idéntica a la del cuento del mexicano Alejandro Cuevas “El vampiro”, que incluye una ilustración en que aparece la araña monstruosa del sueño. La similitud del monstruo con el pulpo y la araña nos llevan al cuento de Darío “La ninfa”, en que está la araña Kraken que vive en el fondo de los mares, y a la novela de Brian Lumley, Los que acechan en el abismo, título español de Los mineros de abajo (1974). Las divertidas letras Aklo de “El libro verde” de Helen cobran siniestro significado en el cuento de Lovecraft, así como los chotacabras cósmicos del texto “Hashish” de Gautier se vuelven trágicos. Tal vez Lovecraft describe efectos del hashish fumado en ambiente represivo, pues al describir el lenguaje de los seres invisibles, los sonidos monstruosos, Lovecraft es bastante fiel a las alucinaciones infernales de Jefes Secretos tal y como yo las recuerdo: son visuales y auditivas: En el cuento hay referencias “a un plan para la extirpación total del género humano, así como de toda la vida animal y vegetal de la Tierra por una raza de seres de monstruosas dimensiones”.

lumley

En “El monstruo invisible”, Sonia Green –esposa de Lovecraft por un tiempo describe un monstruo marino que horroriza a los habitantes del pueblo Martin’s Beach.

El ser invisible del cuento “La cosa maldita” de Bierce es un color que los ojos humanos no pueden percibir, así como hay sonidos que sólo los perros pueden oír. M. R. James en 1928 se vuelve puritano y repudia la mezcla de sexualidad y horror, después de haber escrito cuentos decadentes sobre fetichismo y vampirismo, y también sobre un ser parecido al Horla. En “¡Silba, muchacho, y acudiré!” hace una variación de “El miserere” de Bécquer y muestra al ser invisible que acude al llamado de un silbato hallado en un convento templario, silbato que tiene un par de cruces gamadas. El ser se vuelve visible gracias a unas sábanas, y está basado en un grabado de Goya sobre un ser gigante cubierto por sábanas.

"Disparate de miedo", por Goya

«Disparate de miedo», por Goya

En el poema Ossian, sobre fantasmas de jefes desaparecidos, Orla le pide a Fingall que lo mate, y él se rehúsa: siente piedad por su enemigo, y sin embargo Orla muere, debido a una herida de guerra. La piedad por el enemigo, piedad que se vuelve admiración en el alma de Fingall, puede llevar al suicidio. El fragmento de Ossian impresiona a Goethe –autor de Werther– y a los suicidas Maupassant y Robert E. Howard. El suicidio de la noble Darthula ante el cadáver de su amado Nathos (hijo de Cuthullin) también los impresiona. Semo, rey de las conchas, padre del noble Cuthullin, hace a Lovecraft recordar al capitán Nemo, al pulpo gigante y a la Atlántida submarina de la novela de Verne. El noble Cuthullin se vuelve el dios monstruoso Cthulhu, por la costumbre, muy lovecraftiana, de volver culpable lo inocente: su amigo Bloch, la mulata de Córdoba, las letras Aklo de “El libro verde”, etc. Lovecraft nos hace recordar al barón del poema de Keats, barón que sueña que sus invitados (unos guerreros) son demonios, brujos y gusanos de ataúd. El personaje Conán de Howard se basa en un personaje de Ossian que le dice a Cuthullin que ha oído sus palabras pero no sabe nada de sus hazañas, y entonces Fingall se refiere a ellas y las celebra. Las palabras que Fingall dirige a Conán son significativas. Howard, en el momento de su suicidio, valúa más las hazañas que las palabras y se vuelve su propio enemigo. En la vida de Howard, su personaje Niord (lobuno guerrero ario) juega el papel del amigo-enemigo.

"Robert E. Howard", por Sanjulian

«Robert E. Howard», por Sanjulian

Continuará…

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EGPenEmiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I (2007) y Ensayos (2009).