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PREVISIONISMO PORVENIRISTA

V

 

Emiliano González

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

Cuarta parte

 

Precursora de los blues de la ciudad, como Werther, la novela decadente de Wilde El retrato de Dorian Gray (1892) es significativa: el inmoralista Lord Henry influye sobre el hedonista Dorian Gray, hasta que provoca la muerte de su novia Sybil y de su amigo (ambiguo) Basil: un suicidio y un asesinato. El suicidio de Sybil es porque Gray no puede perdonarle a ella su enfermedad, que la ha hecho actuar mal. Este detalle influye sobre Gide, que en la novela irracional El inmoralista (1902) muestra cómo Michel prefiere el amor homosexual al amor de una mujer enferma, y la deja morir. En la novela de Wilde dice Lord Henry: “Las verdaderas tragedias de la vida ocurren de manera tan poco artística que nos dañan con su cruda violencia, su absoluta incoherencia, su absurda carencia de sentido, su completa falta de estilo…” Este fragmento de Lord Henry parece ser una crítica y en realidad es un elogio, ya que Lord Henry propicia la muerte de quienes lo rodean. Como la serpiente del Génesis, Lord Henry finge la sabiduría y miente. Gray hace un pacto con el diablo, por el solo hecho de ser su amigo. El retrato pintado por Basil se ve deteriorado y el rostro cambia horriblemente, delatando los pecados de Gray. Tal es la explicación sobrenatural de la trama. Pero Wilde deja abierta la posibilidad de una explicación racional: “Si el pensamiento podría ejercer su influencia sobre un organismo vivo, ¿puede también ejercerla sobre las cosas muertas e inorgánicas?… Sin pensamiento ni deseo consciente, ¿podrían las cosas externas vibrar al unísono con nuestros estados de ánimo y pasiones, el átomo llamando al átomo en amor secreto o afinidad extraña?” En otro capítulo, Basil asegura: “Las pinturas que usé tenían algún veneno mineral”.

El libro de H. G. Wells The Shape of Things to Come (La forma de las cosas por venir, 1933) es anticipado por un fragmento de la novela de Wilde: “… the mere shapes and patterns of things becoming, as it were, refined… (“…las meras formas y configuraciones de las cosas volviéndose, por así decirlo, refinadas…) En este caso cito a Wilde en inglés, porque si no lo hago no se entiende la relación con el título de Wells, un título que llega a influir sobre el jazz de Coleman y la música pop de los Yardbirds, originales y experimentales. Shakespeare anticipa a Wilde cuando afirma que el poeta es como la imaginación, pues “produce las formas de las cosas desconocidas”.

Gabriel Trujillo Muñoz, el autor de Tijuana City Blues, en sus escritos, muestra una cálida subjetividad, sin dejar de ser objetivo, y hace una celebración de la ciencia-ficción, mezclando armoniosamente forma y fondo, elaborando un cosmos. A veces –como otros– emplea la palabra “futurista” para referirse a la ciencia-ficción, y tiene vaguedades –producto de la hipocresía del ambiente literario o de la falta de datos– alrededor de la palabra “punk”. Esto puede verse en Los confines (libro en general excelente) y también en Utopías y quimeras, su nuevo libro, en que Trujillo afirma que en la República Platón defiende la igualdad de los sexos y el control de la natalidad. La aristocracia –la forma más atrasada y errónea de gobierno– es elogiada en la República, monólogo solipsista y erístico, disfrazado de diálogo. A diferencia de Trujillo, podemos afirmar que la República no es una utopía, pues esa palabra quiere decir “no-lugar” o “no hay tal lugar”. Según Platón, la República es el mejor gobierno, el estado ideal… encarnado por Esparta en la época de Sócrates. El primer autor que usa la palabra “utopía” es Moro. La lectura de libros modernos como 1984 hace que Trujillo note cierto aspecto represivo de la República, pero la lectura de otros libros le da una impresión confusa de la obra de Platón.

En la República, los soldados guardianes son los dueños de las mujeres y de los niños. Las mujeres, como los guardianes, deben saber música y gimnasia para la guerra. Sin embargo, las mujeres son inferiores. “Las lamentaciones son propias de mujeres y afeminados”, dice Platón a través de Sócrates. Ni Sócrates ni sus interlocutores habrían escogido nunca la condición de mujer para reencarnar, al cambiar su alma de cuerpo. En la República es reconocida “la inferioridad general del sexo femenino” y los mejores guerreros reciben más licencias para copular con las mujeres y tener la mayor cantidad de hijos posible. En un caos total, el autor llega a describir una situación extrema, radical, en que los padres no conocen a sus hijos y éstos no conocen a sus padres, ya que al nacer son ofrecidos al Estado. Esto trasluce un horror total por la cópula que da origen a los niños. En Esparta, el Estado es el padre de los niños, y es que mujeres y niños son vistos como propiedades y el autor propone la abolición de la propiedad. Los soldados guardianes cuidan al rebaño, que no debe degenerar, y por eso hay que privilegiar la crianza de los mejores. Los hijos de los súbditos inferiores y los deformes serán entregados a los Jefes o Ancianos y ocultos en algún sitio secreto, desconocido, misterioso, que estará prohibido revelar. Ese sitio implica desaparición y muerte. El número de bodas debe ser regulado por el Estado, para conservar una población promedio. La guerra y las enfermedades a veces evitan el exceso de población. Esto último ya anuncia al futurista Marinetti proponiendo la guerra como higiene del mundo.

Los soldados guardianes no deben temer a la muerte y, en consecuencia, no deben oír descripciones del Hades, para lo cual es necesario eliminar toda relación con Eleusis y con las críticas a Aquiles o a Zeus.

En la República, “los hombres son superiores a las mujeres en todo”. Las mejores mujeres están al nivel de los hombres secundarios, no de los principales.

La misoginia de la República es comparable con la de las leyes de Manú, en la India, y es uno de los orígenes del futurismo italiano. Lejos de esta misoginia, el español Eduardo Marquina es autor de la novela modernista de ciencia-ficción El secreto de la vida, explicada como una serie de “paisajes futuristas”, lo cual es impreciso, pues la novela está a favor del éxtasis y el sueño, repudiados por los futuristas.

Los lectores que suponen que la República es meramente ideal, ignoran el interés de Sócrates por Esparta y su conocimiento del gobierno espartano. Cuando el viejo Platón se acerca a Dionisio, tirano de Siracusa, viéndolo como la encarnación del gobernante ideal de la República, Dionisio lo traiciona y lo humilla, volviéndolo esclavo. El investigador Émile Deschanel, en su estudio sobre las cortesanas griegas, dice: “Platón en su república ideal condenaba a muerte a los recién nacidos con cuerpos deformes, y Licurgo, y esto ya es más grave, había ordenado lo mismo en su república real, y los niños mal conformados eran arrojados al abismo del Taigeto (cordillera del Peloponeso)”. El curioso estudio de Deschanel está en el número 5 de la revista Cosmópolis (mayo de 1919). Real o ideal, la eliminación de niños feos o deformes es un crimen.

La desconfianza ante la libertad de expresión y el odio por la poesía, característicos de la República, nos hacen recordar la leyenda hindú de Tulsi Das, una leyenda defensiva, precursora del previsionismo porvenirista: “El poeta hindú Tulsi Das compuso la gesta de Hanuman y de su ejército de monos. Años después, un rey lo encarceló en una torre de piedra. En la celda se puso a meditar y de la meditación surgió Hanuman con su ejército de monos y conquistaron la ciudad e irrumpieron en la torre y lo libertaron” (trad. Borges y Casares). Tulsi Das salvado por su obra es una variante fantástica de la situación realista y psicológica de Sheherezada salvada por sus narraciones. Tulsi Das, al componer su obra, no sabe que tiene una profecía de su salvación y al final, de manera desconcertante, es salvado por sus propios personajes.

El título del nuevo libro de Trujillo Muñoz, Utopías y quimeras, se basa en el poema de Nervo “Condenación del libro”, incluido en Los jardines interiores (1905). En el poema de Nervo, el prelado (o dignatario eclesiástico) condena un libro: “por la gracia de la Sede / Pontificia, obispo in partibus de Quimera y Utopía, / decretamos que este libro de tristeza y mofa / quede / relegado a la ignominia y al olvido que precede / al abismo sin fronteras… / EL POETA: Del abismo brota el día…”

El obispo in partibus es el que toma título de un país ocupado por infieles. Nervo se refiere entre líneas a su propio libro Los jardines interiores, pero se basa en la condena de los poemas de Baudelaire, Las flores del mal, y recuerda la expulsión de los poetas de la República de Platón, obra transformada después por Moro en Utopía. Nervo tiene en mente el Index librorum prohibitorum de la Inquisición, pero el final es optimista: del mal brota el bien y de la podredumbre o materia prima surge el oro filosofal, como en “Bendición”, el primer poema de Las flores del mal. El libro condenado es inocente, no culpable como Los cantos de Maldoror o el imaginario Necronomicón de Alhazred. La revista inglesa El libro amarillo, atacada injustamente, viene a la memoria. Baudelaire dice en su poema “Epígrafe para un libro condenado”: “Si tu retórica no hiciste / con Satán, astuto decano, / ¡Tíralo! Me leerás en vano / O creerás que a un loco leíste” (trad. Nydia Lamarque).

Los poemas prohibidos del libro de Nervo, Los jardines interiores, se vuelven luego los Poemas interdictos y los Andamios interiores de la literatura de Maples Arce. El decadentismo conduce al estridentismo. Este último implica mayor experiencia dentro de un movimiento espiritual y sensual.

El sensorialismo de Maples Arce (que cita a Wilde en Andamios interiores) proviene de Dorian Gray, que prefiere oír tambores de negros e instrumentos aztecas en vez de “las bellas penas de Chopin”. Gray quiere espiritualizar los sentidos para humanizarlos: “Los sentidos han quedado salvajes y animales porque el mundo ha tratado de someterlos o de matarlos con el dolor, en vez de volverlos elementos de una nueva espiritualidad.” Los autores estridentes toman en cuenta a la intuición en sus dos sentidos, físico y mental: como simple percepción del presente y como sorpresiva percepción del futuro. El estridentismo es parecido al ultraísmo: actualista, porvenirista y metafórico.

A propósito de la sexualidad de la República de Platón viene al caso una novela de vanguardia, Reina villana (1951), en que L. S. de Camp describe un planeta que es como un panal con seres humanoides que son zánganos, obreras y reina, pero no es un panal de miel sino de vinagre, por la esclavitud y la violencia continua que lo caracterizan. Al final desaparece el sistema de castas sexuales del planeta, sistema en que los hijos son todos medios hermanos al ser hijos de la misma madre (la reina) y diferentes padres, y en que el amor por la Comunidad es lo único que hay, en vez de amores particulares. En esta distopía intervienen una flora y una fauna extrañas, que me hacen recordar la novela colectiva Banú, fantasía con imágenes y premoniciones valiosas.

La experiencia demuestra que mi mente posee capacidad premonitoria, no telepática. En consecuencia, ciertos versos de mi libro La inocencia hereditaria, sobre una vaca y la iglesia, versos llamados telepáticos, son en realidad premonitorios. La intuición, considerada en filosofía desde comienzos del siglo XX, en México, y la premonición (o previsión), considerada después en todo el mundo en para-psicología, son exactamente lo mismo, pero la intuición en su sentido más superficial es simple percepción del presente, y en su sentido más profundo, es percepción del futuro. Al decir “previsionismo porvenirista” introduzco primero una palabra para-psicológica y luego otra literaria y filosófica. En el libro La inocencia hereditaria está el poema “El ocaso de los curas”, en que podemos leer:

Obsesión del noble español y del poeta francés

Por la irrupción de vacas

En un cementerio llamado iglesia

Muchos años en la carroza imaginaria

Conversando los dos en un idioma

De campanarios sangrantes

En la segunda edición del libro –titulada Los rituales de la Danna e incluida en El libro de lo insólito– el poema tiene una nota al pie de página en que digo: “Una noche de 1984 acababa yo de leer unos versos de Benjamin Péret referentes a una vaca que llegaba hasta el altar de una iglesia, cuando de pronto mi mujer entró en el cuarto y me dijo, riendo, que había leído, apenas un momento antes, una crónica de Alfonso Camín sobre el novelista español Antonio de Hoyos, que hablaba… ¡de la irrupción de vacas en una iglesia de Nueva España!

Ofrezco este ejemplo como prueba de que la Magia existe, en este caso manifestada como fenómeno telepático.”

Ahora puedo ver con claridad que me equivocaba yo al afirmar que el fenómeno era telepático: era una premonición, y digo esto debido a un par de experiencias anteriores muy parecidas. En mi nota menciono al poeta Benjamin Péret, un surrealista, y a Camín y Antonio de Hoyos, modernistas. En el surrealismo, la vaca es la policía (hecho que yo ignoraba al escribir el poema). Por ende, mi poema muestra la unión de policía y religión: hay una crítica a la Inquisición, crítica que une al modernismo con el surrealismo. El futuro que la premonición capta puede ser cercano o lejano, pero nunca se anuncia, como en la astrología. Sólo puede saberse que ha habido premonición cuando ocurre un hecho expresado antes. Yo diría que la intuición me hizo leer el fragmento de Péret, un fragmento desconocido por mí en ese momento, así como años antes la intuición me llevó a abrir un libro sobre el hombre-lobo e inmediatamente después encendí la TV y estaba el hombre-lobo transformándose en hombre. No había nadie conmigo, de modo que no puedo confundir al fenómeno premonitorio con la telepatía. En otra ocasión, también solo, leí sobre los cabellos de Belinda en la poesía de Pope, bajé al comedor, saqué de un librero un libro de Marcial y lo primero que leí fue un epigrama sobre los cabellos de Belinda, nunca antes leído por mí. Este fenómeno demuestra que soy premonitorio, no telepático. En los casos que he mencionado no son personajes ni argumentos creados por mí los que han conducido a las premoniciones, sino lecturas realizadas por mí.

Continuará…

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Emiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I(2007) y Ensayos (2009).

 

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