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PREVISIONISMO PORVENIRISTA

IX

Emiliano González

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

Cuarta parte

Quinta parte

Sexta parte

Séptima parte

Octava parte

 

Según Freud, el anti-social quiere ser castigado porque tiene complejo de Edipo y lo ignora. Esta ignorancia provoca una angustia en él, un temor abstracto que quiere volverse concreto y se vuelve castigo. Cuando se refiere a Leonardo, Freud dice que el pintor se siente culpable al amar a su madre y lleva ese amor hacia sí mismo. Los discípulos de Leonardo (entre ellos uno apodado “el Sodoma”) se vuelven espejos en que el maestro se contempla a sí mismo. A diferencia de Wilde y de Sócrates, Leonardo es acusado, pero logra demostrar su inocencia.

La afinidad de Poe con Leonardo, que aparece en otros ensayos míos, se ve prefigurada por los versos edípicos de Catulo, “Contra Cominio”, en que el poeta dice que, si el pueblo matara a la vejez, manchada por el vicio, echaría a un buitre la lengua de Cominio (hostil al bueno) y un cuervo de pico negro le devoraría los ojos.

Wilde tiene un cuento y una novela sobre pintores relacionados con el horror: “Pluma, lápiz y veneno” y El retrato de Dorian Gray. En el cuento, el pintor puede ser comparado con Leonardo por su estilo y su tema. Pero al ser envenenado, el pintor cree que el arte debe ser “inconsciente, ideal y remoto”: es un simbolista, y los conocedores saben que los simbolistas son parecidos a Leonardo. Pero también es una víctima, ya que Dorian Gray lo mata.

En su poema “La esfinge”, Wilde se siente como Apolonio de Tiana ante la mujer de su discípulo Menipo y con una cruz rechaza a la esfinge como si se tratara de una vampiresa, de una lamia. Cuando Verlaine dispara sobre Rimbaud se porta como Apolonio, pues sabe que su amigo lo abandona. Cuando el papá de Lord Alfred es enemistoso, Wilde le dice una frase larga que termina en “disparo a primera vista”. Pero no llega a dispararle. En vez de eso, realiza una especie de suicidio al arriesgarse entre acusadores y policías e ir a dar al calabozo. Recordemos que Werther de Goethe piensa en matar, pero no llega a hacerlo: en vez de eso se suicida.

Al contemplarse en el espejo de Lord Alfred, Wilde empieza a mostrar defectos de sensibilidad y de inteligencia, pues apoya el racismo de Lord Alfred, que odia a la dama oscura de Shakespeare, al ser ella un obstáculo para el amor del maestro con Mr. W. H., descrito por Wilde en un ensayo.

Wilde y Lord Alfred se encuentran con Gide en Argelia en 1895, poco antes del proceso, y gozan de “escandalosas vacaciones”, como dice Martin Fido en su biografía de Wilde. La influencia de Nietzsche (partidario del riesgo) resulta inevitable en esas vacaciones, debido a Gide. El fragmento de la novela de Wilde en que Lord Henry se refiere a la tragedia de la vida podría ser un anticipo de Unamuno si no fuera porque es sólo una consecuencia de Nietzsche y de El origen de la tragedia.

Oscar Wilde y Lord Alfred Douglas.

Al ver que la sociedad de orden establecido, anti-natural y moralista, reprime el instinto sexual, Gide incluye dentro de éste a las aberraciones, como si fueran variedades normales, positivas de sexualidad. La sociedad justiciera castiga al ladrón y al asesino y Gide confunde a esa sociedad con la sociedad del orden establecido, que reprime el instinto sexual, y relaciona el asesinato con la libertad, no con el libertinaje. De ahí que considere revolucionario al asesinato, influyendo mal sobre Breton. El acto gratuito de Lafcadio en Las cuevas del Vaticano (1914), que arroja por la portezuela del vagón del tren a un fabricante de objetos sagrados, proviene de Nietzsche, que considera debilidad a la piedad cristiana, y de Lautréamont, para quien el adolescente es bello como un encuentro fortuito. La mujer que el inmoralista Michel deja morir es débil y cristiana a la vez. La Inquisición, que castigaba a la gente sexualmente sana llamándola criminal y diabólica, tiene en gran parte la culpa de la confusión que lleva a Gide a confundir a la sociedad justiciera con la sociedad de orden establecido.

Robert W. Chambers está influido por El retrato de Dorian Gray, como lo demuestra un libro de cuentos en que aparecen todos los temas de Wilde: la pintura, el horror, el opio (las estrellas negras), la reputación dañada, la máscara, el rey de amarillo. Además, un tema de Wilde se ve anticipado: el del hombre que mata la cosa que ama.

En varios cuentos de Lovecraft hay influencias de Wilde y los decadentes. En “Las ratas de las paredes”, cuento de Lovecraft publicado en 1924 y celebrado en mi obra El rey (trova-love), podemos ver un porvenirismo distópico, pues el autor presiente el hallazgo de los cadáveres de las víctimas de los nazis y protesta por tal hallazgo. Al final del cuento, cuando el narrador enloquece e involuciona hasta la etapa más primitiva, incluso pre-humana, dice cosas incomprensibles o difíciles de entender, entre otras Dhonas’ dholas ort, agus leat-sa!, que según William Scott Home (en el ensayo “Los libros de Lovecraft”, incluido en The Dark Brotherhood and other pieces) quiere decir “¡Mala suerte y dolor para vos y con vos para siempre!”

Dhonas” y “Dholas”, en forma alterada, son palabras usadas en irlandés, más que en escocés, Actualmente, añade Scott Home.

Yo veo que la palabra “ort” proviene de los mitos fineses de la vegetación, tan desafortunados como los mitos griegos de la fertilidad, en el pesadillesco cuento de Lovecraft.

En la Enciclopedia Larousse de mitología (1959 y 1966) Paul Hamlyn dice que “para los fino-ugrios (escandinavos) cada ser, cada objeto está provisto de un alma que los fineses llaman haltija, los votyaks ‘urt’ y los cheremis ‘ort’. En consecuencia, entre los votyaks ‘g’ürt’ es el alma del maíz y ‘bust-urt’ el alma del campo del maíz; y entre los cheremis ‘pu-ört’ es el alma del árbol”. Es curiosa la similitud de las palabras Hamelin y Hamlyn (apellido del autor de la enciclopedia) y nos recuerda al flautista de Hamelin mencionado por Lovecraft en un cuento.

El tema infantil se vuelve para jóvenes adultos, lo cual también ocurre en mi libro Los sueños de la bella durmiente (1978).

En “Las ratas de las paredes” hay variaciones macabras de Alicia en el país de las maravillas, pues en vez del conejo blanco está “la vacilante cosa blanca” pisada por el caballo de Sir John Clave en la oscuridad de la noche, en vez del sombrerero loco está el sirviente que enloquece al ver algo en el priorato a pleno día, en vez de la reina ordenando decapitaciones están las cabezas cortadas en los bastiones. Hay además un gran roedor subterráneo hecho de pequeñas ratas devoradoras, una especie de Leviatán. Yo supongo que la primera versión del cuento, rechazada por el editor, incluía descripciones de los sacerdotes afeminados de la Magna Mater. En la versión definitiva aparecen caníbales, tal vez porque Lovecraft deseaba apoyar a Petronio en sus críticas, y como Petronio repudiaba a los caníbales, Lovecraft lo apoyó. Frazer en La rama dorada (1890–1915) explica que los rituales de la Magna Mater consistían en espectáculos y castraciones. No hay canibalismo sino auto-punición. En vez de arrancar el hongo como en los misterios de Eleusis, el sacerdote se arranca el falo y lo ofrenda a la Gran Madre. La mutilación es “por odiar a Venus”, como dice Catulo en su Oda LXIII, “Atis”. En la leyenda eleusina, Demeter, encolerizada, maldice a la tierra inocente y ésta se vuelve baldía. Sólo la ninfa Aretusa (que tiene “cabellos de arco iris” según Shelley) la vuelve fértil de nuevo, acabando con sequías, hambrunas, inundaciones y plagas. En la leyenda celta, la tierra baldía es provocada por la castración del rey pescador Amfortas.

El libro imaginario Cantos del Dhol de Lovecraft nos recuerda la palabra “Dholas”, que significa Dolor. Esto quiere decir que el libro imaginario proviene de Los cantos de Maldoror. Como el Necronomicón del poeta loco Alhazred, los Cantos del Dhol es de seguro “un libro en que se oyen a un tiempo mismo los gemidos del Dolor y los siniestros cascabeles de la Locura”. Así dice Darío en el ensayo sobre Lautréamont incluido en Los raros (1905).

El decadentista inglés Arthur Symons, amigo de Darío, dice en su poema “La rata” que el dolor roe su corazón como una rata que roe un rayo de sol “en la penumbra de una casa frecuentada por los fantasmas”. El poema de la serie Amoris victima, figura en el segundo tomo de Poemas (1909) de Symons.

Darío en su ensayo sobre Poe nos informa sobre los antepasados La Poer a los que se refiere Lovecraft en su cuento: “El don mitológico parece nacer de él por lejano atavismo, y en su poesía un claro rayo del País del sol y azul en que nacieron sus antepasados. Renace en él el alma caballeresca de los La Poer alabados en las crónicas de Generaldo Gambresio. Arnoldo La Poer lanza en la Irlanda de 1327 este terrible insulto al caballero Mauricio de Desmond: “Sois un rimador”. Por lo cual se empuñan las espadas y se traba una riña, que es el prólogo de guerra sangrienta.”

Lovecraft en su cuento imagina a un nuevo La Poer y a sus antepasados: Walter de la Poer, que lleno de horror se aleja del priorato de Exham y se instala en Virginia, donde funda una familia llamada Delapore; Lady Mary de la Poer, asesinado por su esposo, un conde, y por la madre de éste, luego absuelto y bendecido; Lady Margaret Trevor de Cornwall, esposa de un barón la Poer, se vuelve “célebre asustaniños de toda la región” y “diablesa heroína de una balada particularmente horrible que aún perdura en los confines del País de Gales”. Este último personaje es un recuerdo del niño Trevor, asustado por Helen y un fauno en la novela El gran dios Pan de Machen. Como en esta obra, en el cuento de Lovecraft hay un renacimiento de crueldades paganas, no de sanas libertades. Recordamos asimismo el cuento de Walter Pater, “Denys l’Auxerrois”, en que el espíritu de Dionysos Sabazius es encarnado por un joven que finalmente es destrozado por la multitud entusiasta.

En una ilustración de Montenegro para un poema de Julio Sesto (en el libro Azulejos, 1915) podemos ver a dos damas romanas semidesnudas, con miradas perversas, y a una rata vanidosa contemplándose en un espejo oval.

El motivo decadente nos lleva de nuevo a “Las ratas de las paredes”, cuya primera versión, rechazada por el editor, contenía probablemente descripciones de castraciones rituales de sacerdotes afeminados, y es que Robert Weinberg, en su libro sobre la revista Weird Tales (cuentos extraños), dice que el cuento de C. M. Eddy “Los amados muertos” era una descripción de la necrofilia y añade que “el canibalismo era aceptable, pero el sexo contrario a la naturaleza no lo era”. Eddy asegura que grupos de ciudadanos de varias ciudades eliminaron las revistas de los puestos al leer su cuento.

 

Podemos ver que la revista Weird Tales, en sus portadas y cuentos, mezcla lo terrorífico y lo sensual. En mi literatura, la unión de literatura fantástica y erotismo ––unión propiciada por el romántico Goethe, inspirado por Cazotte, Marlowe y Beckford–– culmina en “La otra orilla”, “Memorias de un caracol” y “El jardín del placer”, tres textos fundamentales. En “El jardín del placer” aparece la palabra “niña” usada en la jerga masculina para designar a la mujer joven que aún posee cierto elemento infantil. En la época de “Memorias de un caracol”, yo escribía “chica” en vez de “niña”, pero me refería a lo mismo.

Los cuentos incluidos por mí en la antología Miedo en castellano (1973) tienen elementos sexuales o amorosos, no sólo fobias o miedos.

Mi cuento “El ídolo” es premonición de mi lectura de “Nuestra señora de Monterroso”, cuento de Artemio del Valle Arizpe; un tosco ídolo prehispánico de piedra, que ha recibido sacrificios humanos, es convertido en una virgen milagrosa. Un comerciante acusado de un crimen que no ha cometido, pide a la virgen que lo ayude y ésta lo mata… para evitarle el patíbulo y la mala fama. Los ídolos malignos nos recuerdan mi cuento “El escarabajo”, premonición de mi lectura de “La historia de Asenath”, un cuento bíblico en contra de la idolatría, escrito en Francia en el siglo XIII. La historia de Asenath está situada en Heliópolis. Ella es la hija del sacerdote y consejero del rey, es “la virgen más bella de la tierra”, más hebrea que egipcia por su aspecto, y orgullosa y desdeñosa de los hombres. José, hijo de Dios, enviado por el Faraón para almacenar comida y maíz, es aceptado por Asenath pero él dice que ella debe rechazar a sus ídolos para que él pueda aceptarla a ella. Asenath así lo hace. Un ángel se le aparece y le dice que coma la miel recogida por las abejas del Paraíso, del rocío de las rosas del cielo, para alcanzar la eternidad, la juventud y la belleza perpetuas. Asenath come la miel. Finalmente, el Faraón une a José con Asenath y nacen dos hijos: Manasé el Olvido y Efraín el Fructuoso. En mi cuento, Asenath se une con Toth, el dios egipcio de las letras y la sabiduría, para formar un monstruo: Zoigor-Asenatoth, dios del Fuego que se Arrastra y Enloquece. Zoigor es un nombre raro, basado en Lloigor, personaje del autor Colin Wilson y premonición de mi encuentro con Paigar, personaje del filme Barbarella. Asenath, la mulata del cuento “La cosa en el umbral”, de Lovecraft, se basa en la hija del obi (brujo africano) del poema de Baudelaire “Sed non satiata”. En el cuento de Lovecraft, Asenath es poseída por el alma de su padre, un brujo, y en consecuencia es demasiado masculina y todo termina mal. El padre brujo es llamado Efraín, como el hijo de Asenath de la historia bíblica. El cuento de Lovecraft parece basado en la novela El donador de almas de Nervo, pues el personaje Derby es como Nervo, un poeta decadente, una especie de Baudelaire con una nueva Jeanne Duval (la llamada “Venus Negra”), y un alma ocupa cuerpos ajenos.

“El escarabajo” es asimismo premonición de mi lectura de “El pisapapel” (1922), un cuento muy breve de Hernández Catá, en que hay una carta, una herencia y una alusión al carnero negro. Claro que este carnero no es la Cabra Negra de los Bosques, Shub-Niggurath, sino la oveja negra de la familia. De todos modos, parece una alusión a la deidad lovecraftiana, que en mi cuento es Zoigor-Asenatoth (un dios inventado por mí, como Xochicóatl). En mi cuento, la efigie del dios le sirve de pisapapeles al narrador, y el dios se ofende. Ser usado como objeto útil es un hecho profano que no agrada al dios del Fuego y éste convierte al narrador, Cabot, en un autor al servicio de la religión de Cthulhu, en un fanático que no puede dominar las emociones religiosas por medio del arte literario. El narrador cree que va a volverse un escarabajo, y al final desea entrar en un manicomio. En el cuento “La marca de la bestia”, de Kipling, un hombre es convertido en leopardo por maltratar con un cigarro una estatua de Hanuman, el dios mono. Este cuento era desconocido por mí en el momento de escribir “El escarabajo”. Es un hecho raro que el dios Toth sea representado como mono cinocéfalo (con cabeza de perro). Al escribir mi cuento no conocía yo a Kipling, pero sí a Huysmans y recordaba la tortuga quemada y torturada de Des Esseintes. El escarabajo también es gemado. Yo creo que en mi inconsciente se mezclaron los recuerdos de la tortuga torturada y de cierta escena de mi juventud en que un joven torturaba, con un cigarro, a un escarabajo, en un momento de desequilibrio.

En el cuento de Catá, el dueño de la casa le escribe una carta a su hermano, moja la tinta en el pisapapeles, que tiene alcohol, en vez de mojarla en el tintero, y allá lejos el “carnero negro” (el hermano) siente la equivocación.

En el cuento “El muñeco de Darghud” de Brian Lumley (de Horror en Oakdeen, 1977) hay una carta y un hermano, como en el cuento de Hernández Catá, pero también hay brujería y un escarabajo. El Dr. Jameson, un hombre pelirrojo que es entomólogo, viaja al África para ayudar a su hermano enfermo (otro doctor). Cada espécimen tropical de Jameson está tan fijo en su resina como una mosca prehistórica en un trozo de ámbar (comparación muy parecida a otra hecha por mí en “El museo” de “La herencia de Cthulhu”). Pero el escarabajo que le da a Jameson un brujo africano no se queda en la resina y escapa o es robado. Jameson recibe luego, en Inglaterra, un paquete con una carta y un muñeco de arcilla con ojos de cristal y cabeza roja, un muñeco que tiene adentro un escarabajo con el alma del doctor. Sin embargo, el doctor no cree en supersticiones y le regala el muñeco a su esposa. Como el brujo Darghud le ha aplastado la cabeza al muñeco, el doctor muere. El muñeco es quemado por la esposa del doctor y éste es incinerado. El obi o brujo Darghud odia a los hombres blancos y le ha enviado el muñeco al doctor Jameson porque éste no ha podido ayudarlo.

Aunque mi cuento aparece en 1978, ya desde antes era conocido por algunos autores debido a mi participación en el Centro Mexicano de Escritores. La influencia de mi cuento sobre Lumley es evidente, aunque indirecta. Gracias a ese cuento me fue concedida la beca del Centro. Los argumentos de las novelas La dama del mar de Wells y Sangre patricia de Díaz Rodríguez son idénticos, y aparecieron el mismo año. ¿Hay arquetipos particulares, influencias secretas o afinidades muy grandes? Eso es lo que yo me pregunto. Los obis o brujos africanos aparecen en mi obra desde 1969, cuando escribo mi cuento “Los viejos compañeros”.

Hay una brujería positiva en las similitudes que muestran los textos, en las relaciones que establece la literatura comparada. Es curioso el hecho de que la antología que incluye “El pisapapel” también incluya “La cabeza del muñeco” sobre un muñeco, torturado inconscientemente por unos niños, que finalmente se suicida arrancándose la cabeza. El muñeco sirve de pisapapeles en este cuento del mexicano Zárate Ruiz, del libro Cuentos fantásticos modernistas de Hispanoamérica (2003). Los cuentos de Hernández Catá y Zárate Ruiz son los últimos del libro.

Continuará…

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Emiliano González

Autor de Miedo en castellano (1973), Los sueños de la bella durmiente (1978, ganador del premio Xavier Villaurrutia), La inocencia hereditaria (1986), Almas visionarias (1987), La habitación secreta (1988), Casa de horror y de magia (1989), El libro de lo insólito (1989), Orquidáceas (1991), Neon City Blues (2000), Historia mágica de la literatura I(2007) y Ensayos (2009).

 

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