EL BOSQUE ENCANTADO DE EMILIANO GONZÁLEZ
IV
Gilda Revueltas
Él ejerció una influencia definitiva en mi poesía, mi dibujo, en la formación de mi estética. No siempre coincidíamos. Yo he sido muy libre.
Nos encantaban las vanguardias. Él tenía algunos manifiestos originales en su biblioteca y siguió con interés el proceso de mi documental Azul, viento del norte, la vida de un miembro de la vanguardia polaca de los 70: Janusz Polom.
Emiliano me daba posada en su casa mientras trabajaba en el Canal 22 haciendo la postproducción.
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Por esas épocas publiqué mi segundo libro de poesía, Estaciones en el ascenso a la montaña. Me dijo —para mi sorpresa— que le había gustado mucho. Estaba muy impresionada porque él era muy riguroso con sus críticas. Me dijo que iba a ser un libro muy luminoso en la poesía mexicana y escribió un breve texto en el que me llenó de elogios.
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Me gustaba motivarlo a pintar, le regalaba hermosas libretas artesanales para que dibujara.
Una noche que llenó de expectativas ante una posible sorpresa, después de brindar, me mostró una de esas hermosas libretas llena de dibujos eróticos suyos. Me quedé maravillada. ¡Había que publicarlo! Un libro solo de imágenes. Me encantaron sus relatos eróticos con mujeres voluptuosas y me ofrecí para llevárselos a un amigo editor de libros artesanales, Así fue como surgió su primer libro de dibujos, Mujeres, de Ediciones Alternas. Fue un tiraje de muy pocos ejemplares. Cada portada era un collage original hecho por el editor Rocato.
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Este libro abrió una nueva faceta de Emiliano. No usó las letras y solo narró con imágenes. Algo inédito en él. Su purismo fue tal que solo aceptó el título y se negó a que hubiera numeración, lo cual fue un dolor de cabeza para el editor. Realizó con total libertad un libro solo de dibujos, ¡desafiando a las letras!
Recogí en Cuernavaca los libros. Toqué el timbre y cuando abrió le mostré la caja. Sin preámbulos subió a su cuarto, abrió la caja con gran expectación; yo temblaba. Sacó el primer libro en total silencio, se puso a mirarlo con gran detenimiento, página por página; yo temblaba. Cuando lo cerró, mirándome a los ojos, exclamó: ¡Está precioso!
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Suspiré aliviada, tenía un auténtico terror a que no le gustaran. Fue sacando uno por uno, revisándolos hoja por hoja. Los veía deslumbrado, con la fascinación de un niño con el objeto soñado, deseado. Cada libro era diferente. Rocato, que era también un erotómano, se había inspirado al hacer esas portadas. Cada una era un original diferente.
Nunca en mi vida, después de varias décadas de amistad, había visto a Emiliano tan feliz, pues era muy difícil de complacer. Yo estaba más que feliz. Por supuesto quiso más, así que salieron otros tres libros de dibujos eróticos Mujeres.
Fue de las grandes satisfacciones que tuvo Emiliano antes de la pandemia y antes de partir.
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Vivía completamente solo, desconectado del mundo real; convivía con él a regañadientes. No tenía computadora, ni televisión, ni celular —no le llamaban la atención—, escribía sus textos a mano. Vivía inmerso en universos paralelos donde creaba su obra magnífica, con toda la conciencia de que sus creaturas le sobrevivirían.
Era un hedonista que vivía en otras dimensiones, vivía su arte como un sacerdocio pagano.
Su amor eran la literatura, los libros. Construyó y deconstruyó, como el mejor de los arqueólogos, los misterios de la literatura fantástica en su maravillosa y única biblioteca, con la que alimentó su magnífica y fina obra literaria.
Emiliano es el guardabosques de un bello, erótico, perturbador y misterioso bosque mágico con el que muchos seguimos soñando.
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Gilda Cruz Revueltas es poeta, pintora, escultora y cineasta. Ha realizado 32 exposiciones individuales y ha participado en más de 46 exposiciones colectivas en importantes museos y galerías de México, Europa y Estados Unidos.
También ha participado en instalaciones, ha pintado murales, ha proyectado escenografías y ha ilustrado libros.
gildarevueltas.wixsite.com/gildacruzrevueltas
@gildarevueltas
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